Un feriado dividido por la General Paz: la Capital, desierta y la provincia, con movimiento
Negocios cerrados y calles vacías eran las postales que, ayer, se repetían en la ciudad; un viernes que parecía un domingo
la misma fecha, pero dos días completamente distintos. así se vivió de un lado y del otro de la General Paz el feriado que impuso la realización de la cumbre del G-20 a los porteños. como la jornada no laboral solo regía para los vecinos de la capital, alcanzaba con salir de los límites de la ciudad para encontrarse con un viernes normal, en el que había clases en las escuelas, personas que se movilizaban hacia sus trabajos y negocios abiertos.
Del otro lado, calles vacías y persianas bajas. En los barrios porteños había algunos bares, restaurantes y supermercados que no cerraron. Pero a medida que se iba hacia el centro, donde se desplegó un perímetro de seguridad, la ciudad se volvía un desierto.
“Sí que tenemos clases. a nosotros no nos benefició la visita de [Donald] Trump. ningún presidente me salva a mí, que tengo que rendir lo que me llevé”, sintetizó Vilma Delgado, de 15 años, sentada en las escalinatas del colegio Emilio Mitre, en San Martín. “Me llevé Biología y Prácticas del lenguaje, entre otras materias. Y aunque ya no cursamos más, me tengo que juntar con los profesores para ver las fechas y enterarme qué van a tomar”, señaló.
En Villa lynch, en la zona norte del conurbano, ocurre lo mismo que en San Martín. “En casa fue muy extraño. Yo no trabajé, porque mi oficina queda en la capital, pero mi marido, que trabaja en Vicente lópez, sí. Y los chicos tuvieron clases. Por eso salí a hacer algunas compras. acá no pasa nada con el G-20”, indicó Marina cano, de 38 años, que vive sobre la avenida Guido Spano.
En Vicente lópez, en más de la mitad de los locales sobre la avenida Maipú había carteles en los que se anunciaba que permanecerían cerrados por el G-20. Pero otros propietarios decidieron abrir. incluso varios colegios de la zona, como el San Gabriel, se sumaron al cese de actividades, porque muchas familias habían decidido tomarse el fin de semana largo. Sobre todo, porque en la zona y también en San isidro iba a haber cortes y áreas restringidas por el traslado de las delegaciones del G-20.
Desde las 10.30, circular por la ciudad era como encontrarse con un domingo en pleno viernes. El tránsito en las calles y las avenidas fluía como nunca. “Esto no pasa ni un domingo”, se cansaban de repetir los taxistas en las esquinas. En la zona de almagro, los locales de servicios estaban abiertos, pero el panorama era muy distinto. El café del domingo
Elsa, ofelia y amelia Durante son tres hermanas que decidieron salir a desayunar y ponerse al día. Se sentaron en la mesa que da a la ventana en el bar Roses, en corrientes y Mario Bravo. Un ritual que las reúne los domingos, pero que hoy decidieron trasladar al feriado.
Unas cuadras más allá, cristian lópez, de 32 años, y su hermano Ramón, de 12, bajaban sus bicicletas por las escaleras del PH en el que viven. “¿Te animás? Vamos por corrientes”, le decía cristian. El chico dudaba, pero cuando vieron el tránsito no les quedaron más incógnitas. Era una oportunidad histórica para andar en bicicleta por la avenida intransitable durante la semana.
al llegar a la 9 de Julio, donde empezaba el anillo de seguridad, todo cambiaba. aunque el perímetro arrancaba del otro lado de la avenida, ya en cerrito no se veían peatones. los grupos de agentes de la Policía Federal conversaban en las esquinas amenamente. cada dos cuadras había una hilera de escudos transparentes acumulados contra una persiana baja. Todo listo para actuar.
Tal vez fue por culpa de ese audio de Whatsapp que circuló en los chats de las madres, en el que una supuesta enfermera desaconsejaba ir a los shoppings. lo cierto es que en el alto Palermo, ayer por la mañana pocas personas circulaban por sus pasillos.
cerca de las 11 se encendió la alerta. Un joven que había entrado a robar en un local de la zona escapaba en su moto cuando un descomunal operativo de seguridad le cayó encima. cinco patrulleros y unas siete motos lo seguían y cuando llegó a la altura del shopping, no tuvo mejor idea que tirar la moto y meterse a los locales. Todos los vecinos de la cuadra salieron a ver qué había pasado y muchos preguntaban si era un operativo por el G-20. “nada que ver, tranquilos, es por un robo”, intentaba tranquilizar uno de los efectivos.