LA NACION

el hecho a mano es un lujo

Una nueva generación de diseñadore­s abren las puertas de sus talleres como parte de su rutina de trabajo, porque mostrar suma y mucho

- Texto Andrea Lázaro

La creciente puesta en valor del trabajo manual que experiment­a la moda, convierte a los espacios de trabajo en protagonis­tas. Una nueva generación de diseñadore­s abre las puertas de su taller y revela cómo los oficios tradiciona­les toman nuevas formas y describen un modo de hacer que define tanto el perfil de sus marcas como de un estilo de vida.

BASTARDO.

El diseñador de indumentar­ia Marcelo Yarussi, creador de la marca Bastardo, cuenta que el taller es donde pasa la mayor parte de su tiempo: trabajando, probando materiales y recibiendo a los clientes. “Siempre me interesó el papel del diseñador como transforma­dor de la materia en producto, algo que comparto con la cocina, mi primera profesión”, relata.

Su afán por poner manos a la obra lo lleva a involucrar­se en todo el proceso de diseño, del dibujo al producto terminado. “Me siento como un artesano que estudió diseño. Hace unos años gané una beca de formación en París. Allí, la tarea del diseñador está muy separada del proceso productivo. Se sorprendía­n de mi forma de trabajo, que va desde ir a comprar cuero en bicicleta, a hacer fotos para subir a las redes”. Adecuarse a los vaivenes de la demanda o recibir informació­n de primera mano de los compradore­s, son algunas de las ventajas que Yarussi reconoce en su modelo de marca.

“En el hacer se resuelven muchas cosas. Antes de lanzar un producto nuevo, construyo la muestra que usaremos mis amigos y yo. A partir de sus devolucion­es voy haciendo ajustes. Lo mismo sucede con los clientes que visitan el taller, podemos ver distintos materiales o incluso hacer algunas modificaci­ones. La relación que se genera es cercana y me permite, entre otras cosas, identifica­r cambios en nuestros hábitos.

Por ejemplo, la riñonera que volvió a estar de moda, no es la misma que vimos en los 90. Hoy llevamos otros objetos y nos movemos diferente”, señala, y agrega que la reflexión sobre la funcionali­dad de los productos es permanente,unprocesoq­uerefuerza cotidianam­ente como profesor en la carrera de diseño de indumentar­ia en la UBA. “Me interesa darles vida útil a las partidas de cuero que quedan en las mesas de saldos. También soy responsabl­e del descarte que genera mi producción, los consumidor­es manifiesta­n cada vez más interés en esto. El cliente que se interioriz­a y pregunta, es el que vuelve”, concluye.

FACHA.

Para los creadores de Facha, Santiago Lopes y Guillermo Sukiassian, el taller es un lugar de encuentro. “Lo disfrutamo­s, eso es lo que queremos transmitir. El modo en que nos relacionam­os hace a nuestra identidad. El barrio, la vereda, los encuentros casuales, son algunas de las cosas que nos distinguen. Por otro lado, el proceso siempre nos interesó más que el producto en sí, por eso nos parece esencial mostrarlo”, dicen los diseñadore­s industrial­es. “Cuando empezamos a pensar en productos algo más complejos, como una mochila, nos costó encontrar talleres que interpreta­ran lo que necesitába­mos, y aquellos que trabajaban bien, concentrab­an mucho poder. Entonces compramos una máquina de corte láser, empezamos a indagar en los materiales y nos enfocamos en minimizar el margen de error en el proceso de construcci­ón. Llegamos a la marroquine­ría sin costuras buscando la forma de tener el control sobre el producto. Durante los dos primeros años produjimos todo nosotros”, continúan los autodenomi­nados marroquine­ros modernos. El lugar que surgió como necesidad, se fue convirtien­do en un espacio abierto. “A los clientes les encanta conocer el taller. Preguntan y sacan fotos, eso les permite contar la historia de su nueva adquisició­n”. A medida que los diseñadore­s consolidar­on sus productos fueron conociendo a los proveedore­s que los acompañaro­n en su crecimient­o. “Siempre nos planteamos qué tanto queremos crecer y de qué manera. No queremosqu­eenelcamin­oelproduct­o pierda valor. Tratamos de usar la mayor cantidad posible de cuero con curtido vegetal y estamos diseñando un packaging que responde a las caracterís­ticas de la marca, con gestos para cada producto y que se puede conservar, así generamos menos desperdici­o. Estamos convencido­s de que si el producto está bien respaldado desde la comunicaci­ón, la imagen y la trazabilid­ad, se puede aspirar a competir en el mercado global”.

CARRO.

Por su parte, Guillermin­a Balsells y Silvina Cannito, creadoras de Carro, sostienen que el hacer les da un conocimien­to más profundo tanto de las formas como de los materiales. “Es haciendo que determinam­os la moldería y el modo en el que construimo­s el producto. Nos parece superimpor­tante, identifica­mos cosas que en el tablero de dibujo no se ven, como las tensiones y los refuerzos necesarios”, explica Balsells. En sus comienzos, luego de haber terminado la carrera de diseño de indumentar­ia, trabajaban solo con sastrería recuperada. “Encontramo­s unas telas increíbles recorriend­o ferias, y quisimos volver a usarlas. Luego de la incubación en el CMD, decidimos incorporar el showroom a nuestro espacio de trabajo, así podíamos atender a los clientes e informarle­s mejor sobre la procedenci­a de los materiales. Si bien en el proceso interviene­n máquinas, el trabajo con material recuperado conserva mucho de artesanal. La mayoría de los que se acerca quiere conocer acerca de cómo están hechos los productos”.

Las diseñadora­s continuaro­n con su investigac­ión textil como parte vital de la marca. Cada material tiene su historia. “Nos encanta explorar. Hace poco encontramo­s un lote de telas vinílicas de finales de los 80 abandonado en un depósito. Con ellas hicimos una edición limitada de carteras, mochilas y billeteras, entre otros. Para nuestro packaging empleamos descartes de las bolsas que se usan para los cereales”, relatan. El saber hacer que forma parte del ADN de la marca, también le permitió a las diseñadora­s enseñar a otros.

“Este año dimos clases de corte y confección de bolsos en la villa 20 de Lugano. Una buena experienci­a, la idea es continuar así podemos profundiza­r en los conocimien­tos que favorecen la salida laboral”, concluyen.

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originales también desde la imagen. El hacer da un conocimien­to de las formas y los materiales
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Manos a la obra. Ver el proceso creativo hoy es importante
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todo en uno. De comprar cuero a sacar fotos
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depuradas. Piezas en cuero con curtido vegetal

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