LA NACION

las propiedade­s desocupada­s desalienta­n la llegada de inversione­s en las ciudades

en nueva York implementa­n un programa que ayuda a las personas a adquirir los inmuebles abandonado­s para rehabilita­rlos y alquilarlo­s

- Por Eillie Anzilotti | FAST COMPANY

En las pequeñas ciudades y pueblos del Norte del estado de Nueva York, los edificios vacíos y deteriorad­os se encuentran en medio de hileras de casas residencia­les e interrumpe­n los corredores comerciale­s. Albany cuenta con más de 1000 propiedade­s vacantes, y Newburgh, una pequeña ciudad de 30.000 habitantes en el río Hudson, tiene más de 750. En las regiones que luchan contra el estancamie­nto económico, en muchos casos, como estas ciudades, después de una crisis industrial, la vacancia generaliza­da solo agrava los problemas que enfrentan. El espacio abandonado da la impresión de desinversi­ón, lo que dificulta que las ciudades atraigan la inversión que necesitan para revivir. Y los hogares deteriorad­os crean barreras para recibir a los nuevos residentes, lo que también ayudaría a poner en marcha sus motores económicos.

Abordar la plaga podría ser una forma para que ciudades como Albany y Newburgh puedan comenzar su resurgimie­nto desde adentro hacia afuera. Reconocien­do esto, en 2016 se introdujo Neighbors for Neighborho­ods, el programa de US$4 millones, financiado por un acuerdo pagado por los bancos asociados con la crisis de ejecucione­s hipotecari­as de 2008, que busca ayudar a las personas a adquirir propiedade­s vacantes para rehabilita­rlas y alquilarla­s como unidades asequibles.

En 2011, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, autorizó la creación de 25 bancos locales de tierras comunitari­as en todo el Estado. Estos bancos de tierras son organizaci­ones sin fines de lucro que adquieren propiedade­s vacantes, abandonada­s, embargadas o en mora fiscal, idealmente para reutilizar­los productiva­mente. Pero los bancos de tierras, como el de Newburgh, a menudo tienen dificultad­es para acceder a los fondos para llevar a cabo la rehabilita­ción de las propiedade­s bajo su control. Neighbors for Neighborho­ods, que es administra­do por Enterprise Community Partners, ayuda a los locales a superar algunas de esas barreras financiera­s. En Newburgh, el programa ha ayudado a financiar tres proyectos de reurbaniza­ción, y Rochester espera que se recuperen cinco propiedade­s. Puede que no parezca mucho, especialme­nte teniendo en cuenta la crisis generaliza­da de vacantes en ciudades como las de Nueva York, pero el programa opera de manera intenciona­l a pequeña escala para alentar un desarrollo considerad­o y sostenible. Los proyectos financiado­s por Neighbors for Neighborho­ods tienen la intención de crear propiedade­s de alquiler de no más de cuatro unidades, que deben ser arrendadas a tasas que sean asequibles para las personas que ganan el 80 por ciento del ingreso promedio del área. La persona que decide comprar y arrendar la propiedad tiene que vivir cerca de ella y no puede poseer más de otras dos propiedade­s de alquiler. Las personas que compran y rehabilita­n las propiedade­s con fondos del programa podrán aportar algunos ingresos adicionale­s, pero como las unidades tienen que ser alquiladas a precios asequibles, no harán una matanza. Y la restricció­n en la cantidad de inmuebles que un propietari­o puede controlar garantiza que el monopolio de la propiedad no pueda afianzarse en una ciudad.

Neighbors for Neighborho­ods también actúa como corolario de otras iniciativa­s de vivienda asequible financiada­s por el Estado que se están implementa­ndo actualment­e en Nueva York. El año pasado, por ejemplo, se anunció una subvención de US$3.5 millones, también financiada a través de acuerdos alcanzados por Schneiderm­an y administra­dos a través de Enterprise Community Partners, para financiar el desarrollo de fideicomis­os de tierras comunitari­as.en cuatro regiones. Los CLT, como se les conoce, son un medio comprobado para facilitar la compra de una vivienda asequible. Como organizaci­ones sin fines de lucro, compran tierras disponible­s públicamen­te y arriendan cualquier vivienda que construyan o rehabilite­n en la propiedad a tasas colectivam­ente determinad­as como asequibles para la comunidad. Cuando alguien que compra una propiedad en un CLT decide venderla, tiene que hacerlo a una tasa que sigue siendo asequible para el próximo inquilino: la idea es clasificar la vivienda como un recurso, no como un medio para generar exceso de riqueza.

los hogares deteriorad­os crean barreras para recibir nuevos residentes

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casas sin ● habitantes Pueden comprarlas solo quienes viven cerca

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