Cómo recrear la democracia, a 35 años de su recuperación
Una muestra en el CCK propone una reflexión colectiva de 39 artistas sobre los dilemas de estas tres décadas
La escalera está a medio hacer, con el hormigón ya seco, pero aún contenida por el encofrado. “No se sabe si la obra está parada o en construcción”, dice Gabriela Urtiaga, curadora general de Artes Visuales del Centro Cultural Kirchner (CCK), sobre el trabajo del joven artista cordobés Martín Carrizo. Un símbolo perfecto para “Democracia en obra”, la muestra que ocupa dos pisos del antiguo edificio del Palacio de Correos con más de setenta piezas realizadas por 39 artistas de la Argentina y del exterior.
Quiso la casualidad que Carrizo naciera en 1983, el mismo año que la Argentina recuperó la democracia tras una oscura etapa de dictadura militar. El próximo 10 de diciembre se cumplirán 35 años desde que Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación, y hasta entonces hay tiempo para recorrer esta exposición que propone reflexionar sobre nuestro rol en la sociedad, tanto a nivel colectivo como individual.
“El otro día un visitante me preguntó, mientras señalaba una obra: ‘¿Qué es esto?’. Yo le respondí: ‘La posibilidad de hacer esa pregunta’”, dijo a Renato Rita, cocurador la nacion de la muestra junto con Ana María Battistozi y Laura Buccellato. “Tratamos de que no fuera una ilustración didáctica del tema –agregó–, no cerrarlo bajo una definición, sino soltar la mente”. Ese esfuerzo demandó un año de preproducción, que incluyó reuniones con intelectuales como Alejandro Katz, Tomás Abraham, Norma Morandini y Graciela Fernández Meijide. Y dio sus frutos.
Eso se percibe con claridad al entrar en la sala ocupada de piso a techo por la obra que Leo Chiachio y Daniel Giannone realizaron junto a muchas de las 230.000 personas que ya visitaron la exposición, inaugurada en mayo. Familia a 6 colores se titula este
work in progress que comenzó in situ dos meses antes de la apertura.
Mientras realizaban obras con mosaicos de tela en homenaje a artistas argentinos de distintas épocas, integrantes del colectivo LGTBi convocaron a la artista Cecilia Koppmann y al público para realizar banderas multicolores, usadas como símbolo del orgullo gay y lésbico desde fines de la década de 1970. Cosidas durante meses con ropa usada o tejidas a crochet, aportan ahora un cálido clima de hogar al gigantesco edificio.
“A veces hablábamos, otras trabajábamos en silencio. Pero había algo que nos unía, más allá de las diferencias que podíamos tener entre nosotros”, recordó Chiachio al evocar ese proceso creativo grupal.
Tanto el trabajo de Chiachio & Giannone –que se presentará en marzo en el Museo de Arte Latinoamericano (Molaa) de Los Ángeles– como el de Carrizo llamaron la atención de Ralph Rugoff, director artístico de la próxima edición de la Bienal de Venecia, en su reciente visita a Buenos Aires. “Tenemos que construir comunidad”, sostiene Urtiaga, que ya prepara para el año próximo otra megamuestra que integrará, junto con otra paralela en el Museo Nacional de Bellas Artes, un importante homenaje a Julio Le Parc.
Claro que no todo es cooperación. También existen fisuras como la que partió al medio la instalación del artista francés Pierre Ardouvin, conformada por un sillón de dos cuerpos, una mesa ratona y una alfombra. “La grieta en realidad es doméstica. Empieza en casa”, dice Rita.
El cambio también comienza por lo individual, parece decir Carlos Herrera con su instalación Pan, agua, jabón, vos (2018), que activa cada fin de semana con acciones performáticas relacionadas con la higiene personal.
Un buen ejemplo de lo que remarcó Rugoff durante su visita a Buenos Aires. “El rol social del arte no implica que los artistas hablen sobre la sociedad, sino que ayuden a entender muchas experiencias de forma más compleja”, opinó, y mostró preferencia por “el arte que se realiza en forma política” en lugar del llamado “arte político”.
“Nos interesa no caer en obviedades, sino poner en discusión las ideas”, coincide Urtiaga. Eso buscó también oliver Ressler al crear ¿Qué
es la democracia?, una videoinstalación que registra las respuestas a esa pregunta que le dieron activistas y analistas políticos de distintas edades. La obra del artista austríaco se exhibió el año pasado en la Documenta de Kassel, la muestra de arte contemporáneo más prestigiosa del mundo, que también rindió homenaje a la democracia.
“Aprendiendo de Atenas” fue el título de la 14ª edición, dirigida por Adam Szymczyk, que incluyó una performance de Marta Minujín en la capital griega y otorgó un rol central a su Partenón de libros prohibidos, también representado con videoinstalaciones en el CCK.
Lecciones inútiles
Pero, entonces, ¿qué aprendimos de Atenas? Bastante poco a juzgar por el ascenso global de líderes de derecha, sin respeto por la tolerancia o la diversidad, que desencadenaron en los últimos años una dramática caída en la fe popular en el sistema.
La fe en el dólar no decae, sin embargo, como lo simboliza el gigantesco billete realizado con clavos de acero por el grupo Mondongo. Está colgado en el centro de la última sala del recorrido... justo frente a
Doscientos pesos fuertes, otro billete representado por Cristina Piffer con sangre vacuna deshidratada.
“La utopía de valores humanistas ha sido borrada del mapa, exceptuando el valor del lucro absoluto”, escribe el intelectual mexicano Héctor olea en un libro dedicado a Mondongo, presentado días atrás en Buenos Aires. “Los treinta mil clavos que crucifican el capitalismo global –dijo entonces– pueden ser leídos como una enorme cama de fakir en cuya meditación yogui, si uno de esos hilos de plata se cortara, la imagen del mundo terrestre se derrumbaría”.
De esos mismos hilos, parecen sugerir los curadores de la muestra, pende la democracia hoy.