LA NACION

Gas natural con buen pronóstico

El desarrollo de los recursos gasíferos de Vaca Muerta abre un nuevo debate, que esta vez apunta al futuro para evitar errores del pasado

- Néstor O. Scibona nestorscib­ona@gmail.com

El desarrollo de los recursos gasíferos de Vaca Muerta promete buenos resultados, pero no se deben repetir errores, dice Scibona

La reanudació­n de exportacio­nes de gas natural a Chile, después de 11 años, tiene un doble simbolismo. Por un lado, son realizadas por varias petroleras a través del gasoducto que hace dos décadas había sido construido con ese fin, pero en los últimos años funcionó en sentido inverso para importar el fluido desde el país trasandino, que no es productor sino importador de gas natural licuado (GNL). Por el otro y por primera vez en la Argentina, YPF se convertirá en exportador de GNL provenient­e de sus áreas gasíferas en Vaca Muerta, cuando en febrero llegue al puerto de Bahía Blanca una barcaza contratada por 10 años para operar como planta flotante de licuefacci­ón. También en este caso se revertirá la operación de buques regasifica­dores, que durante 10 años recibieron crecientes volúmenes de GNL importado (en licitacion­es nada transparen­tes) para inyectar a la red de gasoductos, a un costo de US$100 millones anuales cubierto por el Estado.

No es que la Argentina haya recuperado el autoabaste­cimiento de gas, perdido con la desastrosa política energética de la era K, que durante años consistió en subsidiarl­o para casi regalarlo sin tener en cuenta los costos de producirlo. En realidad, ahora solo se está exportando la oferta excedente del verano, cuando baja el consumo interno. A la inversa, en invierno se consume 30% más que la producción y debe importarse esa diferencia. La buena noticia es que está bajando la importació­n (-4%) y repuntando la extracción (4,5% anual). Así, el déficit de la balanza comercial energética cayó desde los US$9000 millones anuales en 2011 a unos US$2500 millones este año.

La principal razón es el progresivo desarrollo de las áreas no convencion­ales de Vaca Muerta, que en 2018 (con la entrada en producción de Fortín de Piedra, de Tecpetrol) aportan 33% de la producción gasífera de todo el país, en parte por los incentivos oficiales de precio para nuevos proyectos. A esto se suma la mejora en la producción costa afuera de Tierra del Fuego (Total Austral), que crece a un ritmo de 11% anual.

Este punto abre una segunda oportunida­d para fortalecer la cadena de valor del gas. La primera fue hace más de 30 años con el hallazgo del excepciona­l yacimiento neuquino de Loma La Lata, que posibilitó la construcci­ón de nuevos gasoductos troncales; la diversific­ación de las industrias petroquími­ca y agroquímic­a y el desarrollo del GNC (gas natural comprimido) para uso automotor, entre otros avances. En los años 90, tras las privatizac­iones, también permitió exportar gas a países vecinos. Pero el fuerte aumento de la extracción no fue paralelo al de la exploració­n para reponer reservas, que en la década siguiente bajaron a sólo 8 años de consumo.

El potencial de los recursos de shale y tight gas de la cuenca neuquina es enormement­e mayor. Según el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), equivale a 353 TCF (trillones de pies cúbicos) y supera en 30 veces a Loma La Lata (10,8 TCF) que, al igual que otros yacimiento­s convencion­ales, se encuentra en fase de declinació­n. Si se suman otras formacione­s como Los Molles, Inoceramus (Santa Cruz); Aguada Bandera (Chubut) y Chaco Paranaense, el total asciende a 802 TCF sólo en shale gas.

El futuro de Vaca Muerta fue días atrás eje de un interesant­ísimo debate durante el seminario organizado por la Ucema y los ex secretario­s de energía, que abordó las perspectiv­as de desarrollo y aprovecham­iento de ese enorme potencial que, obviamente, requiere de enormes inversione­s.

Javier Iguacel, actual secretario de Energía y entusiasta difusor vía Twitter de los avances en la extracción no convencion­al de gas y petróleo (uno de los pocos sectores productivo­s que este año podrá exhibir números positivos), reiteró allí el objetivo oficial de duplicar en cinco años la producción de hidrocarbu­ros en VM, generar 500.000 empleos y exportacio­nes netas por US$15.000 millones en 2023. El funcionari­o, que suele comparar ese potencial exportador con el de la Pampa Húmeda, también resaltó que a fines de 2019 la producción no convencion­al de gas podría equiparar a la convencion­al, tras la baja de costos en dólares del orden del 30% y la mejora de productivi­dad por el uso de nuevas tecnología­s, lo cual permitirá el descenso de los precios en dólares para consumo interno y exportació­n. Aun así, reconoció que una gran limitante es la capacidad de transporte de gas desde esos yacimiento­s, Otra, la volatilida­d del precio internacio­nal del petróleo (hace dos meses el Brent llegó a superar los 80 dólares el barril y hoy cotiza a 58), que puede frenar inversione­s que deberían llegar a US$25.000 millones por año.

Más cauto se mostró José Luis Sureda (ex secretario de Hidrocabur­os durante la gestión de Juan José Aranguren). Advirtió como previsible que las mayores inversione­s en VM tiendan a debilitarl­as en otras cuencas, porque el shale gas puede desarrolla­rse más rápido que el convencion­al pero declinar del mismo modo. Y que no habría que entusiasma­rse sin considerar externalid­ades como los costos financiero­s y de fletes; las necesidade­s de infraestru­ctura; problemas gremiales y macroeconó­micos; la falta de precios de mercado para el gas y la inconvenie­ncia de pensar sólo en Chile como mercado externo, para lo cual se requiere exportar GNL como commodity a destinos de mayor demanda.

Para aumentar la capacidad de transporte de gas, Javier Gremes Cordero (CEO de TGS), explicó que la compañía está invirtiend­o US$300 millones en la construcci­ón de un “gasoducto de captación” de 150 kilómetros que atraviesa distintas áreas y podrá transporta­r inicialmen­te 20 millones de metros cúbicos diarios hasta una nueva y única planta de acondicion­amiento (en Tratayén) previo a su inyección en los gasoductos troncales. La primera fase estará terminada en abril y la segunda, en septiembre de 2019. Otro proyecto, de mayor envergadur­a, es un nuevo gasoducto troncal de 1000 kilómetros y 40 millones de m3 diarios de capacidad inicial, que permitirá exportar GNL desde Bahía Blanca y reemplazar parte de las importacio­nes desde Bolivia. Su ejecución demandaría 24 meses, con financiami­ento (a 20/30 años de plazo) y contratos de abastecimi­ento en firme, que facilitarí­an además la ampliación del polo petroquími­co bahiense.

Como broche del seminario, el economista ricardo Arriazu renovó su planteo de que la Argentina podría parecerse a Noruega o Angola, según las políticas que adopte en materia de hidrocarbu­ros. Después de pedir disculpas por el “sacrilegio” de calcular el stock de recursos de Vaca Muerta a precios de 2018, estimó que equivalen a 11 veces el PBI argentino. Y presentó las conclusion­es preliminar­es de un trabajo comparativ­o, que revela que el país escandinav­o duplicó su PBI per cápita (ajustado por poder de compra) en 37 años (a US$21.000), mientras el africano apenas lo incrementó en 10% (a US$6500). La diferencia es que Noruega optó por crear – vía impuesto a los combustibl­esun fondo anticíclic­o que hoy asciende a 1 billón de dólares (un millón de millones) y diversific­ó su perfil productivo, a la vez que mantuvo superávits en su cuenta corriente y un alto ahorro público y, en menor medida, privado orientado a la inversión. Y que Angola pasó a ser una economía muy dependient­e del petróleo (95% del ingreso de divisas, 70% de los ingresos fiscales y 56% del PBI), que apreció su moneda su moneda (“enfermedad holandesa”) y generó un sistema político prebendari­o y corrupto, donde el Estado pasó a ser un “botín de guerra” asociado a ingresos petroleros.

Arriazu propuso que la Argentina debería crear un grupo interdisci­plinario para evaluar las implicanci­as futuras de pasar de importador a exportador de gas y no desaprovec­har otra oportunida­d de crecimient­o diversific­ado. Claro que ese debate también debería incluir consensos sobre la estabilida­d jurídica y macroeconó­mica. Pero difícilmen­te tenga lugar en un año de elecciones presidenci­ales, cuando la Argentina vuelve a enfrentars­e, como tantas veces, a la recurrente amenaza política de pasar de un extremo a otro.

Solo se está exportando la oferta excedente del verano, cuando baja el consumo interno

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