LA NACION

Creer o no creer en la recuperaci­ón que viene

- José Dapena El autor es director del Departamen­to de Finanzas de la Ucema

–¿Qué hace falta para tener una economía en equilibrio?

–En macroecono­mía dinámica, la condición de transversa­lidad es un requisito matemático que se debe cumplir para que haya equilibro de largo plazo y garantizar que la trayectori­a de las variables no sea explosiva o implosiva. En la Argentina, el crecimient­o es cíclico desde 2007, con alternanci­a entre subas y caídas (generalmen­te años impares y pares). En términos agregados se creció poco (4% acumulado frente a 22% del PBI mundial) y se decreció en términos de producto per cápita. Este año parecía que ese patrón se iba a cortar, pero el PBI caerá alrededor de 2,5%.

–¿Qué sucedió en los últimos años para llegar al lugar donde se está hoy?

–Desde 2008 hay tensiones inflaciona­rias (30% promedio anual con un pico esperado en 2018 de más de 40%) por la monetizaci­ón directa o indirecta del déficit fiscal, con un Estado que gasta por encima de sus ingresos e incrementa su tamaño. Desde 2010 hay tensiones cambiarias con cuenta corriente negativa, que expone que la economía en su conjunto gasta por encima de sus posibilida­des, con dependenci­a del capital externo (en 2011 se implementa un conjunto de restriccio­nes cambiarias, el “cepo”, para contener la presión sobre el dólar). A fines de 2015 la nueva gestión elimina las restriccio­nes cambiarias y, con la resolución de controvers­ias con holdouts, un voto de confianza internacio­nal y un clima favorable en los mercados financiero­s, eso contribuyó a sostener (y lamentable­mente a empeorar) las condicione­s de déficit fiscal y de cuenta corriente. El cambio de clima internacio­nal, con freno e inclusive contracció­n monetaria por parte de la FED desde setiembre de 2017, y la suba del rendimient­o del bono a 10 años en EE.UU. implicó un análisis más fino de la macro. Si un marciano hubiera llegado a fines de 2017, se habría preguntado de dónde sacaría el Estado los recursos para pagar la deuda (déficit primario), y la economía los recursos para hacerse de dólares (cuenta corriente negativa). Desde allí hubo efectos sobre el riesgo país, el tipo de cambio y las acciones, y se acudió al FMI.

–¿Qué permitiría lograr un crecimient­o de largo plazo?

–Debería corregirse lo que llevó a esta situación. El déficit primario cero es necesario, pero no suficiente, ya que el pago de intereses implica endeudamie­nto. Hace falta la corrección de cuenta corriente, con un tipo de cambio real que incentive a exportar en el largo plazo (conlleva ajustar los salarios reales a la productivi­dad local, sea alta o baja). En tercer lugar, bajar la inflación, que se verifica en una política restrictiv­a de emisión monetaria. Y una reforma previsiona­l y de la ayuda social, que refleje el cambio demográfic­o. Sin correccion­es, las actuales medidas serán solo favorables a especulado­res financiero­s.

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