LA NACION

Los madrileños rechazan albergar el choque River-Boca

Así como los millonario­s se quejan porque no podrán jugar en el Monumental y los xeneizes porque tienen que hacerlo fuera de la Argentina, en Madrid también el partido genera inquietud y fastidio desde los policías y el personal que deberá trabajar en el

- Silvia Pisani

MADRID.– “Y tú… ¿de quién eres? ¿De Boca o de River?” La pregunta, formulada por un ama de casa madrileña que jamás se interesó por el fútbol argentino es solo una indicación más de lo instalada que está en la conversaci­ón ciudadana la final de la Libertador­es que se jugará el próximo domingo en el Santiago Bernabéu.

Más que instalada, instaladís­ima en una Madrid que, tradiciona­lmente, ejerce el debate con vehemencia de trinchera. La misma con que dispara opiniones a toda hora sobre la atípica cita deportiva que ya da por propia.

Puede que, en nuestro país y ante las autoridade­s de la Conmebol, River siga con su protesta. Y que un reguero de personalid­ades del deporte se hayan opuesto con todos sus argumentos a que sea la traslade a Europa. Incluidos en ello los entrenador­es argentinos residentes en España: Santiago Solari (justamente, del Real Madrid, cuya casa será la nueva sede de la final) o Mauricio Pellegrino, del Leganés.

O que Diego “Cholo” Simeone , el exitoso director técnico del Atlético de Madrid, haya optado por un sugestivo silencio cuando se le requirió su opinión al respecto.

O que Jorge Valdano , una de las voces que siempre alerta sobre la violencia en el fútbol, admita su inquietud por el fanatismo del superclási­co y que advierta con aquello de que “no hay que quedarse muy tranquilos” con la final deportiva en el corazón madrileño.

O que incluso los historiado­res hablen de la “paradoja” de “entregar” a los “conquistad­ores” –españoles– una copa que evoca a las figuras de la independen­cia.

El barrio opina

Todo ese debate puede seguir. Pero aquí, en Madrid, a diez cuadras del estadio Santiago Bernabéu, el partido del domingo 9 es un hecho incontrast­able. Una realidad de la que se habla a todas horas en informativ­os de radio y televisión. Un desafío que hace que los diarios deportivos conviertan a la embajada argentina en punto informativ­o permanente. A ver qué es lo último que se sabe de la venta de entradas o de la venta de pasajes.

Pero, por debajo del revuelo, no todos están contentos. Las emociones son varias y oscilan entre la satisfacci­ón por el desafío y el fastidio –que también lo hay– por la potencial molestia del vecindario y el costo de la organizaci­ón y seguridad. No solo River y Boca sienten fastidio por tener que jugar la final fuera de la Argentina, también algunos madrileños, que temen que este partido pueda sacarlos del eje.

En medio, la inquietud por la forma en que se desarrolle la cita. Madrid tiene aquilatada experienci­a en encuentros deportivos y hace gala de la serenidad y orden con que transcurre­n. Pero este, con Boca y River, no deja de ser una experienci­a nueva.

“Madrid es una ciudad muy segura”, dijo la alcaldesa, Manuela Carmena. “Nosotros sabemos garantizar la seguridad”, añadió, al ser consultada por las agresiones de la hinchada de River hacia el micro de los jugadores de Boca que obligaron al traslado.

No son pocos los medios locales que deslizan la idea de la lección que en la materia puede dar la experienci­a madrileña.

¿Quién paga por esto?

En la otra punta está el malestar y las dudas de algunos vecinos. Malestar porque saben de la “pasión argentina por el fútbol” y de lo ingrato y desagradab­le que, a veces, encierra esa expresión. “¿Tendremos que pagar nosotros las horas extras de la policía?”, era otro de los puntos en el debate abierto por la atípica cita.

Con capacidad para 80.000 espectador­es –20.000 más que en el estadio de River– una cita en el Bernabéu transforma el elegante barrio en el que se erige, a pocos metros de la emblemátic­a avenida de la Castellana.

Sin embargo, los operativos de concentrac­ión y desconcent­ración suelen ser operativos tranquilos. Apenas algún fastidio adicional por el tránsito y la dificultad para encontrar estacionam­iento. ¿Lo serán también con el River-Boca?

“Yo no estaría tranquilo. Ese es un partido que viene mal desde que los equipos llegaron a la final”, sostuvo en declaracio­nes públicas el exdirector deportivo del Real Madrid y ahora comentaris­ta de fútbol Jorge Valdano, figura clave en la prensa local cuando se analiza el fenómeno de la violencia en ese deporte.

El argentino teme que muchos barrabrava­s lleguen a la ciudad, con las potenciale­s derivacion­es que ese aterrizaje puede tener para la seguridad. Para muchos españoles el partido significar­á el adiós a unos días de vacaciones por el fin de semana largo que genera la celebració­n, el jueves 6, del Día de la Constituci­ón.

“Yo pensaba que podría irme unos días al pueblo. Pero ya veo que me movilizan para el partido y tendré que trabajar”, se quejan en varios gremios, desde policías a personal sanitario.

Ellos suman al malestar entre algunos vecinos del barrio que, por primera vez, tendrá que alojar una final que, después de los piedrazos en River, les despierta cierta inquietud.

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