Cuatro huracanes del cambio y la tragedia de los comunes
El crecimiento exponencial de la tecnología, el cambio climático, los gobiernos populistas y las variaciones demográficas son fenómenos que producen transformaciones globales simultáneas
¿Qué es más impredecible que el efecto de un huracán? Respuesta: la consecuencia de cuatro huracanes actuando en forma conjunta y en simultáneo. Para Kate crawford, una experta en el impacto de la inteligencia artificial en el plano social, esto es lo que ocurre hoy cuando uno trata de imaginar escenarios a 5, 10 o 20 años. “Es una tarea imposible, porque tenemos cuatro fuerzas (huracanes) inéditos que impulsan cambios nunca vistos”, explica crawford. “Por un lado, la exponencialidad tecnológica, que es en la que se suele hacer foco. Pero también el cambio climático, el crecimiento de los regímenes populistas de gobierno en el mundo y los cambios demográficos”, agrega.
crawford fue una estrella pop en australia y programadora, y actualmente es profesora de NYU y dirige un centro financiado por Microsoft para estudiar el impacto de la inteligencia artificial (ia) en la sociedad. Días atrás visitó Buenos aires, invitada por la iniciativa argentina 2030, y conversó con la nacion. Para crawford, estos cuatro movimientos moldearán un mundo que puede ser muy distinto en el mediano plazo. Una sola variable, la demográfica, tiene alguna posibilidad de predicción: sabemos que el centro de gravedad poblacional se trasladará a india y África, que muchos países desarrollados envejecerán, pero esa posibilidad de pronóstico no implica que sociedades, gobiernos y empresas se estén preparando adecuadamente.
Para otras dos variables, la del avance de la tecnología –en particular de la ia– y el cambio climático, la especialista mencionó un concepto que se repitió en las conversaciones del G-20: el de la “tragedia de los comunes”, que por estos días cumple 50 años desde su difusión masiva.
En el número de diciembre de 1968 de la revista Science, el ecólogo estadounidense Garrett Hardin hizo alusión a este esquema en el que varios individuos, motivados por su interés personal pero actuando en forma estrictamente racional, terminan por destruir un recurso común a todos. Hardin tomó en realidad una idea desarrollada por el matemático y filósofo de oxford William Forster lloyd en el siglo XiX. interesado en demografía, Forster lloyd armó un modelo en el que dueños de ovejas terminaban saturando tierras de uso común por su explotación excesiva.
El artículo de Hardin es uno de los más citados en la historia de la ciencias Sociales (también tuvo críticas feroces) y derivó en investigaciones en sociología, economía, teoría de los juegos, psicología, etcétera. la “tragedia de los comunes” motivó trabajos que van desde analizar el comportamiento de la gente en el subte a por qué los estudiantes no lavan los platos que usan en los comedores comunitarios de universidades. En finanzas públicas se publicaron en las décadas siguientes centenares de artículos y libros con modelos de bienes públicos, externalidades y
free riders (los que usan un recurso común sin pagar por él).
Brett Frischmann es un profesor de Derecho, Negocios y Economía de la Universidad de Villanova que este año publicó el libro Re-Engineering
Humanity. Frischmann estudia desde hace años las propiedades de los “bienes comunes de conocimiento”, cada vez más importantes en una sociedad de la información, y cree que los dos grandes desafíos que afrontamos a nivel global (el deterioro ambiental y los dilemas tecnosociales) encajan perfecto en un esquema de “tragedia de los comunes”, donde hay demasiados incentivos económicos para mantener el statu quo y poca coordinación de políticas que, por sus características, solo se pueden ejecutar con consenso planetario.
Línea de tiempo
la sucesión de tormentas, incendios y otras catástrofes naturales este año intensificaron el debate sobre el cambio climático: no solo crece el número de desastres sino que sus costos –materiales y en vidas– son mucho mayores. Hay quienes creen que un deterioro que muestra una trayectoria exponencial solo puede solucionarse con ideas muy distintas y radicales.
El astrofísico David Grisnpoon sostiene, por ejemplo, que la “geoingeniería” podría ser el camino de salvación frente al empeoramiento ambiental, por el cual se prevé que –en un escenario optimista– para fin de siglo la Tierra tendría una temperatura promedio por lo menos dos grados celsius más alta que la actual.
Grinspoon es un experto en planetas del sistema solar que cambiaron drásticamente sus condiciones climáticas en períodos largos, como Venus y Marte, y cree que allí hay pistas para prever las modificaciones que ocurrirán en la Tierra, más allá de los efectos del hombre. Uno de los centros de “Geoingeniería” más renombrados a nivel académico es la Universidad de oxford, en inglaterra (donde nació la idea de la “tragedia de los comunes”). allí hay varias líneas de investigación y propuestas que se engloban en dos categorías: tratar de que una parte de la energía solar no llegue a la Tierra, colocando reflectores gigantescos en el espacio, por ejemplo; y por otro lado, esfuerzos de distinto tipo para remover dióxido de carbono de la atmósfera.
El estudio más reciente sobre cambio climático y tragedia de los comunes es de matemáticos de EE.UU., austria y checoslovaquia. apelando a la teoría de los juegos, el trabajo concluye que la cosa “se va a poner mucho peor antes de empezar a mejorar”. Esto es, que habrá que esperar a que catástrofes más dramáticas hagan sonar la alarma de la conciencia de los líderes globales para disparar una coordinación planetaria.
Una línea de tiempo con los desastres naturales de 2018 se parece, en intensidad, a las “catástrofes” causadas por algoritmos fuera de control en igual período. “En un año cualquiera, el escándalo de cambridge analytica (la empresa inglesa de minería de datos que tuvo una controversial participación en la campaña presidencial de los EE.UU. y en el plebiscito inglés por el Brexit) hubiera sido la noticia excluyente”, dice crawford. “Pero este año fue una más en una larga lista de desastres provocados por programas e ia”, agrega. En la línea de tiempo que mostró la experta en una reunión con periodistas en la casa Rosada incluyó la acción de clase (colectiva) de usuarios contra Facebook por discriminación por edad en los avisos de empleo, entre otros eventos desafortunados.
crawford cree que, en esta tragedia de comunes, hay empresas con una oportunidad de rentabilidad muy grande que no es contrapesada con políticas regulatorias adecuadas y tampoco con conciencia social sobre la gravedad del tema. “Días atrás, amazon patentó un sistema por el cual alexa –el asistente de ia que desarrolló la firma para los hogares– puede detectar el estado de ánimo por nuestro tono de vos y ofrecernos productos y servicios acordes. o tosemos y nos ofrecen remedios para la tos. En ese punto estamos”, sostuvo. los algoritmos son programados por humanos con sesgos, y replican y amplifican esas desviaciones.
crawford cree que la amenaza de la “singularidad” –la hipótesis de que la inteligencia artificial supere a la humana, pronosticada por algunos futurólogos para entre 2030 y 2045– es un escenario muy discutible y que solo tiene sentido preocuparse si uno es un megamillonario (como Elon Musk) y solo puede temer que venga un programa a destronarlo. Pero que no tiene sentido, como sociedad, concentrar allí la atención y los recursos porque hay problemas mucho más graves y acuciantes en el corto plazo, o en el presente. “Hay quienes temen que los algoritmos se vuelvan ‘ultrainteligentes’ y dominen el mundo”– dice crawford–pues bien, a ellos les digo que os algoritmos son estúpidos y ya dominan el mundo”.