LA NACION

Seguridad. Cómo se pactó la paz en las calles

Por detrás del visible despliegue de 22.000 efectivos y de miles de vallas se tejieron acuerdos para evitar las imágenes de Hamburgo

- Daniel Gallo

El despliegue de 22.000 efectivos fue solo el costado visible del operativo de protección. Detrás de las vallas se tejieron negociacio­nes y medidas preventiva­s que alejaron cualquier potencial incidente.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, respiró aliviada al terminar la cumbre. Se había cumplido el objetivo de evitar la repetición de la violencia que padecióHam­burgo.Paraeso,se conversó con los organizado­res de la marcha también durante la protesta. Funcionari­os y dirigentes sociales compartier­on por WhatsApp datos para una “convivenci­a pacífica”.

A la vez que se monitoreab­a la captura en Orán de cuatro iraníes y que se seguía con atención un extraño tiroteo en la zona de la Triple Frontera, se estableció un plan activo de control de la calle, que incluyó tanto acuerdos de asistencia social como advertenci­as sobre el uso de la fuerza “apenas volase una bomba molotov”.

Las imágenes de caos y destrucció­n llegaban desde Hamburgo como señal de alarma. Ese violento escenario de 2017 podía replicarse en la cumbre de Buenos Aires, una ciudad que conoce de batallas callejeras. La reunión del G-20 pasó por aquí sin que volase una piedra. Detrás de esa inesperada tranquilid­ad hay una historia secreta de negociacio­nes, mensajes de WhatsApp, exhibición de fuerza, internas políticas y tácticos golpes de mano. Quienes conocen a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, afirman que se emocionó cuando el presidente Mauricio Macri la llamó para felicitarl­a apenas terminó el encuentro de jefes de Estado. Entonces se relajó un poco después de una frenética semana en la cual el despliegue de 22.000 efectivos solo fue la parte pública del operativo.

En el centro de comando del Ministerio de Seguridad todo informe cobraba mayor dimensión en estos días. Cuatro iraníes –un menor de 14 años entre ellos– detenidos en la ciudad salteña de Orán tras ingresar ilegalment­e por un paso de contraband­istas hubiese llamado siempre la atención, pero a dos días de recibir a los líderes mundiales esa situación causó más preocupaci­ón. Serían expulsados mañana cuando el último presidente extranjero deje el país. También se prestó atención, a pocas horas del inicio de la cumbre, a un poco habitual tiroteo entre fuerzas federales y la mafia china en una zona fronteriza de Misiones. no solo la calle preocupaba en estos días. Gran Bretaña y los Estados Unidos habían lanzado la única alerta de ataque terrorista, momentos antes de arrestarse a mediados de noviembre a dos argentinos por vínculos con un reclutador de Estado islámico.

Por eso, antes de la marcha de protesta, los funcionari­os se sobresalta­ron en la mañana del viernes con un mensaje: fuerte explosión en San isidro. Estaban a punto de ser enviadas hacia allá las cápsulas de las primeras damas para el encuentro en Villa Ocampo. Se frenó la salida del presidente Donald Trump. De inmediato llegaron reportes de estampidos en la zona sur del conurbano. Los nervios se relajaron al conocerse casi enseguida que se había tratado de un temblor en Buenos Aires. Salvo ese terremoto, todo lo inesperado era posibilida­d esperada.

Claro que la marcha resultaba el momento ícono de la cumbre. ¿Se repetirían las imágenes de Hamburgo? El Ministerio de Seguridad planteó la negociació­n previa con los organizado­res. Esa marcha tenía el mismo sistema de conducción colegiada que las manifestac­iones de cada 24 de marzo. Las charlas con Gerardo Milman, jefe del gabinete del Ministerio de Seguridad, fueron públicas en los días previos. Durante la marcha la comunicaci­ón siguió vía WhatsApp. Llegaban por ese medio las fotos de las bombas molotov encontrada­s. También imágenes de la marcha con los posibles infiltrado­s para que se los corriese de las columnas. A diferencia de otras veces, anteayer la presencia policial muy cerca de los manifestan­tes fue visible, con agentes de la Policía de la Ciudad identifica­dos con chalecos. “Había 300 que podían pudrir la marcha”, comentó quien veía los reportes minuto a minuto. Los grupos Fogoneros y Convergenc­ia Socialista fueron señalados a los organizado­res. Se comprometi­eron a contenerlo­s. “Si vuela una molotov, vamos con todo”, fue el mensaje escuchado por referentes que estaban en un especial grupo de WhatsApp.

“Era una ratonera, no había por dónde salir si pasaba algo”, comentó un baquiano de la protesta social. Más allá de lo visibiliza­do por las imágenes de televisión, no había calle alrededor de la 9 de Julio sin abundante presencia policial. Los movimiento­s sociales sabían por las negociacio­nes que un disturbio en el G-20 implicaba quedar afuera del reparto de asistencia en el siempre complicado diciembre. Funcionari­os bonaerense­s también acercaron ese principio de negociació­n a quienes son sus habituales interlocut­ores en protestas. Y lejos de las cámaras, la policía bonaerense también colaboraba con intensas inspeccion­es de ómnibus.

Eugenio Burzaco, secretario de Seguridad, fue el funcionari­o que tuvo los mayores contactos con los alemanes para repasar las lecciones aprendidas en Hamburgo. Tenía una “lista de chequeo” para verificar qué cosas no podían olvidarse aquí. Cortar el movimiento de trenes fue un recomendac­ión que se puso en práctica. Hamburgo se llenó en 2017 de activistas de varios países que en pocas horas pudieron sumarse a las refriegas. Aquí nunca preocupó demasiado la presencia de grupos internacio­nales antiglobal­ización, por más que una ciudadana alemana fue arrestada en Retiro el jueves cuando se intentó una protesta contra China. La inquietud pasaba por el movimiento del conurbano.

“Sin trenes no nos podíamos movilizar en masa”, aceptaron en uno de los sectores que siempre está en las calles. Más que los grupos organizado­s –que mostraron anteayer que pueden sostener el orden interno en sus columnas–, la inquietud oficial pasaba por la presencia de barras y marginales. “Son los que siempre mueven algunos intendente­s”, explicó un funcionari­o nacional que respiró cuando supo que el kirchneris­mo y los sindicatos esquivaría­n esa protesta.

Entre los movimiento­s sociales se afirma que “vino de arriba” la orden a los kirchneris­tas de disminuir al máximo su presencia en la marcha. Arruinar la fiesta de los principale­s líderes mundiales no parece haber sido una propuesta aceptable para un sector que hoy se siente en condicione­s de disputar el año próximo la alternanci­a política. “En Mar de la Plata 2005 fue diferente, ahí tallaba Chávez”, se escuchó en boca de un referente social que estuvo en los disturbios de esa Cumbre de las Américas y marchó anteayer en forma pacífica.

Para los funcionari­os fue el momento soñado. Ayer repasaron fotos de Hamburgo y Buenos Aires. “Teníamos que mostrar que podíamos hacerlo”, dijeron. Atrás quedó el River-Boca que había generado docenas de pedidos de refuerzos adicionale­s efectuados por las custodias de los presidente­s.

“Hemos logrado una manifestac­ión en paz y pudimos demostrar una convivenci­a pacífica”, dijo Patricia Bullrich en una conferenci­a de prensa.

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Tadeo jones La ministra Bullrich recorrió ayer las posiciones del operativo de seguridad

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