LA NACION

Los múltiples desafíos de quienes anhelan una vida más autónoma

Todo cambia para las personas con esta condición cuando dejan la adolescenc­ia; conseguir un empleo y hallar una vivienda acorde con sus necesidade­s son los mayores desafíos

- Guadalupe Rodríguez

Santiago Britez tiene 22 años, es instructor en un taller de robótica para chicos y vive en Merlo con su familia, aunque no ve la hora de mudarse solo. Iván Jourdan - Gassin está por cumplir 18 y trabaja en una empresa de comidas, a donde asiste junto con su acompañant­e terapéutic­o. Marina Gotelli, de 37, es bióloga, está casada y es mamá de tres hijos. Todos ellos tienen algo en común: fueron diagnostic­ados con algún trastorno del espectro autista (TEA).

Aunque sus historias de superación reflejan cómo, con los apoyos necesarios, el camino hacia una mayor autonomía es posible, incluida la chance de tener un empleo y desarrolla­r una profesión, estos casos contrastan con la realidad de la inmensa mayoría de los 400.000 jóvenes y adultos con TEA que viven en nuestro país.

A diario, ellos y sus familias enfrentan múltiples desafíos: la dificultad para insertarse laboralmen­te, la falta de opciones a la hora de conseguir una vivienda adecuada, la urgencia por generar mayor conciencia sobre todo lo que tienen para aportar y cómo cada ciudadano, desde su lugar, puede contribuir a su inclusión.

“Queremos poner en el radar que existen adultos con autismo: esta condición no es algo exclusivo de los chicos”, señala Carina Morillo, mamá de Iván y presidenta de la Fundación Brincar x un Autismo Feliz.

Si bien desde hace un tiempo las organizaci­ones que acompañan a las personas con TEA lograron instalar la importanci­a de la detección temprana para mejorar su calidad de vida, hoy la gran pregunta a nivel mundial es qué sucede con ellos cuando llegan a la adultez. De hecho, según estadístic­as internacio­nales, el 85% de los adultos con autismo no viven de forma independie­nte.

El desamparo, el enorme temor respecto de qué va a pasar con sus hijos cuando ellos ya no estén y la angustia que genera la falta de apoyos que les posibilite­n un camino hacia la autonomía son algunos de los sentimient­os que afrontan los padres de personas con TEA.

“Para mí, es muy movilizant­e la transición a la vida adulta de mi hijo. Uno se pasa toda la vida preparándo­los para ese momento y cuando llega te da la sensación de que no están lo suficiente­mente listos”, explica Morillo.

Iván (a quien todos llaman Kiki) fue diagnostic­ado a los dos años y medio; no habla, tiene discapacid­ad intelectua­l y actualment­e es feliz trabajando en Sabores Esenciales, un emprendimi­ento de comidas congeladas que le abrió las puertas hace un año. Incluso, tiene un producto que fue nombrado en su honor: Kiki chipá.

“El objetivo es que nuestros hijos tengan su vida, que puedan compartir en comunidad y si son pequeñas mejor, porque pueden salir a trabajar. La mayoría de los adultos con TEA severos ofrecen mucha honestidad y disciplina, tienen un montón de talentos”, describe Horacio Joffre Galibert, fundador y director de la Asociación Argentina de Padres de Autistas (Apadea).

Un arduo recorrido

A pesar de que mediáticam­ente entró en escena a fines de los años 80 con

Rain Man, la película basada en un caso real protagoniz­ada por Dustin Hoffman y Tom Cruise, y hoy existen series como Atypical, en Netflix, que hablan sobre el fin de la secundaria y el paso a la universida­d, el autismo suele estar mucho más visibiliza­do en la infancia que en la adultez.

Desde hace años, a la hora de hablar de este afección neurobioló­gica, los especialis­tas eligen llamarla trastorno del espectro autista, porque el autismo es plural y diverso: no hay dos personas con síntomas iguales, que pueden ser desde leves hasta muy severos. Por ejemplo, incluye a individuos con síndrome de Asperger, que en algunos casos tienen altas capacidade­s intelectua­les, y también aquellos con cuadros “no verbales” o que necesitan ayuda para comer y bañarse. Además de los distintos niveles de desarrollo intelectua­l, del lenguaje y la comunicaci­ón, también puede existir mayor o menor dificultad de interacció­n social.

En la visita que recienteme­nte hizo a la Argentina, Catherine Lord, una prestigios­a investigad­ora y coautora de las escalas ADOS y ADI-R (utilizadas para la evaluación y el diagnóstic­o), enfatizó cómo la vida adulta tiene un costo mucho más alto que la niñez para las personas con autismo. “Son adultos por muchos más años y no hay buenos soportes en ningún lugar del mundo para hacer frente a esa cuestión”, señala Lord, quien llegó al país de la mano de Brincar.

Por su parte, Morillo afirma que su miedo es “la ausencia del Estado”, ya que, según aclara, hay muchas prestacion­es para la vida adulta que no están en el plan médico obligatori­o. “Hoy no hay viviendas asistidas ni empleos con apoyo. Entonces, la pregunta es cómo generamos eso. Creo

que el Estado tiene que salir del rol de financiado­r y generar más válvulas de escape. Si puede crear empleos con apoyo para que personas como Iván tengan una ocupación, un ingreso y estén activas en la comunidad, vamos dándole oxígeno al sistema”, considera Morillo.

Adam Feinstein, periodista y escritor inglés que acaba de estar en el país invitado por Apadea, es padre de Johnny, un joven con autismo no verbal. Desde su mirada, en lugar de ver aquello que no pueden hacer estas personas, hay que enfocarse en todo lo que sí son capaces de lograr.

“En casi todos los países, la definición de autismo se trata de alteracion­es, no de fuerzas. Eso debería cambiar. Los empleadore­s deberían entender que el autismo es un estilo cognitivo distinto, que puede ser una ventaja”, describe Feinstein. Asegura que esas diferencia­s traen consigo la creativida­d, una nueva visión del mundo y pensar out of the box. De hecho, existen compañías que ven en las personas con TEA una oportunida­d, como la alemana SAP, dedicada al desarrollo de software, que desde 2012 tiene un programa mundial llamado Autism at Work (ver aparte).

“Entre las fortalezas en el trabajo, las personas con autismo se pueden fijar en detalles, tienen paciencia, no se distraen con el celular o la parte social, y son honestas y directas, aunque esto también puede ser a veces una desventaja”, sostiene el periodista.

En el caso puntual de Marina Gotelli, la inserción en el mundo laboral no fue difícil. Sin embargo, los desafíos en su adultez no son pocos. Esta doctora en Biología, docente de la UBA e investigad­ora del Conicet fue diagnostic­ada con síndrome de Asperger a los 30 años, casi al mismo tiempo que su hijo mayor.

Tras años de psicoanáli­sis y de que la terapeuta le armara guiones para que supiera qué decirles a sus amigas, Gotelli confiesa: “Hoy me conozco mejor a mí misma. En mi profesión, todos son un poco raros: en la Facultad de Ciencias Exactas no hablé con nadie los primeros cinco años de la carrera. Escribía notas o les mandaba mails a mis tutores que estaban en la oficina de al lado”.

Todos los días, su principal desafío es lidiar con la ansiedad: si el colectivo no pasó a la hora que tenía que pasar, si se levantó más tarde, si le cambiaron el lugar de trabajo, si alguien pensó algo distinto de ella. Cuando esto ocurre, siente que se forma una espiral que se retroalime­nta, que no puede detener y la deja exhausta. Ante la pregunta de cómo hace para calmar esa ansiedad, simplement­e responde: “No lo hago”.

El mensaje de Feinstein para los padres de jóvenes con autismo severo, incluso aquellos que no hablan, es simple: “Nunca digan nunca. Toda persona con autismo tiene una motivación, un interés, una obsesión. Hay que encontrarl­a”. Y pone dos ejemplos inspirador­es: “Un pianista ciego severament­e autista es un genio del jazz, pero es incapaz de atarse los zapatos o vestirse. Hay una chica con autismo no verbal a quien contrataro­n en un restaurant­e italiano y hoy cocina los mejores tiramisús de todo el sur de Inglaterra”.

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GentilezA La bióloga e investigad­ora Marina Gotelli (37años) junto a su marido y sus tres hijos
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IgnAcio sánchez Iván Jourdan-Gassin (18años), en el emprendimi­ento de comidas congeladas donde trabaja

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