Una declaración con pocas referencias a los derechos humanos
Por omisión, el mensaje final del G-20 refleja las diferencias entre los socios sobre un tema sensible
El comunicado de la Cumbre de Líderes del G-20 eliminó las principales referencias sobre derechos humanos que se habían consensuado en el encuentro del año anterior, en Hamburgo, un reflejo de las crecientes divergencias que existen entre los socios del grupo sobre la importancia del compromiso con las garantías básicas.
Los líderes del G-20 reafirmaron en su mensaje final su compromiso para “trabajar juntos para mejorar un orden internacional basado en reglas”, una defensa del multilateralismo que, en tiempos de auge de los nacionalismos, había quedado en duda y que se confirmó con la redacción del comunicado. Pero el consenso plasmado en ese documento dejó en el camino compromisos explícitos en favor de los derechos humanos.
En el mensaje de Hamburgo, los líderes del G-20 se habían comprometido “a fomentar la implementación de los estándares laborales, sociales y ambientales, y los derechos humanos”.
Además, ese documento había dejado otro compromiso para resguardar a los refugiados, que también incluyó otra referencia a los derechos básicos. Al referirse a los migrantes, ese communiqué hizo “especial hincapié” en los grupos vulnerables, las mujeres en situación de riesgo y los niños, “y la protección de los derechos humanos de todas las personas, independientemente de su estatus”.
El mensaje de Buenos Aires solo reconoció el acceso a la educación como un derecho humano. Y al hablar de refugiados no dejó ningún compromiso expreso: “Los grandes movimientos de refugiados son una preocupación mundial con consecuencias humanitarias, políticas, sociales y económicas. Enfatizamos la importancia de las acciones compartidas para abordar las causas profundas del desplazamiento y para responder a las crecientes necesidades humanitarias”, señaló.
Pese a estos retrocesos, la cumbre cerró en un clima triunfal solo por el hecho de que hubo un comunicado. Varios líderes celebraron que ese mensaje llegara a ver la luz, un desenlace que no estaba garantizado. La última cumbre del G-7, en junio, en Canadá, o, más recientemente, el encuentro del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) habían terminado sin comunicado. Y el grupo había llegado a Buenos Aires con marcadas diferencias que ponían en duda la defensa del sistema multilateral y, por ende, la relevancia del foro.
Así, el consenso final, forjado en el último minutos, dejó varios párrafos en el camino y pareció ofrecer un triunfo a los autócratas del grupo, como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, o el príncipe saudita, Mohammed ben Salman, quien llegó al encuentro envuelto en el escándalo por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. O incluso el propio Donald Trump, cuya presidencia ha relegado la agenda de derechos humanos respecto de sus antecesores.
Al brindar un balance sobre el documento, un alto funcionario del gobierno de Trump mencionó como principal novedad el reconocimiento “por primera vez” de la necesidad de reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) y celebró el mensaje final: “Hoy es un gran día para los Estados Unidos –dijo, tras el cierre de la cumbre–. El G-20 acaba de adoptar un comunicado por consenso. Es un consenso que cumple con muchos de los objetivos más grandes de Estados Unidos”.