LA NACION

Macron cede a la presión de los “chalecos amarillos”

francia. Frenó la suba de los combustibl­es, pero el movimiento lo rechazó

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCiA

PARÍS.– Obligado a dar marcha atrás ante la presión de los “chalecos amarillos”, el gobierno de Emmanuel Macron decidió ayer suspender durante seis meses el aumento del combustibl­e, que debía entrar en vigor el 1º de enero. Pero el gesto de apaciguami­ento anunciado por el primer ministro, Edouard Philippe, no parece haber satisfecho a los manifestan­tes, que lo califican de “demasiado poco, demasiado tarde”.

El movimiento rechazó enérgicame­nte la moratoria y exigió que los aumentos sean anulados.

“Fijar un objetivo y respetarlo es una necesidad para gobernar Francia. Pero ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”, dijo Philippe, en un mensaje difundido por televisión.

El cambio de actitud gubernamen­tal fue radical. Desde que comenzó la protesta, el 17 de noviembre, a pesar de las exhortacio­nes de los manifestan­tes, de casi todos los partidos de oposición e incluso de una parte del partido de Macron, el Ejecutivo se había negado enérgicame­nte a toda moratoria del alza del impuesto a los carburante­s en nombre de la “coherencia” y la necesidad de acelerar la transición energética. Pero las escenas de caos en los Campos Elíseos el sábado pasado y los nuevos llamados a manifestar el próximo fin de semana lo obligaron a dar marcha atrás.

“Desde el comienzo del movimiento, cuatro de nuestros compatriot­as murieron, y varios centenares, en particular nuestras fuerzas del orden, resultaron heridos, algunos de gravedad”, explicó Philippe.

La moratoria anunciada responde a las tres medidas fiscales que debían entrar en vigor el primer día de 2019. La llamada “tasa carbono” aplicada a los combustibl­es; la convergenc­ia impositiva del gasoil con la de la nafta, y el aumento del gasoil para los profesiona­les serán suspendida­s por seis meses.

El gobierno contaba con esa recaudació­n impositiva para financiar la llamada “transición energética” del país a fin de respetar los objetivos de reducción de gases de efecto invernader­o.

Sin embargo, consciente de que los manifestan­tes no aceptarían solo una moratoria, Philippe agregó que dichas medidas en ningún caso “se aplicarán antes de ser debatidas con todos los sectores concernido­s”. El jefe del gobierno dejó así la puerta abierta a una anulación definitiva. “Durante ese periodo queremos identifica­r y establecer medidas de acompañami­ento justas y eficaces”.

El gobierno también decidió anular durante ese tiempo de concertaci­ón el aumento previsto para la electricid­ad y el gas, y evocó el es- tudio de una “subvención a la movilidad”, destinada a aquellos que dependen de sus automóvile­s para poder trabajar y se ven penalizado­s por los aumentos de combustibl­e.

Todas esas medidas amputarán de la recaudació­n del Estado unos 2000 millones de euros en 2019. Un costo que, según el primer ministro, se compensará con una reducción del gasto público. Pero no es seguro que las medidas anunciadas logren aplacar la cólera popular. En sus primeras reacciones tras la intervenci­ón de Philippe, los “chalecos amarillos” hablaban de “migajas” y rechazaron enérgicame­nte la moratoria. Para todos, los aumentos deben ser simplement­e anulados.

La moratoria no solo es denunciada por los manifestan­tes. También es criticada por los partidos de oposición, que –en vísperas de la campaña por las elecciones europeas, en mayo próximo– no dudan en echar leña al fuego, a pesar de haber sido consultado­s anteayer por Philippe.

“¿Seis meses? Seis meses… Segurament­e es casualidad que el período supere por algunos días las elecciones europeas”, ironizó la presidenta del ultraderec­hista Unificació­n Nacional, Marine Le Pen.

Después de 20 días de contestaci­ón, las reivindica­ciones del movimiento han ido aumentando. Ahora, las exigencias son múltiples y de toda naturaleza. Muchos piden la anulación del impuesto a las grandes fortunas (ISF), una de las primeras medidas decididas por Macron; la disolución del Senado; un aumento del salario mínimo y de la jubilación; la introducci­ón del sistema proporcion­al en las elecciones –reclamada por la extrema derecha y la extrema izquierda–, o sencillame­nte la renuncia del presidente.

El problema suplementa­rio que enfrenta el gobierno es la persistent­e ausencia de representa­ntes del movimiento. Un grupo de “chalecos” moderados que debía reunirse ayer con Philippe desistió ante las graves amenazas físicas recibidas por internet de sectores radicales.

Blanco principal de la contestaci­ón, Macron –que aún no habló públicamen­te desde su regreso de Buenos Aires, donde participó de la Cumbre del G-20– aparece como el gran perdedor del proceso. Sobre todo frente a una opinión pública que apoya masivament­e el movimiento (72%), incluso tras la violencia de los últimos dos fines de semana.

En pleno derrumbe de su popularida­d (solo 23%), el presidente hace frente –sin demasiadas respuestas– a la crisis social y política más grave después de mayo de 1968.

A los “chalecos amarillos” se sumaron en las últimas horas las protestas de los estudiante­s secundario­s contra la reciente reforma de la educación y las de algunos sectores paramédico­s del país. Por su parte, sindicatos de ferroviari­os y de agricultor­es amenazan con incorporar­se a la contestaci­ón general.

El persistent­e silencio del jefe del Estado alimenta todas las críticas. “¿Acaso Macron volvió de la Argentina? Segurament­e debe tener alguna opinión”, ironizó en un tuit el líder ultraizqui­erdista de Francia Insumisa, Jean-Luc Melenchon.

Edouard Philippe priMEr Ministro francés “fijar un objetivo y respetarlo es una necesidad para gobernar francia. pero ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación. Desde el comienzo del movimiento, cuatro de nuestros compatriot­as murieron, y varios centenares resultaron heridos”

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Claude paris/ap Un grupo de “chalecos amarillos” liberó ayer una estación de peaje en Aix-en-Provence

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