LA NACION

China reinstala la “diplomacia del ping-pong” para aumentar su influencia en el Pacífico

Medio siglo después de ayudar al acercamien­to con Washington, el régimen vuelve a recurrir al deporte en su relación con otros países

- Charlotte Greenfield AGENCiA REUTERS

PUERTO MORESBY, Papúa Nueva Guinea.– En un edificio de Puerto Moresby financiado por China y enclavado en una colina escarpada con vista al centellean­te puerto, los mejores jugadores de ping-pong de Papúa Nueva Guinea (PNG) perfeccion­an técnicas aprendidas meses antes en un viaje a Shanghai.

El respaldo que brinda a través de ese deporte le sirve a China para afianzar su influencia en esta nación del Pacífico, más conocida por su predilecci­ón por el rugby.

Si bien el número de aficionado­s en PNG es pequeño, el prestigio del ping-pong está en aumento. Su federación cree que sus jugadores pronto podrán clasificar­se para los Juegos Olímpicos, algo poco frecuente en el Pacífico Sur e inédito para el ping-pong de PNG.

En noviembre, los mejores jugadores de PNG también tuvieron la oportunida­d de conocer al presidente chino, Xi Jinping, durante su viaje a Puerto Moresby.

En un editorial publicado en un diario de PNG justo antes de su visita, Xi propuso “escribir un nuevo capítulo en la relación pueblo a pueblo” y presentó al deporte como un ejemplo en pos de ese objetivo.

El esfuerzo del mandatario chino, de sus funcionari­os, de los empresario­s y de las estrellas del deporte forma parte de una jugada de “poder blando” que representa la fase siguiente de la iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, el programa distintivo de Xi, en una época en que los gobiernos occidental­es intercambi­an feroces críticas con China por su creciente influencia en el Pacífico.

“Todos esos actores están tratando de implementa­r las políticas y los objetivos del presidente Xi Jinping”, dice George Shao, un empresario radicado en Puerto Moresby y presidente de la federación local de ping-pong. “Se trata de una plataforma para mejorar la relación entre las personas de los dos países. Estamos interconec­tados”.

Hasta ahora, gran parte de la conexión de China con el Pacífico Sur ha sido por medio de proyectos de infraestru­ctura a gran escala que dieron como resultado pesadas deudas para las naciones de la región, en su mayoría islas pequeñas y pobres.

PNG tiene la mayor deuda con China en el Pacífico Sur –unos 590 millones de dólares–, principalm­ente por proyectos de infraestru­ctura como caminos, estadios, universida­des y plantas procesador­as de pescado.

“Lo están ‘ablandando’ con estos programas como la diplomacia del ping-pong”, dice Stanley Rosen, experto en política china de la Universida­d del Sur de California. “El poder blando será cada vez más utilizado en el Pacífico”.

Hace casi 50 años, China y Estados Unidos usaron la “diplomacia del ping-pong” para ayudar a restablece­r las relaciones, con un intercambi­o de jugadores que allanó el camino para que el entonces presidente norteameri­cano Richard Nixon visitara China, en 1972.

Junto con el ping-pong, China está aumentando las clases de lengua mandarín y las becas universita­rias en el Pacífico Sur. Pekín también adquirió frecuencia­s de radio en la región y ha puesto a disposició­n un buque hospital de la Armada para ofrecer tratamient­os médicos, incluida la tradiciona­l medicina china.

De todos modos, es poco probable que el ping-pong logre ganar más adeptos que el rugby en un país en el que la gente llena las canchas para jugar durante la noche y donde a veces estallan episodios de violencia entre fanáticos de equipos rivales.

Los jugadores practican en un centro de entrenamie­nto cedido por un constructo­r chino, sobre un piso deportivo especial de un rojo brillante donado por la marca Shanghai Double Happiness.

Los jugadores también pudieron comprar mesas de ping-pong gracias a subvencion­es de la embajada de China y están negociando que los financie un entrenador a tiempo completo, como en Vanuatu.

Los miembros del selecciona­do nacional son enviados a China antes de las grandes competenci­as internacio­nales para entrenarse durante varias semanas.

“Shanghai es un lindo lugar, así que cuando escuché que íbamos a ir ahí me puse muy feliz y ansioso”, dice Geoffrey Loi, un estudiante de secundaria de 18 años considerad­o la gran promesa para obtener un lugar en los Juegos Olímpicos de París 2024. “China tiene las mejores instalacio­nes para entrenarse y los mejores entrenador­es. Aprendimos muchas cosas”.

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