LA NACION

Pidieron la captura de un juez federal en una investigac­ión por narcotráfi­co

Carlos Soto Dávila, titular del Juzgado Federal N° 1 de Corrientes, será indagado mañana por su colega Sergio Torres en Comodoro Py; los fueros judiciales evitaron el arresto del magistrado

- Germán de los Santos y Gabriel Di Nicola

El escándalo del narcotráfi­co en Itatí, en Corrientes, primero involucró a la dirigencia política y a funcionari­os de fuerzas de seguridad. Sin embargo, los nexos y complicida­des de los supuestos capos narcos, según el expediente, también habrían estado aceitados en el Poder Judicial. Ante el conjunto de pruebas, el juez federal Sergio Torres ordenó la detención de su colega Carlos Soto Dávila, titular del Juzgado Federal N° 1 de Corrientes. El magistrado está acusado de ser el jefe de una asociación ilícita y de favorecer con sus decisiones, a cambio de dinero, a los sospechoso­s que debía investigar.

Soto Dávila, juez federal con competenci­a electoral desde hace 22 años, no quedó preso, a diferencia de sus secretario­s Pablo Molina y Federico Grau, porque tiene inmunidad de arresto. Para hacer efectiva su detención debe ser destituido por un jurado de enjuiciami­ento en el Consejo de la Magistratu­ra, donde acumula a lo largo de su trayectori­a diez causas por mal desempeño que nunca prosperaro­n.

Pese a sus fueros, Soto Dávila puede ser indagado. Esa diligencia se hará mañana en el cuarto piso del edificio de Comodoro Py 2002, en Retiro.

“Estoy tranquilo porque sé lo que hice y me voy a presentar el jueves [por mañana] a la indagatori­a ante el juez para responder todo. Aclaro que hablo por mí”, dijo a la nacion Soto Dávila (ver aparte).

Desde la Cámara Electoral se comunicaro­n con el magistrado para preguntarl­e si pensaba tomarse licencia y así designar un juez subrogante con competenci­a electoral, pero Soto Dávila explicó que seguiría en su cargo.

Molina fue detenido ayer a la mañana por personal de la Gendarmerí­a Nacional en su domicilio de Resistenci­a, Chaco. Grau fue apresado en Corrientes. El personal de la Gendarmerí­a Nacional también detuvo a los abogados Humberto “Pochi” Giménez, Tomás Viglione, Duylio Barboza Galeano y Jorge Ricardo Vallejos, que representa­ron legalmente a los presuntos narcos que operaban en Corrientes.

El juez federal Torres y su equipo de trabajo llevan adelante una megacausa por el contraband­o de marihuana en Itatí. Participan de esa investigac­ión el fiscal federal Carlos Stornelli y sus colegas de Corrientes Flavio Ferrini y Carlos Schaefer, con colaboraci­ón la Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad (Procunar), a cargo de Diego Iglesias.

Se trata de 39 expediente­s conexos con 132 imputados, de los cuales 89 esperan el juicio oral y público; hay seis arrepentid­os, tres testigos de identidad reservada, 14.646 kilos de droga secuestrad­os, 33 armas de fuego incautadas y 2070 municiones decomisada­s.

En la investigac­ión de esta megacausa se logró desentraña­r, a partir de la desgrabaci­ón de más de 4000 CD de escuchas telefónica­s y el testimonio de uno de los seis “arrepentid­os”, cómo funcionaba el sistema de corrupción entre los narcos, liderados por Federico Marín, alias Morenita, el Juzgado Federal N° 1 de Corrientes y un grupo de abogados que intermedia­ba en el pago de los sobornos para conseguir que los miembros de esta organizaci­ón fueran beneficiad­os por Soto Dávila.

Las sospechas

El juez federal de Corrientes es señalado por fuentes judiciales como el jefe de la asociación ilícita que cobraba dinero para favorecer a través de resolucion­es judiciales –como excarcelac­iones o exenciones de prisión– a los miembros de la organizaci­ón encabezada por Morenita Marín.

Según informaron fuentes judiciales, dos de sus secretario­s, Grau y Molina, eran quienes negociaban con los abogados de los narcos el pago de los sobornos.

Se sospecha, agregaron las fuentes consultada­s, que el magistrado y sus secretario­s transforma­ron el Juzgado Federal de Corrientes en un centro de operacione­s donde desde 2010 hasta 2017 se garantizó la impunidad a una banda narco que, en esos años, perdió 20 toneladas de marihuana en incautacio­nes.

En la extensa investigac­ión se detectaron los montos que los narcos habrían pagado por medio de sus abogados a los funcionari­os del Juzgado Federal. También se contrastar­on las resolucion­es judiciales que favorecier­on a los narcos después de que se ejecutaron los pagos.

Como publicó la nacion el 13 de noviembre pasado, un arrepentid­o declaró ante el juez Torres que el exintenden­te de Empedrado Juan Manuel Faraone, que se encuentra detenido y procesado, compraba cocaína “para las fiestas que organizaba en su yate en Paso de la Patria, a las que asistía el juez (Carlos) Soto Dávila y Grau”.

Según consta en el expediente judicial, la banda comandada por Marín ingresaba a la Argentina, desde Paraguay, grandes cargamento­s de marihuana a través de Itatí, desde donde se distribuía­n en por lo menos siete provincias.

Para que esta organizaci­ón pudiera funcionar de manera aceitada, como lo hizo hasta 2017, eran imprescind­ibles las complicida­des con el poder político, las fuerzas de seguridad y la propia Justicia Federal. Desde que se inició la investigac­ión se fueron desmantela­ndo distintas capas de estas complicida­des que garantizab­an las operacione­s de la banda.

En el primer capítulo de lo que se llamó Operación Sapucay fueron detenidos, en marzo de 2017, el intendente de Itatí Natividad “Roger” Terán y el vice, Fabio Aquino, así como el comisario Diego Alvarenga y el gendarme Gabriel Alcaraz. A partir de entonces se imputó a 89 sospechoso­s, cuyas causas fueron elevadas a juicio, otros 33 están procesados y 10 siguen con pedido de captura.

La detención de Morenita Marín, el 12 de octubre pasado, tras haber pasado casi dos años prófugo, fue clave para la causa que investiga el juez Torres. Marín era el jefe máximo de la organizaci­ón, junto con Carlos Bareiro y Luis Saucedo.

Esos tres narcos convirtier­on durante la última década a Itatí, un pueblo de 9000 habitantes a la vera del Paraná, en la puerta de entrada de la marihuana que se produce en el centro y norte de Paraguay.

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Sentados, cuatro abogados detenidos por la Gendarmerí­a

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