Trump siembra dudas
Dijo que su equipo trabajará “en ver si un acuerdo real es posible” y se definió como un “hombre de aranceles”; el Dow Jones cayó 3,1%
Dijo que es un “hombre de aranceles” y cayó Wall Street.
El optimismo que habían mostrado los inversores por la tregua comercial entre Estados Unidos y China zozobró ayer en medio de una tormenta de tuits del presidente Donald Trump, que morigeró las expectativas que había alimentado sobre el acuerdo y se definió como un “hombre de aranceles”.
Los principales índices bursátiles de Wall Street cerraron ayer uno de sus peores días del año con fuertes caídas –el Dow Jones se desplomó 3,1%–. Las caídas barrieron las ganancias que había dejado la víspera, la primera rueda del mercado tras la tregua forjada en Buenos Aires por Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en su cena en el Palacio Duhau.
En un hilo de cuatro mensajes en Twitter, Trump confirmó que el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, uno de los “halcones” de su gobierno respecto de la política hacia China, liderará las negociaciones con Pekín y “trabajará estrechamente” con el resto de su equipo económico “en ver si un acuerdo real con China es realmente posible”. Fue la primera vez que Trump mostró cautela sobre la nueva ronda de discusiones con el gobierno de Xi, al reconocer de manera implícita la posibilidad de que fracasen. Trump sugirió además que el período de 90 días que la Casa Blanca anunció para la tregua podría extenderse, una señal de que las tratativas podrían estirarse más allá de lo previsto.
“El presidente Xi y yo quere- mos que este acuerdo suceda, y probablemente así sea. Pero si no, recuerden que soy un hombre de aranceles”, afirmó el mandatario republicano.
Además, Trump insistió en que los impuestos a las importaciones chinas –que ya han generado un daño para los consumidores y las empresas de Estados Unidos– están dejando miles de millones de dólares para Washington, una nueva señal a favor de su visión proteccionista del comercio exterior.
“Pero si se puede hacer un trato justo con China, uno que logre todas las muchas cosas que sabemos que deben finalmente lograrse, lo firmaré felizmente. Que empiecen las negociaciones”, afirmó el magnate, que cerró su pequeña tormenta tuitera con su mensaje proselitista en letras mayúsculas: “¡Restaurar la grandeza de Estados Unidos!”.
En Wall Street, el índice Dow Jones retrocedió un 3,1%, mientras que el más abarcativo S&P 500 se desplomó 3,24%. El tecnológico Nasdaq se hundió 3,8%.
“Trump sacude los mercados con el hábito de exagerar el éxito”, tituló ayer la agencia Bloomberg, un rato después del mediodía, cuando la ola de ventas profundizaba el derrape de las acciones.
Los inversores habían mostrado un renovado apetito por el riesgo en la víspera, que provocó un tempranero rally de los principales índices bursátiles en Estados Unidos, similar al que había ocurrido antes en Asia y en Europa.
Pero esa recuperación –que muchos vieron con alivio tras varios meses de volatilidad– se evaporó ayer en medio de los tuits de Trump y el escepticismo del mercado ante las disparidades en los mensajes de Washington y Pekín sobre la tregua de Buenos Aires y los mensajes contradictorios del propio gobierno norteamericano, sobre todo respecto del futuro de los aranceles chinos a los automóviles norteamericanos.
Anteayer, el presidente norteamericano había dicho que Pekín había aceptado “reducir y remover” esos impuestos. Después, su principal asesor económico, Lawrence Kudlow, afirmó que eso aún no estaba cerrado.
El ajuste en las expectativas sobre la tregua comercial terminó por avivar de nuevo los temores sobre la salud de la economía global, la cual empezó a mostrar síntomas de fatiga. A eso se suma una política monetaria más dura por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que en 2015 comenzó a subir muy gradualmente las tasas de interés. Ahora, el mercado especula acerca de si el banco central continuará con esa política y hasta cuándo lo haría.
Otro síntoma de la preocupación de los inversores surgió de la diferencia en el rendimiento de los bonos del Tesoro “cortos”, a dos años, y los títulos más “largos”, a 10 años.
Esa brecha, que se achicó desde principios de 2014, se redujo hasta casi llegar a cero a medida que los inversores se mueven hacia los papeles más “largos” porque son más pesimistas respecto de la economía. El dato suele ser interpretado en el mercado como una señal de cercanía de una recesión.