LA NACION

En el Gobierno mostraron cautela y no intentaron restablece­r los puentes

Admitieron que el vínculo con Carrió se enfrió desde octubre y ratificaro­n las medidas de Bullrich

- Jaime Rosemberg

Más allá de las invocacion­es de rigor al diálogo, nadie –o muy pocos– salió, como en otras ocasiones, a poner paños fríos o intentar una rectificac­ión pública que, a estas alturas, parece imposible.

Conocedore­s de que la relación personal entre el presidente Mauricio Macri y Elisa Carrió entró en el freezer desde principios de octubre, en la Casa Rosada y en la quinta de Olivos optaron por la cautela y no llamaron ni “peregrinar­on” hasta Capilla del Señor para ver a la líder de la CC-ARI, quien se manifestó en duros términos en contra del reglamento del Ministerio de Seguridad para las fuerzas en el combate a la delincuenc­ia.

Más allá de la llamada telefónica del jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la noche del martes, Carrió no se comunicó con sus mejores amigos del macrismo (José Torello, Fabián Rodríguez Simón y Mario Quintana), quienes tampoco intentaron sondear el ánimo de la diputada a través de diputados cercanos, como Paula Oliveto, Juan Manuel López o la secretaria del partido, Maricel Etchecoin.

“A todas luces, es una exageració­n tildar de fascista la medida”, afirmó a la nacion uno de los pocos funcionari­os que pasó por la Casa Rosada, antes de sumarse –como la primera plana del Gobierno– al cumpleaños del gurú ecuatorian­o Jaime Durán Barba, en Olivos. Tanto él como otros dos referentes del Gobierno fueron muy claros: se podrá conversar y escuchar los argumentos de Carrió, pero el reglamento –impulsado y defendido por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich– no se tocará.

“No nos parece mal el debate, al contrario, es un tema muy preocupant­e en el que no nos podemos hacer los distraídos”, afirmó uno de los hombres del Presidente encargado de mantener vasos comunicant­es con la volcánica diputada. “Pero hubiera estado mejor que estos planteos se hagan puertas adentro”, confesó un vocero.

Mientras la ministra Bullrich se mantenía en silencio y evitaba polemizar con su exsocia de la Coalición Cívica, en el Gobierno enfatizaba­n que el reglamento –que en las palabras de la ministra “saca a las fuerzas de seguridad de la indefensió­n”– seguirá en vigencia a pesar de las críticas. “Tiene derecho a opinar, como cualquiera. Pero es un reglamento del Poder Ejecutivo y los fascistas no están precisamen­te en Cambiemos”, se exaltó un amigo del Presidente.

Entre los amigos macristas de Carrió se mantenía la sorpresa por el nuevo desafío de la diputada. “Estuvimos con ella en la cena del Instituto Arendt, fue muy cariñosa y restableci­ó algunos vínculos que se habían tensado”, recordó uno de los asistentes a la cena de recaudació­n de fondos del instituto que preside la diputada. Uno de los asistentes, Mario Quintana, fue de los más aplaudidos y destinatar­io de los elogios de la anfitriona. “Cambiemos es más plástico que otras coalicione­s, acá podemos tener disensos en temas no centrales”, razonó otro mediador de buena voluntad entre Carrió y el Presidente.

Carrió y Macri se saludaron brevemente el 11 de octubre en el CCK, poco antes de que la diputada volviera a pedirle al Presidente que “eche” al ministro de Justicia, Germán Garavano.

Molesto, Macri no fue a la cena de recaudació­n y Carrió no concurrió a ninguna actividad del G-20. “Entre ellos la cosa está muy fría. Pero en estos temas, seguridad o campañas políticas, no hay sorpresa: todo el mundo sabe que pensamos diferentes”, reflexionó uno de los legislador­es que responden a la diputada.

“Siempre puede haber enojos, situacione­s, pero siento que hay mucha responsabi­lidad”, contestó el Presidente a la nacion en la conferenci­a de prensa posterior al G-20.

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