Con transacciones sospechosas y peleas internas, Bolsonaro suma problemas
brasil. Uno de sus hijos quedó en la mira por transferencias dudosas; disputas en el partido
RÍO DE JANEIRO.– Dinero de origen dudoso, peleas internas, el futuro jefe de Gabinete bajo investigación, el vicepresidente electo reprendido, el mayor proyecto legislativo prometido en dudas… Aún faltan tres semanas para que el ultraderechista Jair Bolsonaro asuma el poder, pero el equipo del próximo presidente de Brasil no deja de sumar problemas.
Esta semana, la prensa cuestionó el compromiso de Bolsonaro con una de las principales banderas de su campaña: la lucha contra la corrupción. Los diarios Estado de S. Paulo y Folha de S. Paulo revelaron documentos del Consejo de Control de Actividades Financieras (Coaf) en los que se incluye como “transferencias sospechosas” movimientos por 1,2 millones de reales (300.000 dólares) que hizo en 2016 un exchofer del hijo mayor del mandatario electo, Flavio Bolsonaro, entonces diputado estatal de Río de Janeiro y ahora senador electo.
Las cuentas del empleado, Fabrício José Carlos de Queiroz –un expolicía militar hasta octubre contratado como asistente del joven legislador– llamaron la atención del organismo porque el movimiento no se corresponde con su nivel de sueldo ni patrimonio.
Queiroz recibió ese año 59 depósitos de dinero en efectivo, hizo 176 retiros, y sorprendió al pagar 24.000 reales (6142 dólares) a la futura primera dama, Michelle Bolsonaro.
Según los fiscales que investigaban una red de sobornos en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, el uso de efectivo en transacciones bancarias como esas suele tener como objetivo ocultar el remitente y/o destinatario real de esos fondos.
Ante la presión periodística, Bolsonaro salió a aclarar que el cheque pagado a su esposa era parte de una deuda que había contraído con él mismo Queiroz, que es amigo suyo y de la familia desde la época en que ambos eran paracaidistas del Ejército. Aclaró que le había pedido que se lo enviara a su mujer porque él no tenía mucho tiempo para ocuparse de cuestiones bancarias, y afirmó que no se trata de dinero ilícito.
“Nadie recibe o da dinero sucio con un cheque a la orden, ¡mi Dios!”, resaltó el presidente electo, fastidiado con la desconfianza generada sobre él por las transacciones de Queiroz. “Espero que una vez instalado ese proceso, él se explique. Son indicios para analizar si él es culpable o no”, apuntó sin poner las manos en el fuego por el exasesor.
En tanto, otro de los hijos del futuro jefe de Estado y uno de sus colaboradores más cercanos, el reelecto diputado Eduardo Bolsonaro, protagonizó el jueves una acalorada discusión por WhatsApp, primero, y luego por los medios, con su compañera electa en la Cámara Joice Hasselmann, que aspiraba a convertirse en líder de la bancada del Partido Social Liberal (PSL).
La acusó de ser “deshonesta” y de “llevarse por delante a cualquiera que esté frente a sus objetivos”. Ella le retrucó que él actuaba “como un bebé de jardín de infantes” y lo llamó a “ubicarse”, mientras sus adversarios políticos ya planeaban cómo aprovechar las fisuras del futuro oficialismo en el Congreso.
Otra figura fundamental del gobierno entrante, el designado jefe de Gabinete, el diputado Onyx Lorenzoni, también entró en apremios con la Justicia. El martes, el Supremo Tribunal Federal aceptó abrir una investigación sobre él y otros seis colegas por presuntamente haber recibido donaciones electorales no declaradas en 2012.
En el caso de Lorenzoni, habrían sido 100.000 reales (25.600 dólares) del gigante frigorífico J&F, envuelto en varios escándalos de corrupción. Bolsonaro advirtió que si llegase a haber una “denuncia robusta”, lo apartaría del cargo.
A quien ya alejó de los reflectores es a quien será su vicepresidente, el general Hamilton Mourão, famoso por sus polémicas declaraciones. Le pidió mantenerse en silencio ante la prensa hasta al menos después de la asunción, el 1° de enero, pero Mourão no parece estar dispuesto a hacerle caso. El incómodo vice acentuó el malestar de su jefe al referirse sin dudarlo a las sospechas tanto contra Lorenzoni como contra Queiroz, y dijo que ambos deben dar explicaciones rápido.
Por último, mientras termina de definir los nombres que integrarán su gabinete, Bolsonaro puso en duda la sensación de “urgencia” que había resaltado su futuro superministro de Economía, Paulo Guedes, al referirse a la necesidad de que el próximo Congreso apruebe un proyecto de reforma previsional.
Para Guedes, que defiende el cambio del actual sistema de reparto por uno de capitalización, la reforma sería una señal clave para que los mercados y los inversores internacionales vuelvan a apostar fuerte en Brasil, confiados en que hay una firme voluntad por acabar con el déficit fiscal.
Sin embargo, Bolsonaro indicó esta semana que la reforma previsional podría ser fragmentada en varios paquetes legislativos y no estar completamente aprobada para mediados de 2019, como se había prometido en la campaña electoral.
Con todos estos frentes de conflictos y las grandes expectativas generadas, los analistas políticos y económicos no esperan que la nueva administración cuente con una tranquila “luna de miel” ni bien asuma el poder.