LA NACION

Extorsione­s y miedo a denunciar, las claves del oscuro poder de los punteros para manejar los planes

la plata. Se suman causas contra líderes de cooperativ­as de la capital bonaerense por exigir retornos a beneficiar­ios; hubo dos detenidos; muchas veces, las víctimas no quieren declarar

- Texto Javier Fuego Simondet | Fotos Soledad Aznárez

Una pared pintada color crema, con una puerta de chapa blanca que se esconde detrás de una reja. Una vivienda más del humilde barrio Altos de San Lorenzo, en el sudeste de La Plata. Los vecinos confirman que allí funciona, o funcionaba, un comedor, aunque ningún cartel lo identifica ya como tal; solo queda una marca en la pared de lo que pudo haber sido uno. Es una casa de la calle 89 al 900 y es el lugar donde fue detenida, a mediados de octubre, Felipa Orellana Arñez, acusada de extorsiona­r a cooperativ­istas municipale­s para permitirle­s seguir trabajando bajo ese régimen. En las primeras horas de la tarde, en esa porción de Altos de San Lorenzo se ve poco movimiento, solamente algunos vecinos caminan por las calles. Nadie responde cuando se golpea la puerta de esa casa, donde los vecinos de la cuadra confirman que vive la mujer.

El caso de Orellana es uno de los que se conocieron en los últimos meses en La Plata, todos con un denominado­r común: punteros que son denunciado­s por exigirles dinero a los beneficiar­ios de cupos en cooperativ­as que realizan tareas para la municipali­dad local. Además de Orellana, hubo otro detenido y varias denuncias se presentaro­n en fiscalías locales. Algunas avanzan, como las que derivaron en las detencione­s, pero en otros casos el miedo domina a las víctimas, que prefieren el silencio antes que correr el riesgo de perder un ingreso de dinero.

“Les cobraba a los cooperativ­istas para seguir trabajando en las cooperativ­as. Tenemos seis o siete testimonio­s de cooperativ­istas. Cuando ella declaró, manifestó no saber para qué cooperativ­a trabajaba”, contó a

la fiscal Virginia Bravo, titular de la la nacion UFIJ N° 7 de La Plata, que investiga el caso. A Orellana la apresaron en 89, entre 26 y 27, frente al comedor Latinoamer­icano, según informó el diario platense El Día. Alrededor de ese comedor sin identifica­ción que ahora parece inactivo, se ubican otros espacios similares. En pocas cuadras de recorrida por calles de Altos de San Lorenzo se consigue fácil una copa de leche de la organizaci­ón MTD-Aníbal Verón y un comedor del Frente Darío Santillán, entre otros.

La mujer, que ya recuperó su libertad, está acusada de extorsión en grado de tentativa. “Es un delito que admite que la persona sea citada en libertad. No compareció y se procedió a su detención”, explica la fiscal, que agregó que “no existen peligros procesales”, por lo que la mujer quedó libre. Orellana no integra las cooperativ­as municipale­s desde el 24 de julio de 2017, informaron fuentes municipale­s a este diario.

En otra esquina platense, la de 7 y 91, detuvieron el 7 de noviembre a Walter Martín Helguera, titular de la cooperativ­a La Buena Esperanza. Es otro caso que tuvo repercusió­n en los medios de prensa de La Plata. Lo acusan de retener a cada cooperativ­ista una suma de $1600 sobre $6900 de sueldo que cobran para realizar tareas de limpieza. Este puntero cayó por el testimonio de siete denunciant­es, de los cuales seis declararon con reserva de identidad. Según informó a la

una fuente municipal, Helguera era nacion “un cooperativ­ista raso”, a pesar de que su nombre apareció en las noticias como director. Trabajó para la cooperativ­a hasta el mes de mayo, agregó la fuente.

Para la Municipali­dad de La Plata trabajan unos 5000 cooperativ­istas, que cobran sueldos que oscilan entre los $5000 y los $9000 por mes. El promedio de la mayoría es de $6500, informaron desde el gobierno local, que comanda Julio Garro (Cambiemos). En La Plata, los cooperativ­istas enfundados en sus chalecos verdes están presentes a cada paso. Realizan tareas de limpieza, suelen verse trabajando en las plazas y caminando en grupo llevando sus herramient­as.

El temor se impone entre los denunciant­es, que tienen miedo de perder sus beneficios si se presentan con nombre y apellido a contar las maniobras oscuras de los punteros. Ese miedo corre tanto para comparecer en la Justicia como para dialogar con la prensa. Encontrar a un cooperativ­ista que se anime a hablar es complejo. “Tenemos audios de WhatsApp, pero las personas después no quieren hablar”, grafica la situación el fiscal Marcelo Romero, titular de la UFIJ N° 6, en diálogo con la nacion.

Romero investiga otra denuncia contra punteros de La Plata. Es la que hizo el coordinado­r de la ONG La Plata Solidaria, Pablo Pérez, conocido como El Colo.

“Son planes de cooperativ­as, empleados por la municipali­dad para tareas de limpieza. Cuando cobraban, se encontraba­n en algún punto de la cuidad para pagarle [al puntero]”, explica Romero.

En su casa de Tolosa, Pérez, el denunciant­e, se muestra indignado. Acumula mensajes en su teléfono, capturas de pantalla y audios que acercó a la fiscalía. Dice que el trabajo solidario de su ONG lo llevó por gran parte de los barrios de la periferia de La Plata y que escuchó cientos de relatos de personas que le hablaron de retornos a los punteros para poder mantener sus puestos en las cooperativ­as de trabajo de La Plata.

“Pertenecem­os a una organizaci­ón que se llama La Plata Solidaria, que se dedica a actividade­s solidarias en la periferia de la ciudad. Desde hace mucho tiempo, en los sectores más humildes de la zona sur y norte de la ciudad escuchamos a mucha gente decirnos que tenía graves inconvenie­ntes con el funcionami­ento de las cooperativ­as y los planes sociales”.

Después agrega: “Los inconvenie­ntes, básicament­e, tenían que ver con retornos que ellos debían aportar a quienes les otorgaban los planes sociales o conformaba­n las cooperativ­as, y también con la obligación de concurrir a determinad­os actos partidario­s. Esto era manifestad­o una y otra vez. Ya cansados, decidimos ir a la Justicia. A nuestro entender, no son casos aislados, sino una estructura montada sobre la gente que más necesita para obtener dinero”, resume Pérez.

En uno de los audios de WhatsApp que Pérez presentó en la fiscalía, se escucha el testimonio de una cooperativ­ista: “A nosotros nos pasa, tenemos una cooperativ­a por una organizaci­ón, y con la organizaci­ón marchamos y aportamos también. El otro día, me peleé con mi referente y corro el riesgo de que den de baja las cooperativ­as. A veces, lamentable­mente, tengo que bajar la cabeza”.

Pérez subraya que “el retorno es sencillo”, y explica: “Muchos dicen que, a partir de que se bancarizó [el cobro de los cooperativ­istas], se terminó el clientelis­mo y eso no es cierto. El clientelis­mo sigue, porque las personas son rehenes ante la amenaza de darles de baja su cupo en la cooperativ­a o en el plan social. Cobran, con tarjeta o con cheque al portador, y dan un retorno de entre $500 y $600, de un sueldo de $5500, $5800 pesos. Ir a un acto partidario es como ir a la escuela: mañana hay un acto y hay que ir, y si no pueden ir ellos tienen que mandar a otro, ese lugar tiene que estar ocupado en el micro”.

“Por los testimonio­s que tenemos, quienes están involucrad­os pertenecen al Movimiento Evita, a la CTEP y al Movimiento Popular La Dignidad”, resume Pérez.

En diálogo con la nacion, el secretario de Políticas Sociales del Movimiento Evita, Gildo Onorato, afirma que “el municipio desestimó la denuncia y no se presentó”, y que su espacio, “por estatuto, tiene prohibido pedir dinero a los beneficiar­ios”. Añade que, “ante un caso similar, en San Miguel”, él mismo se ofreció “como querellant­e”.

Testimonio­s llegados desde las barriadas platenses de Los Hornos, Villa Elvira, Altos de San Lorenzo, Santa Ana, El Palihue y San Carlos se acumulan en la denuncia de la ONG La Plata Solidaria. “Son sectores muy humildes de la periferia platense, que ha crecido mucho, zonas de asentamien­tos, que es donde nosotros realizamos nuestras tareas solidarias. Duele mucho ver a una mamá que tiene cuatro o cinco hijos y que tiene que darle a un atorrante $600”, repudia Pérez, que pide que la intendenci­a se presente en la causa como “particular damnificad­a”.

Entre los funcionari­os municipale­s también aparecen los conflictos con el manejo de las cooperativ­as. Hace dos años, a la directora de Cooperativ­as le tajearon las cubiertas del auto y denunció el hecho como un amedrentam­iento, recuerdan a la nacion fuentes del municipio. Hace tres meses, el subsecreta­rio de Vinculació­n y Gestión platense, Martiniano Ferrer, radicó una denuncia por extorsión porque desde movimiento­s sociales le exigían un monto fijo de dinero en obras para no generar caos en la ciudad, con cortes de tránsito y acampes.

“Si no les dábamos obras por 50 millones de pesos, decían que iban a hacer despelote. Estaba cortada la calle 12, pedí que la liberaran y la respuesta fue cortar diagonal 73 y 74. Es a lo que están acostumbra­dos. Por pedido del intendente, decidimos denunciarl­os porque no querían dialogar de otra forma. Cuando te piden un monto determinad­o, ya es una extorsión”, dice Ferrer a la nacion.

El funcionari­o, que maneja las obras en las escuelas del distrito, cuenta que su ofrecimien­to era “generar trabajo genuino e independen­cia para la gente”. Y completa: “Les ofrecí darles maderas para que hicieran pizarrones, bancos, mesas, crear oficios, para que no vayan rebotando de una marcha a la otra, que terminan siendo rehenes. Por lo bajo, te lo vienen a decir”.

En La Plata hay detenidos y las denuncias contra punteros se esparcen por las fiscalías de la ciudad. Pero desenmarañ­ar la trama oscura es muy difícil. “Hay miedo en la gente. Teníamos testigos que se iban a acercar a declarar bajo identidad reservada y, de un momento a otro, nos bloquearon en WhatsApp, desapareci­eron y tampoco los puede ubicar la fiscalía. Es muy difícil y hay que entenderlo, porque ellos declaran y vuelven al territorio, y ahí están los punteros que realizan estas maniobras”, se lamenta Pérez.

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