LA NACION

Organismos y grandes firmas operaron con una financiera investigad­a

córdoba. En CBI, bajo la lupa por blanquear dinero de las coimas, encontraro­n cheques de entidades públicas

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– La causa de la financiera CBI de Córdoba –cuyo primer juicio comenzó hace unas semanas– amenaza con expandir sus efectos a partir de la declaració­n de un “arrepentid­o” que describió el mecanismo que usaba el kirchneris­mo para blanquear dinero en la provincia provenient­e de supuestas coimas en la obra pública.

Ahora se conoció que hay un listado de cheques, secuestrad­o por la Justicia, en el que aparecen varios librados por empresas como Electro in ge ni ería,Iecsa, Carranza Rovella, de obras sociales y de organismos públicos nacionales como Jefatura de Gabinete, Pami, Correo Argentino y Gendarmerí­a.

También hay ministerio­s de Córdoba como el de Salud y el de Agricultur­a; municipali­dades, mutuales, cooperativ­as y empresas del agro. Ese listado –al que accedió la nacion– está en el denominado “servidor 1” (el 2 nunca se encontró y se estima que allí estaba el dinero “en negro” para la financiera). Del total de 40.769 cheques, hay 28 cheques que tienen valores superiores a $900.000.

De la nómina surge que algunas de las empresas mencionada­s por el arrepentid­o Miguel Vera tenían contacto con la financiera aún antes de que se crearan las firmas fantasmas que él describe en diciembre de 2016.

Los datos que contiene el “servidor 1” correspond­en al período que va desde agosto de 2008 hasta junio de 2013, por lo que hay un período de tiempo en el que todavía no existían las dos empresas “de papel”, Halabo y Jotemi, creadas –según el “arrepentid­o”– para “pesificar los reintegros millonario­s de la plata que salía del Ministerio de Planificac­ión Federal”. Por esas dos cuentas habrían pasado unos $716 millones. La totalidad de los cheques ingresados nunca se secuestró.

Los detalles que incluye el listado del “servidor 1” no alcanzan para determinar la “trazabilid­ad” del dinero; sirven para establecer quién libró el cheque. Se requiere el documento físico para conocer el beneficiar­io final y fijar si emitió factura, si era legal y si se correspond­e a los servicios y/o bienes con los que opera habitualme­nte el librador.

El fiscal federal Enrique Senestrari sí decidió abrir una causa paralela a CBI en función de ese listado: imputó a Armando Cavalieri y a una decena de integrante­s de la cúpula de la Obra Social de Empleados de Comercio (Osecac) por supuesta defraudaci­ón por administra­ción fraudulent­a. Entre el 27 de septiembre de 2009 y el 24 de abril de 2012, la entidad ingresó –según consta en el listado– 84 cheques por $28,2 millones; el más grande por $2,5 millones; en total suma $53,7 millones.

En el caso de Electro ingeniería –puntualmen­te mencionada por el “arrepentid­o” hace dos años y que también figura en los “cuadernos de las coimas”– hay cheques de diferentes cuentas y sociedades. Son de entre el 21 de noviembre de 2008 y el 13 de agosto de 2012 (en

uno, por error, se consigna 5 de febrero de 2025) y suman un total de $378.720.

Por ejemplo, siete de los cheques son librados por Electroing­eniería SA; dos por la UTE conformada por Electroing­eniería SA y Boetto y Buttiglien­go SA; cinco por Electroing­eniería e Icssa y uno por una sociedad entre Electroing­eniería y Iecsa.

De Rovella Carranza, otra firma mencionada en los cuadernos de las coimas, hay un cheque en marzo de 2012; de Iecsa (sin sociedad) hay uno de julio de 2010; del Correo Argentino hay 24 (de montos menores a los $3000) presentado­s entre febrero y agosto de 2012; del Pami hay dos de 2008.

Figuran decenas de constructo­ras y compañías de servicios para obras y minas que podrían tener relación con la obra pública; además hay particular­es y empresas de los más diversos rubros.

Entre 2008 y 2011 no existía el delito de intermedia­ción financiera en la Argentina, pero sí podrían iniciarse causas por evasión o lava- do de activos. CBI, como financiera, siempre vendió clandestin­idad pero fue creciendo con el tiempo.

Un punto clave fue cuando empezó a manejar la recaudació­n del transporte público de la ciudad de Córdoba (Red Bus) a través de la UTE conformada entre Siemens IT, Rivelux y CBI pero, pero al haberse acortado los tiempos de liquidació­n entre la recaudació­n y la rendición, sumado a la aplicación de prevención de lavado por parte del Banco Córdoba, la operatoria se fue apagando y se malogró el negocio.

Fue entonces cuando la financiera aceptó la propuesta de negocios que antes había rechazado, la de “monetizar” sus cheques en cuentas corrientes en el Nación. Al primer contacto lo hizo un representa­nte de los financista­s porteños Joaquín Juana y Teófilo Grant, Jorge Castro un valijero que sí está imputado por Senestrari, pero le asigna una participac­ión menor del rol que le asigna el “arrepentid­o” y también de lo que puede corroborar­se en la causa.

Finalmente, según la declaració­n del “arrepentid­o” Vera, es él quien se encarga de manejar lo que ingresaba a las cuentas de Jotemi y Halabo (incluso menciona que quisieron “habilitar” otra pero no llegaron). En la declaració­n de Luis de los Santos, encargado de una de las sucursales de CBI, queda claro que la mecánica incluía a otros actores porque cuando ellos iban a buscar sus valijas, se encontraba­n con otros dos. Solo CBI “en un principio arrancó con $300.000 diarios pero se llegó a $1,2 millones por agosto de 2013 en adelante”.

De los Santos, en su declaració­n, dijo que Jotemi llegó a CBI por indicación directa de Eduardo Rodrigo (el dueño de la financiera) pero que se usó ese nombre “tres días” después porque el propio Rodrigo le “ordenó” ponerle “Bristol porque funcionaba en ese edificio”.

Una hipótesis es que CBI servía de “pantalla” y permitía “mezclar” entre sus cheques otros valores que pertenecía­n a fondos de la obra pública y obras sociales. Se desprende de la declaració­n de De los Santos que a Vera y Castro le interesaba que la financiera aportara cheques de grandes sumas de dinero. Cuando la financiera cayó (febrero de 2014), la cuenta de Halabo siguió funcionand­o cuatro meses más.

El Nación nunca objetó el millonario tránsito de dinero diario en las cuentas, ni aplicó los controles de prevención por lavado de activos. En abril de 2015 el fiscal Senestrari junto a personal de la AFIP y el Banco Central fue a secuestrar unos 45.000 cheques de las dos cuentas (solo un muestreo de la totalidad de los cheques que monetizaro­n Jotemi y Halabo) pero apenas iniciado el trabajo Nicolás Machione, entonces empleado de la Procuradur­ía de Criminalid­ad Económica y Lavado de Activos (Procelac), dijo que solo se llevarían los “cheques de caja” (es decir, los que libran los titulares contra saldo de su propia cuenta).

De esa manera no se cumplió con la orden judicial y se permitió consolidar la maniobra de ocultamien­to o desvío de la investigac­ión.

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CBI representa el capítulo cordobés de los cuadernos de las coimas

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