El paso de Xi por la Argentina agravó las diferencias que ya había entre Faurie y Guelar
relación. Las respuestas disímiles al término “predadora” que usó EE.UU. sobre China exhibió la tensión entre ellos
El cortocircuito que generó dentro del Gobierno la palabra “depredadora” que Estados Unidos usó para calificar la política comercial de Pekín en América Latina no es un tema cerrado.
Si bien el malestar del gobierno de Xi Jinping por el comunicado de la Casa Blanca que describió los supuestos detalles de la conversación entre Donald Trump y Mauricio Macri en su reunión durante el G-20 fue subsanado tras varias aclaraciones de menor a mayor nivel del gobierno argentino, la tensión en la relación bilateral volvió a dejar expuestas las diferencias de criterio político y económico entre la Cancillería y la embajada argentina en China.
“No creo que haya habido una referencia en esos términos”, minimizó Jorge Faurie en plena cumbre, luego de que se conociera el mensaje de la vocera de Trump, Sarah Huckabee Sanders.
“De ninguna manera”, dijo poco después Guelar, otorgándole un énfasis mucho mayor que su superior para desmentir al gobierno norteamericano cuando faltaban apenas horas para que Macri y Xi mantuvieran su encuentro bilateral en la quinta de Olivos.
“Hubo diferentes formas de explicar lo mismo”, aclaró el embajador la semana pasada en los estudios de LN+ como una manera de relativizar las diferencias de estilo entre los funcionarios y evitar que un vínculo erosionado se desgaste aún más.
Existe un historial de roces que fueron motivando la furia de un sector de la Cancillería. No es el trabajo de Guelar lo que se cuestiona –buena parte de la fuerte profundización del vínculo con China se debe a la gestión del embajador–, sino su estilo.
Hace pocas semanas, Guelar envió un comunicado oficial al Ministerio de Relaciones Exteriores donde manifestó su desacuerdo con la política de comercio exterior que está llevando adelante la Argentina.
Para el diplomático, hay un “problema estructural” del país que reside en una falta grave de oferta de productos para vender al exterior, por lo que por más que se abran numerosos nuevos mercados en todo el mundo, como pretende la administración de Macri, si no hay qué vender, no se venderá nada. En ese contexto, se complica la entrada de dólares para reducir el déficit.
No fue el primer mensaje. Hubo varios en los últimos meses. Y cerca de Guelar aseguran que el embajador nunca recibió una respuesta ni un pedido de reunión para abordar el tema. Sí hubo, en cambio, un malestar creciente en el Gobierno que todavía no generó una reacción formal.
“La venganza es un plato que se come frío”, dijo un encumbrado funcionario de la administración nacional, según dejaron trascender hace pocos días. Con esa frase expresó su desencanto con Guelar, al punto de deslizar que podría haber novedades sobre su futuro en la embajada una vez que baje la euforia por el G-20. Por las dudas, tras la cumbre la Cancillería no hizo comentarios ante la consulta de la nacion. “Él no es un embajador que pide instrucciones”, dijo, por su parte, un histórico diplomático que conoce al detalle el trabajo de Guelar, que fue embajador en Estados Unidos en dos ocasiones, una en la Unión Europea (UE) y otra en Brasil.
“La realidad demuestra que el trabajo en la embajada china está bien hecho. En la última visita de Xi se firmaron muchísimos acuerdos. Si la relación con ese país estuviera mal, debería ser removido, pero no es el caso”, agregó, sorprendido por las versiones de cambios en la embajada.
Los gobiernos de la Argentina y China relanzaron su vínculo durante la reciente visita de Estado de Xi y, entre elogios mutuos, acordaron un plan económico por los próximos cinco años que le dará continuidad al pactado en 2014.
Aunque no niegan que haya un malestar con él en la Cancillería, cerca del embajador advierten por las “internas” que hay en el ministerio y minimizan el impacto de sus mensajes con críticas a la política comercial.
“¿Está mal que proponga lo que cree que está bien? No es una crítica al canciller ni al Gobierno. Es un aporte. No hubo ni un solo análisis del mercado chino en los tres años de Macri”, insistieron, y desestimaron que el malestar se haya generado por considerar que sus críticas develan una ambición de liderar el Palacio San Martín en el futuro.
“Él está muy cómodo en Pekín y no es una decisión que dependa de él [asumir como canciller]. No tiene previsto volverse. Hay que tener cuidado con los que tratan de meter cizaña y las susceptibilidades están fuera de su control”, sentenciaron cerca de Guelar.
Sin embargo, son varios los actores que identifican detrás del perfil alto de Guelar una voluntad por ocupar el lugar de Faurie al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores.