Daniel vuelve
“Los que mandan no son tan listos”.
Que Bullrich y el protocolo de seguridad, que Lilita y su artillería pesada contra Cambiemos, que la bendición judicial a Di Zeo para que viaje a España, que la suba del dólar, la baja de tasas, el acampe piquetero, Racing puntero, el cheto de Banfield y las chetas de Nordelta.
Que todo lo que ocurre no nos distraiga. Detrás del escenario de la apabullante realidad, de lo que se expone en primer plano, de la suba del piso de ganancias y del impuesto a la riqueza; detrás de lo visible, hay un hombre que trabaja en silencio porque quiere revancha. Ya se reunió con tirios y troyanos, empezó a recorrer el país y sonríe socarronamente cuando, sin adjudicarse la autoría, lee su nombre en carteles, remeras, gorritas y demás merchandising electoral. Es él: Daniel. Que no es otro que Scioli, el hombre de las mil batallas (las da donde, cuando y con quien sea), y de las mil mejillas, que no es lo mismo que las mil caras, pero que se le parece.
A Scioli se le atribuye haber dicho recientemente que se siente el “ganador retroactivo” del debate presidencial con Macri, en 2015. Es decir, haber perdido por un pelito en el ballottage y teniendo en cuenta la baja en la imagen del Gobierno no puede traducirse, a su entender, en otra cosa que no sea un apoyo a su candidatura en una gran interna dentro del PJ, de la que se visualiza ganador. Hay un par de problemitas: muchos otros peronistas también se ven a sí mismos enfundados en la banda presidencial y un sinfín de camporistas preferirían votar a Bolsonaro antes que a Daniel. “Todos odiábamos a Scioli en La Cámpora, y Cristina, también”, dijo José Ottavis hace poco a una radio.
Difícilmente esas “dificultades” derriben el entusiasmo habitual del exhombre de la motonáutica, dueño de una elasticidad política asombrosa. “El menemismo es más importante que el peronismo (D. Scioli, a la nacion, 1997). “Si hay un gobierno peronista, es el de Néstor Kirchner” (D. Scioli, a Clarín, 2007).
En su avanzada electoral, también prevé para el mes próximo el lanzamiento de un libro biográfico. ¿Se animará a contar secretos de gobierno?, ¿a dar una opinión comprometida? Como para ir calentando motores, se puede ir leyendo la biografía de Michelle Obama, quien asegura: “Me he sentado en las mesas más influyentes, en el G-8 y en el G-20, en la ONU [...] y les puedo asegurar una cosa: los que mandan no son tan listos; su único objetivo es preservar el poder”.