Emergentes, con monedas que repuntan y problemas para crecer
En los últimos días, los países en desarrollo tuvieron recuperaciones del valor de sus divisas; la Argentina y Turquía se diferencian por su alta inflación
PUERTO MORESBY (The Economist).– Después del anochecer, hombres de Lea Lea, una aldea en Papúa Nueva Guinea, se meten caminando al Mar de Coral para cazar con lanza los peces que duermen cerca del suelo marino. Es fácil quedar allí encandilado por la tremenda iluminación de una planta de gas natural líquido de US$19.000 millones. Construida por ExxonMobil, almacena gas natural de las tierras altas del país, que es trasladado por medio de ductos hasta los buques tanque al final de un embarcadero de más de un kilómetro. Cuando se abrió la planta, en abril de 2014, el precio del petróleo superaba bastante los US$100 y el gas era similarmente valioso.
Desde entonces, los precios de la energía se hundieron, pero a la divisa de Papúa Nueva Guinea, la kina, se le ha permitido bajar solo de manera gradual. Su fortaleza ha perjudicado a las otras exportaciones del país, incluyendo el café, el turismo y la pesca. Y debido a que las divisas extranjeras están subvaluadas, el banco central se ha visto forzado a limitar su disponibilidad. Por tanto, una baja de la divisa de Papúa Nueva Guinea aliviaría a muchos.
Eso diferencia al país de muchas de las naciones en desarrollo, incluyendo varias representadas en la cumbre de la Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) en Port Moresby, la capital del país, que se desarrolló días atrás. Sus divisas ya han caído bastante este año. El rublo ruso ha declinado más de 20% desde su punto más elevado del año. Otras divisas de la APEC también se han visto afectadas, incluyendo la de Chile (que declinó más de 15% desde su punto más alto), la de México (más de 13%) y la de Indonesia (más de 12%).
En la reunión, el primer ministro malayo, Mahathir Mohamad, recordó el discurso que había hecho en la misma cumbre hace 20 años. Por entonces, en medio de la crisis financiera asiática y el default ruso, los mercados emergentes fueron “hundidos en el mayor desorden por especuladores de divisas que iban riendo al banco”, dijo. Pero este año, los especuladores no han tenido todo a su favor.
Los “desequilibrios extremos de divisas” que prevalecían a comienzos de año ahora en gran medida se han corregido, según el Institute of International Finance (IIF). Las monedas mejor posicionadas también han comenzado a operar su magia sobre los desequilibrios comerciales. Las exportaciones turcas fueron un 22% mayores este mes de septiembre en comparación con el año pasado. Su cuenta corriente podría registrar un superávit para fines de 2018, según destacó el IIF.
En la Argentina, mientras tanto, la caída de las exportaciones permitió al país registrar un superávit en septiembre. Por cierto, muchas de las divisas emergentes que más sufrieron en el verano boreal se han recuperado parcialmente, con una sonrisa, si es que no una risotada, a expensas de los especuladores. La lira turca tocó piso en agosto y desde entonces recuperó más del 25%. Las divisas de la Argentina, Brasil, Rusia y Sudáfrica tocaron fondo en el mes siguiente y desde entonces se han recuperado. Las de la India e Indonesia cayeron menos y tardaron más en tocar fondo. Pero incluso esas monedas han recuperado algo de terreno frente al dólar en las últimas semanas.
Las divisas flotantes pueden cambiar de dirección tan rápido como los peces en el Mar de Coral.
Otras fuerzas macroeconómicas, en cambio, giran más lentamente. En Turquía y en la Argentina, la inflación y el crecimiento aún van en sentido indeseado. Los precios subieron más del 45% en la Argentina en el período de doce meses terminado en octubre, en tanto que el índice fue de 25% en Turquía. Contener la inflación requerirá una desaceleración dolorosa de la actividad. Y eso es lo que está en curso. La producción industrial cayó en la Argentina 11,5% en septiembre respecto de un año antes. Las ventas de autos en ambos países se están hundiendo.
Pero en otras latitudes, la inflación se mantiene llamativamente contenida. En la India e Indonesia está por debajo del 4% anual y en Brasil es inferior al 5%. La baja del precio del petróleo debería ayudar a reducir la presión de los precios aún más. Eso debilitará un argumento para subir los tipos de interés y así reducirá un peligro obvio para el crecimiento.
Considerados en conjunto, los mercados emergentes crecieron más en 2017 y 2018 que en los dos años anteriores, según consigna un informe de la consultora Capital Economics. La baja de sus divisas desaceleró esa recuperación pero no llegó a revertirla. Y pese a la guerra comercial lanzada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, las exportaciones aumentaron de modo sorprendente. Esta fortaleza puede reflejar a compradores de productos chinos corriendo a hacer pedidos antes de que suban los aranceles estadounidenses.
A muchos mercados emergentes les preocupa que se si hay una escalada en la guerra comercial, China permitirá que se debilite su divisa, con efectos imprevisibles para el sentimiento de los inversores.
El yuan puede ser la única divisa de un mercado emergente importante que no ha tocado piso este año. Los intercambios ríspidos entre las dos super potencias durante los eventos de la APEC en Papúa, Nueva Guinea, habrán hecho poco para calmar los nervios. Para los empresarios del país anfitrión la guerra comercial debe parecer una indulgencia extraordinaria. Enfrentan dos adversarios, pobreza y geografía, que son más devastadores que el proteccionismo para el comercio. Las largas distancias y la débil infraestructura significan que el costo de envío de productos locales al mundo exterior puede duplicar los precios.
Crystal Kewe, una programadora autodidacta de 20 años en Port Moresby, consiguió el respaldo de APEC para lanzar un sitio de comercio electrónico para bilum, bolsas tradicionales en las que los papuanos llevan a los bebés, alimentos y mucho orgullo familiar. Pero el costo del transporte, por ahora, hace que los mercados de exportación estén fuera de su alcance. En cambio, apunta a vender a turistas y otros visitantes. Las bolsas están cargadas de simbolismo, según Sharlene Kylie Gaxi, dueña de Bilum Culture, una empresa local de bilum. Cada hilo de las bolsas es como un miembro de la sociedad. Algunos soportan mucho peso, otros menos. Algunos hilos agregan color; los más simples ayudan a que se destaquen los dibujos. Pero cada hilo está conectado a los demás. Descriptas así, las bolsas podrían representar también a los mercados emergentes.
La Argentina y Turquía se destacan este año, pero siguen unidos a otros mercados a través de hilos de sentimientos. Como siempre, China es la que carga con el mayor peso.