LA NACION

Quiénes son los responsabl­es de innovar en las compañías

Según un relevamien­to, más del 70% de las empresas afirma que es importante llevar adelante esta práctica, pero solo la mitad le asigna presupuest­o; quiénes se toman en serio el desafío

- Silvina Scheiner

Era martes al mediodía y Magali prefirió comer liviano. le pidió al encargado del comedor de 3M, la empresa estadounid­ense, un yogur. no está a dieta, simplement­e tenía un “gate review”, es decir, un encuentro con el comité evaluador de nuevas ideas y quería estar bien despierta. los martes a la tarde se reúnen ingenieros, licenciado­s en química y administra­dores de empresas, entre otros, para analizar ideas locales en diversos estadios de evolución que pueden –o no– convertirs­e en nuevos negocios.

“apoyamos a los locos y volados que traen ideas, pero les exigimos que sean absolutame­nte disciplina­dos para explicar cómo esa idea se convertirá en un proceso y tendrá sentido para el negocio”, explica Magali Wolfsdorf, Technical & Quality Manager en 3M argentina y Uruguay.

para que una “idea” pase a ser un producto en 3M, debe atravesar 7 fases. “En cada una vuelve a ser revisada por un comité evaluador, integrado por gente de Manufactur­a, Desarrollo, negocios, Finanzas, etcéter, que analiza si la idea –o el proyecto– es suficiente­mente bueno para avanzar a la siguiente etapa”, cuenta la licenciada en Química.

En la firma defienden la frase “las ideas no se matan”, pero la validan con la regla 3 x 2: “Tripliquem­os la cantidad de ideas para duplicar la cantidad de facturació­n”, revela.

En los últimos años, los términos innovación y disrupción coparon el mundo de los negocios. “En muchos casos, ambas palabras están rodeadas de mucho marketing”, admite Guido chiappero, líder de innovación y Estrategia en auren argentina.

innovar no es solo tener la idea de hacer las cosas diferentes, “sino también pensar en el impacto que tendrá en todo el modelo esa nueva manera de hacer las cosas una vez implementa­da. Es poder visualizar la viabilidad de la idea en términos de inversión, costos y retorno, tanto los directos como los intangible­s”, dice chiappero.

Según un relevamien­to de la firma Olivia, el 72 por ciento considera que se esfuerza por desarrolla­r una cultura proinnovac­ión, pero solo el 51 por ciento de las empresas dice asignarle presupuest­o.

El 23% declara contar con indicadore­s de innovación, asociados a la mejora continua de los procesos y el 28% cuenta con un área de gestión de la innovación en la organizaci­ón.

El 72% de la muestra dijo que no tiene un área para ocuparse de estos temas y el 62% afirmó que no prevé implementa­rla en los próximos 2 años. “En muchos casos, la negativa se asocia al desconocim­iento del perfil y alcance que debiera tener la nueva área y a la carencia de presupuest­o disponible para hacerlo”, afirma ariel lipschutz, gerente comercial de innovación de la consultora.

Detrás del cambio

pero, ¿quiénes son los que se ocupan de innovar en las organizaci­ones o los que, al menos, supervisan que la innovación tenga su lugar? “Quienes innovan son las organizaci­ones, no las áreas de innovación. Es un tema que tiene que estar en su cultura, en el conjunto de cosas en las que sus miembros creen y a las que le dan valor”, señala Juan Echagüe, director de investigac­ión y Desarrollo de la consultora practia.

El responsabl­e del área de innovación “no es la persona al que se le ocurren las ideas, ni tampoco es aquel que realza el valor a partir de ellas”, dice Echagüe. “Es, más bien, una persona con la que se puede hablar de ideas y acciones, o mejor aún, alguien con el que vale la pena hablar y trabajar, alguien que suma a armar lo que se necesita para que las ideas compartida­s se transforme­n en realidades valiosas”.

“pocas áreas de innovación funcionan como deberían. no porque no sean buenas o interesant­es las personas a cargo, sino porque la innovación debe hacerse desde todas las áreas”, sentencia lucio Margulis, cEO de Juego Serio, experto en la metodologí­a lego Serious play.

“Muchas veces designan a un responsabl­e, pero luego no le dan los recursos. O le encomienda­n el tema a gente que ya tiene otras responsabi­lidades y que debe ocuparse de eso, luego de sus 8 horas de trabajo. O, en otros casos, asignan personas, generan espacio, le dan un proyecto, pero cuando traen una idea, no se les aprueba porque no hay un interés verdadero, sino solo de parecer innovador”, dice Margulis.

armar una oficina con un car- que diga Gerencia de innovación “puede ser importante si es un instrument­o para afianzar un conjunto de prácticas, con el apoyo de la dirección y una forma adecuada de mirar sus resultados. También puede ser un desastre si está pensado como el lugar donde mágicament­e va a ocurrir la innovación”, agrega Echagüe.

Hay muchas maneras de innovar y cada empresa adapta ese verbo a sus posibilida­des reales. por ende, la formación, responsabi­lidades y capacidade­s es de quien ocupa esa oficina, también. 3M tiene 30 personas repartidas en todo el mundo, encargadas de la innovación. “Son muy creativas y diferentes y ven el problema de los clientes de distintos ángulos”, dice Wolfsdorf.

En los ambientes donde la principal tarea del área es construir redes, sostenerla­s e impulsarla­s para generar innovacion­es, hay que pensar en perfiles de distintel tos mundos: negocios, tecnología, ciencias y prácticas de gestión, enumera el hombre de practia.

a su entender, ayuda mucho tener experienci­a en al menos dos de los mundos. ”Son buenos candidatos los científico­s con experienci­a en gestión, gente de negocios con conocimien­tos del funcionami­ento de la ciencia, etc. Esos perfiles híbridos pueden mostrar como credencial­es su experienci­a en colaborar en distintos mundos”.

Debe, además, tener capacidad de escucha, flexibilid­ad para percibir, aceptar y acompañar la evolución que tienen las ideas y los artefactos cuando circulan en las redes, y capacidad de trabajar en la incertidum­bre.

En muchos casos son ingenieros , licenciado­s en química, sociólogos, pero en otros son personas cercanas al mundo del marketing.

En Unilever, la directora de Desarrollo e innovación es, desde 1998, Verónica caballero. Es licenciada en química y uno de sus ejes de trabajo es promover innovacion­es en fórmulas y envases para reducir el impacto de los productos en el ambiente, y acompañar al consumidor en un uso más responsabl­e de los productos.

En el mundo, las empresas designan el 70% del presupuest­o a la innovación de tipo incrementa­l –la que busca mejorar un proceso–, un 20% al desarrollo de nuevas plataforma­s de productos, y solo un 10 % a la innovación disruptiva, aquella que irrumpe con algo que nunca antes se vio, lo realmente diferente.

“no podés jugarte todo a lo disruptivo porque es peligroso por el riesgo que implica”, aclara Sebastián inchauspe, profesor del iaE Business School y asesor de Money on chain.

“para que una organizaci­ón pueda dedicarse a la innovación disruptiva debe darle a su líder soporte y libertad por fuera de la estructura y cultura actual. pero, ante todo, hay que evaluar si organizaci­ón está predispues­ta para la innovación.

“Hay organizaci­ones más tradiciona­les donde la innovación hay que tratarla desde el borde de la empresa, o incluso separarla ligerament­e de ella”, sostiene inchauspe. Otras, son más abiertas, y el área actúa con proyectos chicos, de alto impacto, que hacen que la rueda de la innovación “empiece a girar”.

Eso sí, recomienda: “Jamás mediría un proyecto innovador con las mismas métricas que cualquier otro proyecto dentro del modelo actual de la compañía. no es nada certero, y muchas veces termina siendo la ruina de las iniciativa­s innovadora­s, que surgen y se apagan rápido por no estar dentro de los estándares del modelo actual”.

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