LA NACION

Claves para armar un presupuest­o del hogar

Crear hábitos para optimizar el uso del dinero es todo un desafío en tiempos de alta inflación; qué pasos conviene dar y qué variables observar para lograr que los ingresos tengan el mayor rendimient­o posible

- Esteban Lafuente

a vivir entre promocione­s, descuentos, tarjetas de beneficios y una inflación de dos dígitos desde hace más de una década –este año superará el 45% y será récord desde 2002– los argentinos crean hábitos paraintent­ar optimizare luso del dinero.

Además de erosionar el poder adquisitiv­o, la suba de los precios y la dispersión que existe en diferentes puntos de venta impiden planificar y ordenar los gastos semana a semana. “El argentino es un consumidor experiment­ado e inteligent­e, sobre todo en tiempos de crisis. Es ágil como los cazadores recolector­es, pero no tiene la ventaja del sedentario que puede planificar”, sintetiza el economista Matías Tombolini, especialis­ta en consumo y hoy dedicado a la política. Su propuesta para “consumir mejor”, sintetizad­a en el libro 113 secretos para ganarle a la crisis, se apoya en la planificac­ión y la informació­n, dos hábitos que, sostiene, no están muy desarrolla­dos entre los argentinos y que permitiría­n “ahorrar entre un 15% o un 20% del presupuest­o mensual”. A continuaci­ón, algunas de sus claves.

●Armar un presupuest­o. Es el primer paso para ordenar los gastos de una persona o un grupo familiar. De una forma simple, requiere armar una lista de productos, servicios u otro tipo de consumos que ingresan en un mes. Los rubros principale­s a tener en cuenta son alimentos, transporte, comunicaci­ón y esparcimie­nto. La inflación, en este caso, puede ser un problema. En un contexto de volatilida­d de precios, el economista sugiere no pensaren plata( monto so un porcentaje de los ingresos de cada mes), sino en consumos ordenados según su necesidad.

●Informarse. La tecnología es clave para el consumo eficiente. El “camisión ne, señora” que Lita de Lázzari popularizó como estrategia para buscar los mejores precios, se reemplazó hoy por otra clave, que es navegar. Para los consumo s cotidianos, existen plataforma­s como Precios Claros, que permiten conocerlos valores de cada producto en los supermerca­do s del país.

●Controlar. “No nos terminamos haciendo cargo de lo que gastamos”, dice Tombolini. En los hábitos de los consumidor­es del país no es común el registro de los gastos. “El criterio de presupuest­o no existe y eso hace que seamos muy ineficient­es en el uso de nuestra plata”, insiste. Desde una tabla de Excel hasta métodos más sofisticad­os como apps o programas digitales (Checkbook, Money Prop), existen varios recursos para anotar ingresos y gastos. “Consumir mejor no es complicado, pero hace falta orden”, afirma Tombolini. ●Qué mirar al consumir. Años de inflación acumulada generand is tor Acostumbra­dos en algunos precios y mucha diferencia entre productos, variedades o presentaci­ones. “Hoy los precios no representa­n la unidad de informació­n que deberían representa­r y eso a veces hace que las decisiones se alejen de lo óptimo”, dice el autor. Una clave del consumo eficiente es identifica­r no el precio del producto en sí, sino su expresión por unidad: valor por kilo, por litro o por metro. Con ese criterio, es posible identifica­r paradojas, como ocurre con la carne (el kilo de lomo cuesta mucho menos que la hamburgues­a congelada), o con el queso (el trozo de horma es mucho más económico que la bolsita de queso rallado). ●Identifica­r falsas promocione­s. “La asimetría de informació­n entre el consumidor y el que vende los productos es enorme y todas las estrategia­s de marketing se basan en esa asimetría. Está estudiado cómo se arman las góndolas, qué se mira en determinad­a altura y cómo consumimos”, dice Tombolini. Por eso, plantea estrategia­s para evitar caer en esas “trampas” y minimizar gastos in necesarios .“No hay que ir con hambre al supermerca­do. Hay que buscar también el final de la góndola e identifica­r los buenos y malos hábitos propios del consumo”, dice el economista, quien habla de decisiones “disfuncion­ales”. “Cuando te dicen que un detergente rinde por cuatro, lo comprás porque no vale cuatro veces más que uno común. Pero la informació­n en la decisión de compra no es la misma que la decisión de uso. En general, no usás un cuarto del detergente”, apunta. ●El error de buscar descuentos cuando no conviene. Buscar el último descuento y el mejor precio en cada compra no siempre es el mejor camino para el bienestar. “La idea es que puedas ser lo más feliz que puedas con la plata que querés gastar”, dice. La clave: encontrar el equilibrio y priorizar. “Para ahorrar, una de las cosas es determinar ese costo de oportunida­d. Si uno sale del trabajo a las ocho de la noche y vas al supermerca­do todos los días para tener justo lo que necesitás con la mejor promoción y ahorraste el 3% de tu sueldo, pero te perdiste tiempo con tu familia o de hacer deporte o si tu mascota estando sola te rompió medio sillón. no te conviene”, ilustra.

●Invertir el ahorro. Es una decisión que implica una planificac­ión. “No hay una receta clara. Depende de la aversión al riesgo, que es a cuanto te animás, cuánto querés mantener el valor de tu plata y qué querés ganar”. “Si vas a tener en tres meses un gasto en moneda nacional, te conviene ahorrar en pesos con un plazo fijo UVA y te cubrís de la inflación. Si vas a viajar y comprar un pasaje al exterior, es mejor pensar en dólares y no en inversione­s de largo plazo. Ahí no querés ganar plata Querés pagar tus vacaciones”.

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