LA NACION

Del “oye, tú” al “che, vos”, el día del acento argentino en Madrid

A horas de la final, la ciudad se deslumbra con el color que entregan los fanáticos

- Pisani

MADRID.– Cuarenta y ocho horas de inesperada invasión y Madrid lo vive como una fiesta. La posibilida­d de verde cerca la famosa“pasión albi celeste” en el fútbol, con la confianza que los violentos quedarán fuera y la posibilida­d de palpar ese sentimient­o misterioso por el que miles de argentinos fueron capaces de empeñar hasta lo que no tienen por estar acá en la final de la Copa Libertador­es.

“¿Ustedes están un poco locos, no?”, escucha La NacioN en la sidrería El Tigre, una de las que tiene fama de figurar entre las más económicas en el centro de la ciudad y que, en la fría tarde de ayer desbordaba de camisetas con los colores de Boca, de River y también de la selección argentina. Esa que aquí se llama la “albicelest­e”, un término que engloba tanto cariño como admiración y respeto.

“No entiendo cómo con la economía que tienen se han venido hasta aquí ”, insisten del otro lado de la barra y, también, a los costados, donde los clientes españoles intentan ganar un lugar. La noticia de la mala economía en nuestro país es moneda corriente por este lado del océano. Pero la respuesta no se hace esperar .“¿ Qué cómo pudimos venir? Bueno… pagando en cuotas. Estoy endeudado para los doce meses de 2019”, comenta Hernán del Valle, que está allí con sus dos hijos,Ma tías yN ah u el, felices y con los ojos como cartas del 2 de oro.

Madrid se volcó con la súbita y bulliciosa “invasión argentina” y le hizo sitio pese a que la ciudad ya desbordaba con el fin de semana largo. El fin de semana “puente”, el último antes de Navidad que, tradiciona­lmente, se aprovecha para hacer compras y visitar “mercadillo­s” con productos a bajo costo. Todo eso sumó, como nota extravagan­te, esta ruidosa presencia. Imposible no verlos, no sentirlos, no escucharlo­s: nunca en tan poco tiempo llegaron tantos.

Atrapada por el fenómeno, la prensa española se lanzó a la caza de argentinos para entrevista­rlos. La Plaza Mayor, la Puerta del Sol y los alrededore­s del estadio Santiago Bernabéu se convirtier­on en súbitos escenarios de televisión, con cámaras y luces frente a las que los compatriot­as eran figuras estelares.

“¿Cómo explicas la pasión argentina por el fútbol?”, preguntaba­n. “No tiene explicació­n. Es irracional”, respondían unos y otros. “¿Cómo describirí­as ese sentimient­o?”, insistían. “Es así, es locura, es inevitable”. Y la ronda seguía.

Lazos de sangre, cariño puro o reconocimi­ento por lo que el fútbol argentino dio al español –Messi, Maradona, Di Stéfano, Simeone, Valdano...–, la emoción con la que aquí se observa lo “albicelest­e” es de respeto. Y de curiosidad infinita.

Del otro lado, del nuestro, ayer se palpaba lo mismo. Para muchos de los que llegaron era su primera vez en Madrid y aprovechar­on el día para recorrerla. Maravillad­os, veían la ciudad limpia, cuidada, ordenada, segura. Llena de luces por la Navidad. “Es una belleza”, decían. Del lado español, en cambio, la curiosidad festiva era la argentinid­ad misma. Términos como “chabón, joya, re-copado (y su variante, súper copado) pibe, posta, zarpado”, y su misterioso significad­o fueron motivo de más de una broma.

Una Madrid que ya no sabía qué hacer para que los visitantes se sintieran en casa. Incluido el “ploteo” de los rostros de la selección española con los de jugadores argentinos hasta los saludos que se recogen al azar, en la vía publica. Un día de convivenci­a con esa locura que los desvela a preguntas y a la que, por estas horas, ven más de cerca. Silvia

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F. pechervsky Hinchas de River y Boca se juntaron en la puerta del Bernabéu

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