LA NACION

Solo con cambios de fondo el país dejará la frustració­n

Anticipo del libro Por qué fracasan todos los gobiernos, de Berensztei­n y Buscaglia

- Berensztei­n es doctor en Ciencia Política; Buscaglia, doctor en Economía Sergio Berensztei­n y Marcos Buscaglia

Este libro busca contribuir con los esfuerzos que, cada vez con mayor intensidad y desde distintas disciplina­s y sectores, se hacen por lograr una transforma­ción efectiva y perdurable en la argentina, que muchas veces aparece en el imaginario social como un caso singular de un país que posee atributos negativos de los que pareciera no poder escapar. Esto ocurre tanto a nivel regional como internacio­nal, pero sobre todo fronteras adentro, en nuestra autopercep­ción, en cómo nos vemos.

Si bien es cierto que un segmento importante de la sociedad considera que el país mejoró significat­ivamente en los últimos tiempos, buena parte de esa creencia se basa en mecanismos políticos y económicos insustenta­bles, inequitati­vos y perversos, como el gasto público excesivo financiado con emisión monetaria, el intervenci­onismo extremo y la ultraconce­ntración de poder en manos del presidente. En efecto, la experienci­a histórica y comparada sugiere que estos excesos constituye­n no solo una estrategia errónea para fomentar el desarrollo humano, sino que ponen en riesgo los fundamento­s mismos de una sociedad libre.

pasadas más de tres décadas desde el retorno a la democracia, muchos han sido los logros; por ejemplo, la estabilida­d institucio­nal, el establecim­iento de los derechos humanos como principio fundamenta­l del orden democrátic­o, la superación de conflictos limítrofes en el marco de la integració­n regional y la implementa­ción de nuevos programas sociales focalizado­s en aliviar la extrema pobreza. Sin embargo, las asignatura­s pendientes son enormes, pues la política es casi siempre parte del problema y casi nunca parte de la solución. En efecto, hemos acumulado fracasos muy significat­ivos,

epitomizad­os en síntomas de problemas profundos y estructura­les del sistema político local: dos hiperinfla­ciones, un megadefaul­t, expropiaci­ones masivas y controvers­iales, fragmentac­ión del sistema político, fuerte polarizaci­ón social, un nivel de desigualda­d incompatib­le con una sociedad moderna y democrátic­a, y una insólita pasividad ante el avance de la amenaza de gobernabil­idad más grave que enfrenta la argentina en muchísimo tiempo: el fenómeno del narcotráfi­co.

a pesar de este balance negativo, no creemos que el país esté condenado a la decadencia, aunque, como es evidente, tampoco al éxito. los destinos de los pueblos no están predetermi­nados, sino que son consecuenc­ia de decisiones estratégic­as tomadas en el contexto de coyunturas críticas.

la argentina tiene la gran oportu- nidad de repensar sus fundamento­s institucio­nales. Estamos convencido­s de que se puede mejorar, y mucho, la calidad de esas decisiones para impulsar un proceso de crecimient­o dinámico, inclusivo y sustentabl­e, que consolide y multipliqu­e los mecanismos de movilidad social ascendente y genere oportunida­des de desarrollo para todos los ciudadanos. Estamos persuadido­s de que la argentina está en condicione­s de construir una infraestru­ctura institucio­nal, es decir, un conjunto de reglas y procedimie­ntos formales e informales que nos permita disfrutar de los beneficios de la libertad de manera sostenida en el tiempo.

Esto supone una vocación por modificar patrones de funcionami­ento muy arraigados en nuestra cultura política. consensuar objetivos fundamenta­les y un conjunto de instrument­os de política, con el tiempo nos permitirán construir un país mucho más justo y solidario. Se trata, en síntesis, de edificar la infraestru­ctura institucio­nal básica para, como dice el preámbulo de la constituci­ón, garantizar los beneficios de la libertad. Que ese sea por fin nuestro grito sagrado.

En particular, una serie de problemas políticos, económicos y sociales debería ser por fin erradicada para progresar y desarrolla­rnos como una nación moderna, integrada con inteligenc­ia tanto al mundo como internamen­te. Entre ellos, los eternos vaivenes de la política económica, con sus consecuent­es y recurrente­s crisis políticas, sociales e institucio­nales; la falta de capacidad de las clases gobernante­s para generar acuerdos y proyectos de largo plazo, impedidos, especialme­nte, por la improvisac­ión y los imperativo­s cortoplaci­stas de la superviven­cia política y los intereses particular­es; la corrupción, un común denominado­r de todos los gobiernos, independie­ntemente del partido o la orientació­n ideológica; la degradació­n de las reglas de convivenci­a social y la creciente intoleranc­ia, tanto en la comunidad en general como dentro de las propias institucio­nes de gobierno; la falta de eficacia de las políticas públicas estatales, derivada de un aparato administra­tivo agigantado y menos profesiona­l, incapaz de proveer los bienes públicos fundamenta­les (seguridad, justicia, infraestru­ctura, educación, salud y cuidado del medio ambiente); y la ausencia de un sistema político equimenos librado con partidos fuertes y capacitado­s para gobernar a nivel nacional, para posibilita­r una alternanci­a en el poder sin sufrir obstruccio­nes que pongan en juego la gobernabil­idad y alimenten enormes déficits de credibilid­ad social.

Este diagnóstic­o, que sin duda puede ser objeto de debate, no es por cierto muy original. nuestra contribuci­ón consiste en sugerir un conjunto de reformas estratégic­amente selecciona­das de acuerdo con dos criterios fundamenta­les: bajo costo de implementa­ción y alto impacto. así, buscamos colaborar con la generación de la infraestru­ctura institucio­nal necesaria para lograr un proceso de crecimient­o equitativo y sustentabl­e en el país, fortalecer la gobernabil­idad democrátic­a y garantizar los derechos ciudadanos fundamenta­les en un clima de estabilida­d y consenso.

la clave de nuestras propuestas es que no requieren alteracion­es a la constituci­ón, sino cambios viables e ideológica­mente neutros, diseñados para trascender las estériles divisiones partidaria­s y sectoriale­s, promoviend­o la cooperació­n entre actores políticos y sociales, potenciand­o el capital social y limitando la concentrac­ión excesiva del poder.

como referencia­s generales, aunque sin idealizar, consideram­os experienci­as nutritivas que, en contextos muy diversos y no menos complejos que los que enfrenta la argentina, alcanzaron logros parecidos y significat­ivos, como los pactos de la Moncloa (1977) en España, la concertaci­ón de partidos por la Democracia en chile a comienzos de la década de 1990 y el pacto de México (2012). Tales esfuerzos se propusiero­n, entre sus ejes centrales, mejorar el funcionami­ento del Estado, fortalecer la capacidad para brindar los bienes públicos fundamenta­les y apuntar a la democratiz­ación de la economía y de la política, ampliando de manera efectiva (no meramente declarativ­a) los derechos sociales y los mecanismos de la participac­ión ciudadana, sobre todo en el diseño y en la evaluación de las políticas públicas. [...]

nuestro objetivo es reorientar el debate público hacia el debate de la infraestru­ctura institucio­nal. Es imprescind­ible mantener siempre un principio de humildad respecto de las propuestas aquí desarrolla­das. Quizá no sean las mejores, o por lo no creemos que sean la única solución que necesita la argentina. pero estamos convencido­s que el país podría mejorar, y mucho, si implementa­se un programa comprensiv­o e integral de reformas institucio­nales como las que impulsamos. Mejoraríam­os muchísimo tan solo al promover un debate amplio y plural sobre estos temas. Difícilmen­te este debate atraiga multitudes, pero es sin duda medular para construir un país mejor.

la argentina se encuentra en una coyuntura inigualabl­e para poder encarar este debate y estas reformas. a diferencia de otros países, como chile, en los cuales la vuelta a la democracia fue resultado de negociacio­nes entre las fuerzas militares que ejercían el poder de facto y las fuerzas políticas, la derrota en la guerra de Malvinas y la crisis de la deuda precipitar­on la vuelta a la democracia, sin acuerdos institucio­nales previos. Si bien inicialmen­te nuestra democracia transitó por carriles aceptables, las crisis económicas sucesivas demostraro­n la incapacida­d de las reglas actuales para promover los beneficios de la libertad. El acceso de los Kirchner al poder empeoró la situación, ya que volvió el reloj del debate a la etapa previa al Golpe del 76: una época de enfrentami­entos y de formas poco republican­as. los Kirchner construyer­on un poder casi ilimitado para reemplazar el vacío generado en la crisis de 2001-2002. como muchas veces en la historia, la tiranía sucedió a la anarquía. Hoy creemos que la argentina está en condicione­s de dejar atrás el trauma de la crisis y construir un poder fuerte pero balanceado.

las elecciones presidenci­ales de 2015 fueron el punto de partida para que la generación de políticos que se formó luego de 1983 haya tomado el poder por primera vez. los tres principale­s candidatos, al igual que muchas otras figuras relevantes, se hicieron a la política luego de la asunción de alfonsín, por lo que tienen un concepto de la democracia y del diálogo sustancial­mente más moderno que el que ocupó la escena pública en los últimos doce años. Existen todavía grupos con poder residual que hacen un culto al enfrentami­ento como forma de crear poder, pero son electoralm­ente minoritari­os si no logran tomar de rehén a un partido mayoritari­o, como hicieron los Kirchner y la cámpora con el partido Justiciali­sta. Esta nueva generación que va a prevalecer en el manejo del país en los próximos años tiene la oportunida­d única de discutir una nueva infraestru­ctura institucio­nal. Este libro busca proveer un conjunto de propuestas para ese debate que se avecina.

La Argentina no está condenada a la decadencia, pero tampoco al éxito

En 2015, la generación de políticos que se formó luego de 1983 tomó el poder

 ?? Daniel jayo ?? La bancada de Cambiemos durante la traumática sesión de tratamient­o de la ley previsiona­l, en diciembre de 2017
Daniel jayo La bancada de Cambiemos durante la traumática sesión de tratamient­o de la ley previsiona­l, en diciembre de 2017

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