Foucault, ese filósofo que nunca deja de publicar
Podría haber cumplido 92 años en octubre pasado. Quizás hubiera podido aportar algunas nuevas claves para entender el mundo contemporáneo. ¿Habría publicado muchos libros más? Lo cierto es que Michel Foucault murió hace ya 34 años, sorprendido por un virus que por entonces apenas comenzaba a conocerse y que resultaba implacablemente letal. Se sabe que prohibió que se publicaran textos póstumos. Se sabe que ese tipo de prohibición suele ser inútil si no está acompañada de la voluntad de serle fiel de sus herederos. Es así como año tras año siguen apareciendo cursos, conferencias, debates que han hecho que el filósofo resultara considerablemente más prolífico ahora que en vida.
¿Qué es la crítica? es un libro producido (sí, como un disco o una película) a partir de la desgrabación de dos conferencias de 1978 y 1983 dictadas por Foucault en la Sorbona y en Berkeley, respectivamente. En ambas el filósofo toma como punto de partida el célebre texto con el que Kant, en 1784, pretende responder a la pregunta “¿Qué es la Ilustración?”. Para un lector de Foucault esta referencia no es ninguna novedad. Es un texto al que ha aludido en diversas ocasiones. Lo que hace esta presentación particularmente atractiva es que permite ver cómo un mismo punto de partida puede llevar al filósofo hacia derivas significativamente diferentes. Porque, mientras que la conferencia de 1978 lo conduce al análisis de la crítica, la de 1983 lo interna en la problemática del cuidado de sí.
¿Cuál es el valor de estos papeles exhumados? La respuesta depende, en gran medida, del receptor del texto. Esquematizando un poco, podría hablarse de cuatro lectores tipo: el especialista; el interesado en la filosofía en general; el novato; el fan.
El especialista está poseído por un anhelo de totalidad. Es un coleccionista que quiere atesorar cada palabra del autor. Sufre sabiendo que en la Biblioteca nacional de Francia hay innumerables cajas con papeles de Foucault aun no clasificados. Para él, cada publicación es invaluable. Le permite encontrar matices, diagramar evoluciones, rupturas.
El interesado en la filosofía en general quiere tener una noción básica de cada autor. no le interesan las sutilezas académicas. Quizá, de los cuatro personajes aquí caracterizados, sea el que mayor decepción podría experimentar al leer estas conferencias. no va a encontrar algo decisivamente sustancial y novedoso en relación con otros trabajos del autor.
Para el novato, el que está haciendo sus primeros pasos en el pensamiento de Foucault puede ser un texto atractivo. Las conferencias son cortas, claras, comprensibles. Tanto el tema de la crítica como el de la cultura de sí son movilizadores. Y si por primera vez se encuentra con estas cuestiones no podrá evitar hacer subrayados enfáticos, comentar al margen, sentirse interpelado por las ideas y problemas que se presentan. El texto permite, además, tener una pequeña percepción de dos momentos diferentes de Foucault y, presumiblemente, el entusiasmo despertado lo llevará a sumergirse en algunas obras mayores del filósofo.
De nuestros cuatro lectores tipo quien mayor satisfacción obtendrá con este texto será el fan. Este comparte con el especialista el interés por tener todo lo que pueda conseguirse sobre su autor predilecto. Pero no lee con afán investigador. Su interés es el disfrute. La comparación evidente es con el fan de una banda de música que sabe que en una grabación de un viejo concierto no va a hallar grandes novedades en cuanto a los temas. Va a haber matices, variaciones, tonos que rindan cuenta de la sensación de los intérpretes en ese momento. Eso sucede con estas grabaciones encontradas de Foucault. Son como recitales en los que uno sabe que va a poner en escena algo similar a lo expuesto en otro foro, pero aún así quiere entregarse al placer de leerlo.
La muerte prematura de Foucault nos privó de su agudeza para pensar el presente. La deslealtad de sus herederos nos permite, al menos, seguir en contacto con la intensidad de sus palabras.