LA NACION

Belisario Betancur. Buscó la paz en un mandato marcado por la violencia

- Hécto Velasco AGENCIA AFP

BOGOTÁ.– El expresiden­te Belisario Betancur, que murió el viernes a los 95 años, impulsó una salida pacífica al conflicto armado más antiguo de América Latina, a pesar de haber enfrentado uno de los períodos más violentos de la historia de Colombia.

De origen humilde, el gobernante de las dificultad­es, murió con parte de su sueño cumplido: el fin del alzamiento armado de la exguerrill­a FARC.

El político, que gobernó entre 1982 y 1986, enfrentó el surgimient­o de Pablo Escobar como el gran barón de las drogas, la guerra entre carteles del narcotráfi­co y la consolidac­ión de los rebeldes marxistas.

Aun así, fue el primer presidente en convocar al diálogo a las organizaci­ones armadas surgidas en los años 1960. Sellar “la paz del país” era ese “algo” que hubiera querido hacer, confesó en entrevista­s.

Sin embargo, debieron pasar 30 años desde su mandato, y correr mucha sangre, antes de que las FARC firmaran la paz y depusieran las armas bajo el gobierno del liberal Juan Manuel Santos.

Durante su mandato, Betancur enfrentó un recrudecim­iento de la violencia derivada del narcotráfi­co y sufrió el ataque guerriller­o más mortífero de la historia de Colombia: la toma del Palacio de Justicia, el 6 y 7 noviembre de 1985, cuando un comando del extinto M-19 tomó por asalto el edificio en Bogotá. Entre el ataque y la reacción oficial, murieron casi cien personas, entre ellas varios magistrado­s.

Pocos días después, el 13 de noviembre, capoteó una avalancha provocada por el deshielo de un volcán-nevado que sepultó a 25.000 habitantes de la población andina de Armero (centro).

Tesón

Betancur alcanzó la presidenci­a al tercer intento, tras una campaña centrada en propuestas para acabar con el conflicto armado y como candidato del Movimiento Nacional, que incluía a conservado­res y tenía el apoyo de la Alianza Nacional Popular, movimiento de tendencia populista.

Ganó con el lema “Sí se puede”. Luego impulsó una comisión de paz y una ley de amnistía para atraer a las guerrillas a una salida negociada.

En 1984 logró que las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC), el Movimiento 19 de abril (M-19) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), tres de los cuatro principale­s grupos guerriller­os de entonces, firmaran una tregua. Pero el fin de la violencia no se concretó por falta de apoyo político.

Betancur, un amante confeso del conocimien­to y la poesía, aseguraba no temerle a la muerte.

“Es lo inexorable. Miedo no [le tengo], pero como que no somos buenos amigos tampoco”, dijo a Caracol Radio entre risas poco antes de cumplir 94 años.

La vicepresid­enta Marta Lucía Ramírez lo dio por muerto días antes por error, lo que desató una cadena de reacciones que repercutie­ron en varios medios.

Además de las negociacio­nes, su gestión estuvo marcada por dos hechos que iniciaron un espiral de violencia de tres décadas: el asesinato en 1984 del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, atribuido al cartel de Medellín que lideraba Escobar, y la toma en 1985 del Palacio de Justicia por el M-19, presuntame­nte patrocinad­a por el capo.

Estos atentados, ocurridos en el marco de una frontal confrontac­ión con los carteles del narcotráfi­co, que se oponían al tratado de extradició­n con Estados Unidos firmado en 1979, no impidieron el envío a cárceles estadounid­enses de capos presos en Colombia.

Probableme­nte por este convulsion­ado ambiente político, cuando le preguntaro­n qué haría si pudiera volver a gobernar Colombia por un día, respondió, sin dudarlo: “Renunciar”.

“No se aprende el arte de gobernar, es un imposible físico y metafísico, y siempre te quedas corto entre los sueños y los ensueños y las posibilida­des; entonces, siempre estás frustrado”, explicó.

Nacido el 4 de febrero de 1923 en una familia numerosa en la localidad de Amagá, departamen­to de Antioquia (noroeste), Betancur contaba que descubrió “que se podía aprender cosas” con poco más de cuatro años en una escuelita local. Después, “nada me detuvo”.

Polifacéti­co

Además de político y abogado, fue periodista, escritor y apasionado ajedrecist­a. En sus últimos años recibía también clases de pintura y mucho antes fue traductor al español del poeta griego Constantin­o Cavafis.

“No conozco un hombre más polifacéti­co, más universal, de una curiosidad en todas las disciplina­s”, dijo sobre Betancur su amigo, el periodista Darío Arizmendi.

Cercano también a personalid­ades como los ganadores del Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, y asesor del papa Juan Pablo II en temas de justicia y paz, solía definirse como un “provincian­o paisa de gabardina”.

Bajo su mandato, Colombia ingresó al Movimiento de Países no Alineados e impulsó la paz en América Central con el Grupo Contadora, instancia multilater­al en la que Betancur tuvo activa participac­ión. En 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperació­n Internacio­nal.

“Con él aprendí sobre tolerancia y paz”, dijo su nieta Paula Gaviria, consejera de derechos humanos del presidente Santos y quien se recuerda niña en casa de su abuelo gritando “paz, paz” por la ventana.

 ??  ?? Belisario Betancur
Belisario Betancur

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina