En Europa se consiguen argentinos... a la europea
Lo que se ve desde allá, a 10.000 kilómetros de distancia, parece otro mundo. cuesta interpretarlo cuando se reciclan las imágenes de la llegada del ómnibus con el plantel de Boca a libertador y lidoro Quinteros y se observa a Matías Firpo y a otros inadaptados tirar piedras, botellas y vasos. no tienen pinta de barras: es gente que muta en violenta en segundos de irracionalidad. llegan imágenes de Madrid y los argentinos muestran toques de europeos: comparten fotos, salen en notas por TV, hablan civilizadamente, se hacen amigos en los vuelos. comparten el estadio y cantan, como en los viejos tiempos de nuestras canchas. Igual que en las dos últimas finales de copa argentina (riveratlético Tucumán y rosario central-Gimnasia). pueden convivir.
Desde adentro de la cancha, salvo la burla de Benedetto a Montiel tras su gran gol y el cantito en el vestuario campeón dedicado a angelici y a Macri, el mensaje es parecido al de la gente: son river y Boca, sí, pero ante todo son personas. Quizás a sabiendas de lo que sentiría si hubiese perdido, se ve a nacho scocco consolando a pablo pérez antes de la entrega de premios; el mismo pablo pérez que en la Bombonera alertó a su excompañero de newell’s y ahora rival Víctor casco para no exponerse a una amonestación que lo sacara de la segunda final. se ve también a Marcelo Gallardo y a rodolfo D’onofrio hablando con Guillermo Barros schelotto, aquel demonio dentro de las canchas al que le podían haber pasado alguna factura pendiente en medio de un profundo dolor. pero no: domina el sentido común. abrazos, frases al oído. Quizá no participan todos, pero sí muchos de los protagonistas. son esas imágenes que quedan para siempre y que sirven como disparador para preguntarnos: ¿por qué sí en Madrid? ¿por qué en el partido más importante de la historia del fútbol argentino, el de mayor carga emocional?
el oprobio de no poder disputar una final de libertadores en la argentina quedará para siempre. Una decisión que muchos aún no entienden. la final no nos la sacó nadie: la regalamos nosotros (y con moño). les regalamos la final para que hasta el propio Messi la viera en vivo.
Durante mucho tiempo nos maravillamos con la conducta de público y jugadores de europa. Haciendo hincapié en el rótulo de subdesarrollo que nos hiere. por unos días, sea por convicción o por el temor que infunde estar en el exterior, allí donde “no se jode”, la imagen cambió. sirvió para sentirnos un poco mejor. sin poder despojarnos del todo de los fantasmas que nos acosan a diario y nos exponen con una crudeza brutal.