Un semillero argentino de soja pondrá un pie en China
En mayo próximo, empezará a evaluar productos para vender en 2021/2022
El Grupo Don Mario (GDM), dueño del semillero argentino homónimo que en Sudamérica provee más del 45% de la genética de soja y ya se expandió también a los Estados Unidos, ahora pondrá un pie en un mercado lejano, pero a la vez prometedor: China.
En mayo del próximo año, la firma, con sede en Chacabuco, comenzará a evaluar allí unas 300 variedades de semillas de la empresa. Lo hará en las provincias del norte de ese país. Si todo va bien, para 2021 o 2022 la compañía saldrá al mercado con variedades comerciales. Aunque China importa soja transgénica (proyecta compras por 84 millones de toneladas este año), a nivel interno no usa materiales genéticamente modificados para los 8,2 millones de hectáreas que siembran sus productores. En rigor, Don Mario hará su primera avanzada con soja no transgénica.
“Harbin es la ciudad donde pensamos instalar nuestra base, en la provincia de Heilongjiang. Esta provincia y la de Jilin, que está más al sur de Heilongjiang, conforman el nordeste chino”, explicó Marcos Quiroga, que se desempeña como director global de investigación de la empresa. Hay una región en Rusia llamada el Lejano Oriente, limítrofe con la provincia de Heilongjiang, que es considerada relevante para el desarrollo de la soja allí. Don Mario viene haciendo hace dos años evaluaciones también en Rusia, aparte de Ucrania.
En este contexto, además de evaluar su genética en los estados del nordeste chino, también lo hará en la zona cercana a Pekín.
La empresa ve oportunidades en ese mercado porque China está buscando avanzar en una mayor producción propia de soja. Después de muchos años de incentivos al maíz, hay un cambio para reimpulsar a la oleaginosa, que, vale recordar, es originaria de ese país. China comenzó a ponerle foco a un programa de mayor producción propia en medio de la disputa comercial con Estados Unidos, que le estaba vendiendo soja por unas 35 millones de toneladas al año.
En la actualidad, los rindes de soja en China promedian los 1800 kilos por hectárea. Son rindes bajos por cuestiones ambientales de manejo y de genética. Como un 50% del rendimiento viene por el lado de la genética, en la compañía creen que tienen para aportar justamente por este lado, además del manejo.
“El objetivo central de GDM en China es evaluar la adaptación de nuestra genética allá y, sobre la base de los resultados, armar una estrategia comercial. Nuestra hipótesis es que con la genética que vamos a introducir en China podemos aspirar a un aumento importante en la productividad de más del 15%, comparado con las variedades que hoy se siembran”, apuntó Quiroga.
En China, el mercado de semillas de soja está muy atomizado. La competencia no pasa por grandes multinacionales, sino por organismos, universidades y centros de investigación vinculados con el Estado. La empresa argentina enviará a un ejecutivo de Brasil, que será el encargado de armar un equipo propio en China.
En Estados Unidos, la marca Don Mario se lanzó este año, si bien la empresa ya había puesto un pie allí. En ese país posee estaciones de me- joramiento en Gibson City, Illinois –allí está, a su vez, la casa matriz–; Marion, Arkansas, y Hutchison, Minnesota.
En esta última ciudad realiza mejoramiento de sojas que agronómicamente son de los llamados grupos 0 y 1, que son los que se adaptan a latitudes altas como las de la zona de Harbin en China.
Esa clase de soja representa hoy el 46% de lo que se siembra en ese país, mientras que en orden de importancia luego le siguen, con un 20%, los llamados grupos 3 y 4, similares a los de la pampa húmeda. Así como los dos primeros grupos se probarán en el nordeste chino, estos últimos se analizarán cerca de Pekín. La semilla que se llevará a China se está produciendo en contraestación en Chacabuco.
Además de avanzar con la soja en ese mercado, la empresa apunta a establecer sinergias con empresas chinas para la inteligencia artificial y la ciencia de datos. En la Argentina, entre otras novedades, la firma está trabajando con edición génica –nueva tecnología para el desarrollo de cultivos– y podría tener sus primeros productos en cinco años.