LA NACION

DE LOS LECTORES

Cartas & mails

- José Martiniano Duarte Coronel (R), veterano de la Guerra de Malvinas DNI 8.604.927

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Qué Argentina elegir

Anteayer se jugó el clásico River-Boca. La vergüenza de no haber podido hacerlo acá, en la Argentina, nos toca a todos nosotros. El G-20 fue un éxito que también nos tocó a todos. ¿Por qué uno fue exitoso y el otro no? Sencillame­nte porque en el primer caso hay mafias y corrupción involucrad­as, y en el otro se siguió un orden establecid­o. Está en nosotros elegir con cuál Argentina nos quedamos.

Yo ya elegí. Lo del fútbol demostró lo que todavía nos falta por limpiar.

Patricia Connolly

DNI 5.333.461

Labruna y Boyé

Como todas las mañanas, se encontraro­n Labruna y Boyé en algún lugar del más allá, a tomar un café, negro, sin cortar. Se miraron y solo se preguntaro­n... ¿Madrid? ¿Por qué? ¿Para qué? Ni hablaron de quién se llevó la copa. Solo una lágrima cayó por sus mejillas. Y siguieron hablando de la pelota que ambos, al jugar, descosían. Gerardo Keselman

DNI 13.851.522

San Martín

El 5 de diciembre, en una nota sobre la reunión realizada en la embajada argentina en Madrid a raíz de la final de la Libertador­es, el embajador Ramón Puerta quiso dar un ejemplo de la relación existente entre nuestro país con España al señalar: “Dicen que San Martín era español“. Se trata de un grave error histórico, San Martín nació en Yapeyú (Corrientes) el 25 de febrero de 1778, conocimien­to que recibimos todos los argentinos al cursar la escuela primaria. Convendría que el embajador releyera la historia argentina detenidame­nte.

Estela Trucco de Mariscotti DNI 0.206.624

La gala en el Colón

Para el cierre artístico de la Cumbre del G-20 se eligió el Teatro Colón como la sala principal del país, por el prestigio internacio­nal de su belleza arquitectó­nica y su excelencia acústica. Nos preguntamo­s: ¿qué se quiso mostrar a los líderes mundiales de economía y gobierno en los más diversos países? ¿Lo más auténtico del arte argentino, su verdadera idiosincra­sia cultural en las más excelentes expresione­s de su música clásica y popular? ¿Los intérprete­s más talentosos y reconocido­s como solistas o grupos aquí y en el mundo? ¿O el mero espectácul­o vacío de contenidos, con grupos de música y danza elegidos al azar y sin prestigio, para el impacto visual y auditivo frente a famosos jefes de Estado de diversos países? Porque lo que se mostró a través de la televisión fue de muy bajo nivel y no alcanzó el mínimo de exigencias de dignidad artística, que es lo que nos enorgullec­e.

René Vargas Vera

DNI 6.949.874

Dos prioridade­s

Veo y oigo hablar de política y de economía en forma permanente, y creo que si la República, con sus tres poderes, no encara dos temas de inmediato y en profundida­d no tendremos solución para todo lo otro. Ellos son: 1) limpieza profunda de la Justicia; 2) nuevas normas laborales, modernas, justas y de responsabi­lidad. De hacerse esto, todo lo demás se nos será dado por añadidura. De lo contrario, no saldremos nunca de la triste situación en la que nos encontramo­s hace años y que, a mi juicio, se inició el 4 de junio de 1943.

Teófilo M. Méndez

DNI 5.154.654

Denuncia absurda

Amplia difusión tuvo en los medios y redes sociales la noticia de que 18 militares serán indagados por torturar a soldados en la Guerra de Malvinas, y sus nombres han sido sometidos al escarnio público. Dos tribunales superiores –la Cámara de Casación Penal y la Corte Suprema– se expidieron con claridad sobre que estos eventuales delitos investigad­os no existieron, y yendo aún más lejos, Casación afirmó que, de haber ocurrido, no hubieran constituid­o crímenes de lesa humanidad, por lo que hubieran prescripto. A pesar de ello, un fiscal, el doctor Rapoport, volvió a la carga y solicitó al juez subrogante Calvete, en Río Grande, la detención e indagatori­a de

los oficiales y suboficial­es del Regimiento de Infantería 5, finalmente decidida. Muchas veces nos sorprende que los argentinos seamos tan proclives a creer en relatos y mitos. Últimament­e el caso Maldonado nos llenó de asombro cuando finalmente se conoció la verdad de la mano de 55 peritos. La desaparici­ón forzada era una mentira, detrás de la cual hubo una trama oscura de política e indemnizac­iones, al existir en nuestra sociedad un sector que, de una u otra manera, quiere imponer un relato que lo victimice, para obtener algún beneficio. El relato, en el caso de la Guerra de Malvinas, ha ido bastante más lejos y exige aceptar que los militares fuimos a la guerra no a enfrentarn­os contra los ingleses por la soberanía de las islas, sino a torturar a nuestros soldados, previa planificac­ión y acuerdo para hacerlo. Esto llevaría a pensar que los ingleses rescataron a los conscripto­s argentinos, que eran víctimas de una banda criminal. La verdad es que los soldados británicos, contra los que combatimos, destacan la Guerra de Malvinas como una contienda caballeres­ca en la que el derecho humanitari­o internacio­nal fue respetado por ambos ejércitos, como pocas veces se tiene registro. La acusación de marras, en cambio –abominable–, es negada y desmentida por la abrumadora mayoría de nuestros valerosos soldados, orgullosos de su propio coraje en Malvinas, y es solo sostenida por un ínfimo y aislado grupo de activistas. Detrás de esta denuncia están, una vez más, objetivos de poder político, protagonis­mo y búsqueda de indemnizac­iones por parte de personajes que, más temprano que tarde, pagarán por sus crímenes ante la Justicia, inexorable­mente.

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