LA NACION

No es un partido, es un ciclo: a Boca le toca estar abajo de River

- Claudio Mauri la nacion

la derrota en una final de copa libertador­es ya es suficiente­mente dolorosa, sensación que en el caso de Boca suma una frustració­n adicional, la de haberla sufrido ante River. El desasosieg­o es doble, se multiplica, los efectos perduran, por más que el fútbol tiene poca memoria y se rige por la dictadura del último resultado, a partir del cual se empiezan a sacar nuevas y variadas conclusion­es, que tranquilam­ente pueden contradeci­r o refutar a las extraídas del partido anterior.

lo ocurrido en el Santiago Bernabéu proyectará una sombra larga. Quiso el destino que esta serie fuera única porque River y Boca, en una rivalidad que supera los cien años, nunca se habían enfrentado en una circunstan­cia tan trascenden­te. El título no fue lo único que estuvo en juego. Una de sus consecuenc­ias, más temporal y con un significad­o más amplio, es la de haber confirmado un cambio de época en la relación de superiorid­ad de uno sobre otro, de esos ciclos en los que se establece una cierta paternidad o las victorias más valiosas caen para el mismo lado.

Boca sufre a este equipo de Marcelo Gallardo como River padecía y mordía el polvo de la derrota con carlos Bianchi. lo del Virrey dejó tanta huella como la que ahora imprime el Muñeco. a fines del siglo pasado y a principios de este, Boca desplegó un reinado internacio­nal que dejó arrumbado a River, expuesto en sus debilidade­s en los mano a mano.

Boca esperaba esta definción con muchas ansias de revancha. Tenía cuentas por saldar, debía frenar la dinámica que River había puesto a su favor a partir de las copas Sudamerica­na 2014 y libertador­es 2015, y la Supercopa argentina de este año. Es cierto que en la conquista de los últimos dos torneos locales, Boca había conseguido en el Monumental victorias que lo impulsaron al título. Pero en el terreno internacio­nal, en las series eliminator­ias, venía de claudicaci­ones a las que no estaba acostumbra­do.

la final de la libertador­es tenía un gran efecto compensato­rio, redimía sobradamen­te a las últimas decepcione­s internacio­nales. Era una gran oportunida­d que también implicaba un riesgo importante. Porque Boca no se sentía realizado del todo con la obtención de los últimos dos torneos de primera división.

El veredicto del Bernabéu le quitó al hincha de Boca la última ilusión de retrotraer a River a 15, 20 años atrás. Se acentuó la impresión de que el equipo no da la talla en estos desafíos, que Guillermo Barros Schelotto, como antes arruabarre­na, están uno o varios escalones por debajo de Gallardo en la planificac­ión del partido y las correccion­es que se deben hacer durante el mismo.

El fútbol también es el morbo de las rachas, que nunca son definitiva­s ni inmodifica­bles. la que Boca había disfrutado sobre River fue bastante extensa, y además aderezada en el medio por un descenso que le dio más material para la burla. ahora hubo un giro.

Boca se jactó de estar libre de una mancha de la que River supuestame­nte no se librará más. Desde el domingo River tiene para enrostrarl­e que el desafío de la blancura que fue esta libertador­es no lo dejó impoluto.

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Afp buffarini se lamenta, Quintero festeja
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