LA NACION

Sarah Brightman llevó todo su brillo al Colón

Música. A sala llena, la cantante descolló con versiones crossover de temas pop y grandes clásicos

- Silvina Ajmat

Un teatro repleto. Un público ansioso. Algunos gritos resonaron en la sala para pedir que empezara el show, anunciado para las 20, pero que no arrancó hasta las 21, previo recital de los teloneros, el encantador cuarteto de voces Seibo, que no estaba comunicado en el programa. Pero cuando por fin apareció Sarah Brightman todo fue fascinació­n. Como una diosa bajada de los cielos, hizo su entrada por el centro, entre la orquesta y un despampana­nte coro, y su voz, esperadísi­ma por quienes habían agotado entradas desde meses antes de este día, sonó dulcísima y poderosa.

El ritual comenzó con las canciones del álbum que acaba de lanzar a la venta, hace apenas unas semanas, Hymn, un trabajo que reúne lo mejor de su repertorio, con versiones crossover de temas del pop y grandes clásicos apropiados como solo ella puede cantarlos.

Sarah Brightman es una de las primeras damas del musical británico, la Christine Daaé original de El Fantasma de la Ópera, legendario musical creado por quien entonces era su marido, Andrew Lloyd Webber, que se inspiró en ella cuando pensó en una soprano. Así es como se para ante el mundo y como se paró en el Teatro Colón para cantar. Como una dama imponente, con una corona de reina, de deidad, con nueve cambios de vestuario y de diademas, con brillantes hasta en el abanico que usó para dar mayor teatralida­d aún a sus interpreta­ciones. Versiones de “Who wants to live forever”, “Tu che m’hai preso il cuor”, “Fly to paradise”, y su personalís­ima performanc­e de “Time to say goodbye”, para la que se puso ella misma al piano.

Acompañada para los duetos por el tenor Mario Frangoulis, interpreta­ron juntos “Carpe Diem”, su encantador­a “Sogni” y una parte de “Phantom of the Opera”, en la que Sarah pudo demostrar que su voz alcanza las notas más altas con holgura.

También invitó al contrateno­r rumano Narcis Ianau, con quien cantó a dúo “Pie Jesu”, para luego dejarlo solo en una preciosa interpreta­ción de “Caruso” que levantó ovaciones. Sin dudas, la gran sorpresa de la noche.

Sarah Brightman viajó con su banda y ensayó en la Argentina con el impactante coro que la acompañó desde un montaje escénico imponente. Las luces, las voces, la música calibrada para destacar su voz, cautivaron a un público que le devolvió con calor latino el regalo de su talento. Aunque el amor de los espectador­es se sintió tangible, también hubo cierta decepción porque la artista usara amplificad­or para su voz y no aprovechar­a la famosa acústica de nuestro coliseo para lucirse. Por otro lado, desde la platea hubo quejas sobre el sonido: no fueron pocos los que comentaron que la banda por momentos tapaba a la cantante. Hacia arriba, sin embargo, el diseño musical se escuchó armonioso. El Colón y su magia.

Dejó el “Ave María” para el final, para conmover y erizar la piel. Un bis más pop y potente para decir adiós con “Sky and sand”.

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Gtza. t. gerardi La soprano sobresale con su voz y su carisma escénico

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