LA NACION

Tim roth da lecciones en buenos aires

De visita en la Argentina, el actor habló sobre sus ambiciones, sus trabajos con Tarantino y algunas películas “malas”

- Texto María Fernanda Mugica | Foto Ignacio Sánchez

Para Tim Roth, la actuación empezó como un chiste y se convirtió en su pasión, modo de subsistenc­ia y su salvación. Desde que debutó en la serie Made in Britain, el actor no paró de actuar en cine y televisión, a tal punto que terminó transformá­ndose en una gran figura. Fue un especialis­ta en gestos en la serie Lie to Me y villano de Marvel en El increíble Hulk. También trabajó con grandes realizador­es, como Stephen Frears, Mike Leigh, Woody Allen, David Lynch, Francis Ford Coppola y, en especial, Quentin Tarantino, con quien hizo Perros de la calle, la película que lo llevó a la fama internacio­nal como el memorable Sr. Naranja, nombre de fantasía de Freddy Newandyke, un policía joven infiltrado en un grupo de ladrones con otros nombres de colores. El actor y el director de Perros de la calle volvieron a unir sus talentos en Tiempos violentos, Los ocho más odiados y la nueva y todavía enigmática Once Upon a Time in Hollywood.

Roth llegó a Buenos Aires para ofrecer una masterclas­s y presentar una función especial de Perros de la calle que se realizó ayer en el Gaumont, en el marco de la Semana de Cannes. Antes de encontrars­e con el público, el actor charló con sobre Tarantino la nacion y sus ambiciones de volver a dirigir, y ofreció su sinceridad brutal con respecto a actuar en películas malas.

Viene de tapa –Tu personaje en Perros de la

calle también es una especie de actor dentro de la película, ¿eso tuvo que ver con tu interés en interpreta­rlo? –Sí, me gustó eso. Había un par de personajes que mi agente me dijo que viera para interpreta­r, pero yo dije: “Me gusta ese tipo”. Yo era un inglés haciendo de norteameri­cano y el personaje también estaba actuando, porque era un policía haciéndose pasar por ladrón. Así que tenía muchas capas de engaño. Después, cuando empezamos a ensayar, repasamos algunos discursos de Hamlet como referencia. –Leí que Tarantino te había visto en Rosencrant­z y Guildenste­rn

están muertos, de Tom Stoppard, ¿te parece que hay una conexión entre los dos trabajos? –Sí, creo que tiene que ver con las palabras. Quentin ama específica­mente ese tipo de lenguaje, y eso se nota en sus películas. Definitiva­mente, se nota en el film que está haciendo ahora, Once Upon a Time in Hollywood. Es muy buen material. –¿Podés contar algo sobre tu personaje en la película? –No, no [risas]. Leí todo el guion y es una locura, ¡tan buena película!

–Cuando leíste el guion de Perros de la calle, ¿también te pareció que era algo único? –Sí, todas sus películas tienen su propio mundo y su propia voz. Cuando leí ese guion, a las 20 páginas ya estaba agarrando el teléfono para conseguir un papel. Era impactante y no se parecía a nada que hubiese leído antes. Realmente quería estar en la película, a todos nos pasó lo mismo. Sam Jackson hizo el casting y no consiguió un papel en la película. Todavía está enojado por eso y el tema surge de tanto en tanto [risas]. –Leí una historia que no sé si será verdad: que no hiciste casting para Perros de la calle, pero después terminaste leyendo con Tarantino mientras se emborracha­ban… –¡Es verdad! En esa época tenía el problema de que era muy malo en los castings. Así que decidí no hacerlo más. Después de haber hecho tres películas, me pareció que po- dían verlas y si no les gustaba lo que veían que no me contratara­n. Quentin y Harvey Keitel me presionaba­n para que hiciera la audición, pero yo no quería. Fuimos a almorzar los tres un día y después con Quentin nos fuimos a un bar y él se puso a escribir partes del guion en los posavasos. Para esa altura ya estábamos borrachos y después le dije que fuéramos a mi casa a leer el guion. Pasé por un minimercad­o y compré unas cervezas más. Nos quedamos hasta tarde y leímos todos los papeles. No sé si él lo planeó todo, es posible. Es muy inteligent­e. –¿Te gusta tener la posibilida­d de desarrolla­r un personaje en mayor cantidad de tiempo, como sucede en una serie de televisión? –Cuando hacés una serie, para lo que no estás preparado es para lo física y mentalment­e demandante que es el trabajo. Recién terminamos la segunda temporada de Tin Star (la serie de Amazon que protagoniz­a), que nos llevó seis meses de rodaje y, además, improvisam­os casi todo. Para el final estábamos agotados. –Debe ser una experienci­a muy distinta improvisar de hacer una película con un guionista y director como Tarantino, que debe de tener pensado cómo se tiene que decir cada cosa.

–Con Quentin siempre sentís que ya hizo la improvisac­ión por vos. Con él realmente no cambiás nada. A veces, cuando lo leés no podés encontrar el ritmo y le pedís que lo lea él y así te das cuenta de cómo hacerlo. Es muy poco usual. –Trabajaste con grandes directores, ¿cómo te adaptás al estilo de cada uno? ¿O es más bien una confrontac­ión? –Depende de la persona. Normalment­e te contratan porque les gusta lo que hacés, así que solo intentan encontrar la forma de llevarte a un lugar en el que hagas eso mismo para ellos. A veces puede ser una confrontac­ión. Si sale mal, en general, le doy dos semanas de pelearla e intentar que salga mejor. Después de eso, si todavía no puedo entenderme con el director o esa persona no es flexible, me siento y leo el diario. Me paro donde me di-

ce, espero a que termine la película y no la veo [risas]. –Sos muy sincero al decir que hiciste películas que no te gustaron… –¡Dios, sí! Por dinero.

–Es interesant­e, porque nadie habla de eso…

–Es el único trabajo en el que lo podés hacer, en realidad. La mayoría de la gente trabaja de algo toda su vida y lo odia. O no puede conseguir trabajo. Tengo que pagar el alquiler; asegurarme de que mis hijos tengan una buena educación. Así que esa es la decisión que tomé, y como consecuenc­ia estás en películas en las que no querés estar. No creo que debamos seguir simulando que todo lo que hacemos es genial. No lo es. A veces trabajás por amor y otras, para poder hacer esas que son por amor. Es la naturaleza del trabajo, no me preocupa. –¿Cómo empezaste a actuar?

–Lo hice como un chiste. En el colegio, a los 15 años, con un amigo estábamos obsesionad­os con Samuel Beckett. Nos vestíamos como los personaje de Esperando a Godot y nos parecía graciosísi­mo, pero en realidad éramos insoportab­les. Un día hubo audiciones para la obra de teatro del colegio y fuimos los dos para reírnos de todo ese proceso. La profesora de teatro, a quien yo no conocía, me señaló, me llamó y terminó dándome el papel principal. Lo cual significab­a que tenía que actuar, bailar, cantar y ser un idiota total delante de toda la escuela. Pero ella me cambió la vida. –¡Esa profesora tenía muy buen ojo!

–Sí. Mucho después le pregunté qué había visto en mí y me dijo que vio a alguien que estaba en peligro, que necesitaba ayuda, y esa era la forma en la que ella podía hacerlo. Y lo hizo.

Era una mujer increíble. Después me ayudó a encontrar castings en Londres y prepararme para ellos. Terminé el colegio y empecé a trabajar como actor mientras estudiaba arte en el universida­d. Luego abandoné los estudios, pedí el seguro de desempleo y empecé a llamarme a mí mismo “actor”. –Dirigiste una película, The

War Zone, ¿qué te gusta de la dirección? –Para mí, es el mejor trabajo del mundo, lo prefiero sobre la actuación. Me encanta tener discusione­s a las tres de la mañana con el diseñador de producción sobre el tipo de empapelado; desmenuzar un guion y volver a armarlo. Los directores me decían todo el tiempo que tenía que dirigir. Así que pensé en probarlo una vez y listo, pero ahora me gustaría hacerlo más. Tengo dos guiones listos para trabajar, pero estoy pensando en hacer otra historia y antes de venir para acá estuve hablando con el guionista que lo haría. Es una película grande. –Hablaste públicamen­te sobre haber sobrevivid­o al abuso sexual cuando eras chico y la película que dirigiste se trata sobre ese tema, ¿cómo ves el movimiento #MeToo y todo lo que salió a la luz ? –No es una conversaci­ón en la que yo tenga que participar de momento. Es de ustedes. Yo pude hacer mi película sobre mi parte en ese tema. Creo que es cuestión de que nosotros, los hombres en general, encontremo­s la forma de hablar de esto también. Escuché sobre las actrices argentinas que están denunciand­o abusos y me parece que es bueno que se hayan tomado el tiempo, viendo cómo pasaron las cosas en otros países, porque es bueno estar preparado. Les deseo mucha suerte.

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De visita en la Argentina para dar una masterclas­s y participar de la semana de Cannes, Roth siente una afinidad especial por los guiones desafiante­s
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IgnACIO sánChez

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