LA NACION

May busca que la UE salve su Brexit y su futuro, pero solo encuentra rechazos

La primera ministra emprendió una gira por el bloque, pero desde Merkel hasta la Comisión Europea advirtiero­n que no volverán a negociar un acuerdo; fuertes divisiones en el Parlamento británico

- Luisa Corradini CoRRESPoNS­AL EN FRANCiA

PARÍS.– Atrapada entre un Parlamento que reclama una modificaci­ón a su proyecto de Brexit y el tiempo que casi no le deja margen, la primera ministra británica, Theresa May, encontró ayer un nuevo obstáculo en su camino: ninguno de sus socios europeos se mostró dispuesto a reabrir las negociacio­nes.

Después de haberse visto obligada a anular la votación sobre ese proyecto en la Cámara de los Comunes para evitar una dramática derrota, Theresa May partió ayer en una gira “de la última chance” en busca de concesione­s por parte de los principale­s socios de Gran Bre- taña en la Unión Europea (UE).

Pero la primera ministra fue recibida por dirigentes europeos extremadam­ente amables, pero firmes en su decisión de no reabrir las negociacio­nes de un texto, que fue aprobado por el bloque el 25 de noviembre.

Ayer por la tarde, May se entrevistó con Angela Merkel en Berlín. En una reunión con un grupo de diputados después de ese encuentro entre ambas, la canciller alemana fue terminante: “No hay ninguna posibilida­d” de cambiar el acuerdo sobre el Brexit, declaró.

Al finalizar la tarde, Theresa May llegó a Bruselas, donde debía reunirse con el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, y con Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, órgano que reúne a los jefes de Estado y de gobierno de la UE. También debía analizar la situación con el canciller austríaco Sebastian Kurz, que ejerce la presidenci­a rotativa del bloque.

Pero May ya había sido advertida por la mañana mediante un tuit de Jean-Claude Juncker: “No hay lugar para una renegociac­ión, aunque clarificac­iones suplementa­rias son posibles”, escribió el presidente de la CE.

Desde la conclusión de ese acuerdo entre el gobierno británico y la UE al cabo de 17 meses de negociacio­nes extremadam­ente difíciles, los dirigentes de la Unión no han dejado de repetir que se trata de “la única propuesta posible”.

Theresa May lo sabe perfectame­nte y lo repitió anteayer ante los Comunes en una agitada sesión donde les informó su decisión de postergar sine die la votación del proyecto. El objetivo de su gira, en realidad, es buscar garantías “legalmente vinculante­s” de que el Reino Unido no quedará atrapado en la cláusula llamada “de salvaguard­a” (“backstop”, en inglés) después del Brexit, previsto para el 29 de marzo próximo.

Esa solución, exigida por la UE, que prevé crear provisoria­mente “un territorio aduanero único” que englobe la UE y Gran Bretaña, para evitar un retorno a una frontera física entre la República de irlanda y la provincia británica de irlanda del Norte, es rechazada tanto por los conservado­res pro-Brexit como por los aliados norirlande­ses de Theresa May, el pequeño partido unionista DUP.

La cláusula sobre el “backstop” prevé que este quedará sin efecto recién cuando Gran Bretaña y la UE lleguen a un acuerdo sobre las futuras relaciones comerciale­s bilaterale­s, que deberían durar dos años. Para los europeos, la cláusula de salvaguard­a es la garantía de que, una vez fuera de la unión aduanera, Gran Bretaña no aprovechar­á para reducir sus estándares sanitarios y sociales.

Pero los pro-Brexit argumentan que, en caso de ausencia de acuerdo, el país podría quedar sometido a la UE indefinida­mente. Los unionistas del DUP, por su parte, rechazan el estatus particular que tendrá durante ese período la provincia de irlanda del Norte.

Más temprano, en la primera etapa de su gira, la premier británica se había reunido con el primer ministro holandés, Mark Rutte. Un vocero de Downing Street, sede del gobierno británico, calificó el encuentro de “productivo”, mientras que Rutte evocó un “diálogo útil” en un tuit.

May continuará hoy las consultas en irlanda, donde se reunirá con el primer ministro Leo Varadkar, antes de regresar a Bruselas en vísperas de una cumbre consagrada justamente al Brexit.

Ira

La decisión de la primera ministra de anular la votación prevista para anteayer provocó la cólera de la casi totalidad de los diputados británicos.

“Patético acto de cobardía”, para ian Blackford, líder de los nacionalis­tas escoceses del SNP. “La primera ministra está en un búnker observando su propia caída y todos sabemos cómo terminará la historia”, declaró por su parte la diputada conservado­ra Nadine Dorries, que comparó a May con Adolf Hitler.

El jefe de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, obtuvo la organizaci­ón de un debate de emergencia sobre la decisión de la premier británica.

“Si la jefa del gobierno regresa de su gira europea solo con bellas palabras, debe inmediatam­ente presentar el proyecto de acuerdo para que la Cámara de los Comunes pueda debatir”, exigió. “Si no es así, tendrá que partir. No podemos tolerar más atrasos”, concluyó.

Ayer, el vocero de May dijo que la primera ministra llevará su proyecto de Brexit al Parlamento británico antes del 21 de enero.

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Fabrizio bensch/reuters May fue recibida ayer por Merkel en la sede de la cancillerí­a

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