LA NACION

Los dilemas del brexit

Un camino sinuoso donde ninguna salida está libre de problemas

- Mar Mediterrán­eo

LONDRES (AP).– Ayer era el día en que supuestame­nte se resolvería la batalla por el Brexit. El Parlamento debía aprobar un plan negociado por la primera ministra Theresa May para la salida ordenada de la Unión Europea (UE). Pero el proceso de salida nunca ha sido calmo.

¿Cómo se llegó hasta acá?

Gran Bretaña se unió a la Comunidad Económica Europea –ahora la UE– en 1973, pero durante mucho tiempo ha sido un miembro ambivalent­e. Nunca aceptó el euro como moneda, y los políticos se mantuviero­n distantes a los llamados del bloque para reforzar la cohesión política. En 2013, el entonces primer ministro David Cameron prometió celebrar un referéndum para “resolver esta cuestión europea” de una vez por todas. Cameron estaba seguro de que los votantes iban a elegir la permanenci­a, pero en junio de 2016 votaron salir por 52% a 48%. Cameron renunció y May, su sucesora, tuvo que hacerse cargo de dar ese paso. El año pasado activó el artículo 50, la cuenta regresiva de dos años para el retiro de la UE, que se cumplirá el 29 de marzo de 2019.

¿Qué está en juego?

Gran Bretaña puede salir sin un acuerdo, pero no le vendría nada bien. La salida puede hacer pedazos miles de leyes y reglas elaboradas en conjunto durante más de cuatro décadas, que cubren cada aspecto de la vida y la economía británicas. Si Gran Bretaña y la UE no pueden llegar a un acuerdo para reemplazar­las con algo, entonces habrá caos. Los aviones perderán el permiso de volar, las licencias de los automovili­stas británicos serán inválidas en el continente, los suministro­s de medicament­os podrían escasear. El Banco de Inglaterra advirtió que un Brexit “sin acuerdo”, el peor escenario, hundiría a Gran Bretaña en la peor recesión en décadas.

¿Cuál es el punto más controvert­ido?

Gran Bretaña y la UE lograron llegar a un acuerdo en muchos temas conflictiv­os. A pesar de que cada parte hizo concesione­s, un tema resultó inextricab­le: la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que será la única frontera terrestre entre Gran Bretaña y la UE tras el Brexit. Irlanda y Gran Bretaña son actualment­e miembros de la UE, lo que significa que los bienes y las personas pueden transitar por la frontera sin necesidad de puestos aduaneros. Pero el Brexit podría terminar con todo eso. Para evitarlo, el acuerdo de retiro incluye una garantía conocida como

“backstop” que estipula que si no se encuentra una solución, Gran Bretaña permanecer­á en una unión aduanera con la UE para evitar una frontera dura. Ambas partes esperan que el “backstop” nunca sea necesario: el acuerdo les da tiempo hasta 2022 para alcanzar un nuevo acuerdo comercial permanente que podría volverlo innecesari­o. Pero Gran Bretaña no puede salir de él unilateral­mente: el “backstop” solo concluirá de común acuerdo. Entonces podría durar por tiempo indefinido, ataría a Gran Bretaña a las regulacion­es aduaneras de la UE y le impediría sellar nuevos acuerdos comerciale­s con el resto del mundo.

¿Cederá la UE?

No demasiado. Gran Bretaña está buscando garantías de que el “backstop” será temporario. Pero el “backstop” es parte del acuerdo vinculante de 585 páginas de retiro de Gran Bretaña, y la UE insiste en que no puede ser alterado. “No hay margen en absoluto para una renegociac­ión”, dijo ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Pero la política también tiene algo de teatralida­d, y es posible que la UE le ofrezca a Gran Bretaña algún tipo de formulació­n –una nota, un apéndice o un anexo– para “clarificar” las cuestiones en torno del “backstop”.

¿Qué pasará luego?

El gobierno británico dice que planea llevar el acuerdo, con los cambios que May logre obtener, de vuelta al Parlamento para ser votado antes del 21 de enero. Si es aprobado, todavía tendrá que ser confirmado por el Parlamento Europeo, pero eso no es considerad­o un problema. Si es rechazado, Gran Bretaña navegará en aguas desconocid­as. Los escenarios posibles incluyen un Brexit sin acuerdo, un B re xit postergado, un segundo referéndum sobre el Brexit o la revocación de la decisión de salir de la UE. Y si el plan de May fracasa, es probable que ella también deje su cargo de primera ministra, ya sea en manos de su propio Partido Conservado­r, o junto con su gobierno en una moción de censura que implicaría elecciones generales.

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