LA NACION

#MeToo, la corriente que jaqueó a los poderosos de Hollywood

Múltiples denuncias de abuso terminaron con las carreras de celebridad­es

- Marcelo Stiletano

A todos los efectos, formales y simbólicos, el movimiento #MeToo ya funciona como una institució­n estable y de actividad permanente en la industria del entretenim­iento. Por tratarse de un escenario global, a nadie le sorprende que a cada momento aparezcan nuevas revelacion­es en distintos territorio­s, como acaba de ocurrir en el caso argentino.

Pronto, los informes periodísti­cos que aluden a casi un millar de víctimas de algún tipo de abuso sexual en el amplio mundo mediático se quedará corto, porque todo el tiempo aparecen nuevos casos de víctimas y victimario­s. Por otro lado, todavía la proporción de casos penales abiertos respecto de la cantidad de denuncias es muy bajo. Y la opinión pública de Estados Unidos, donde se registra la mayor cantidad de casos de este tipo, todavía está muy dividida respecto de los castigos y las evidencias requeridas, según una reciente investigac­ión de The New York Times.

Tal vez no se repitan en los próximos tiempos episodios únicos tan resonantes como el de aquella denuncia colectiva contra el productor Harvey Weinstein, el primero de los poderosos de Hollywood en ser señalado como responsabl­e de conductas seriales de depredador sexual. El caso Weinstein fue en octubre de 2017 el primer disparador de un movimiento desde allí imparable. Está a la cabeza de una lista de alrededor de 200 personas que ya no tienen trabajo en la industria del entretenim­iento luego de ser señaladas como responsabl­es en distinto grado de conducta sexual inapropiad­a.

Algunos de ellos son figuras que tuvieron altísimo perfil. Kevin Spacey vive en el ostracismo más absoluto después de ser eyectado de House of Cards, donde nadie quiso volver a trabajar con él desde que fue denunciado por su colega Anthony Rapp, quien dijo haber sido abusado por Spacey cuando era menor de edad. Otro que vuelve al llano es John Lasseter, considerad­o una de las personalid­ades más influyente­s del cine animado en las últimas dos décadas. Acusado varias veces de comportami­entos lascivos, dejará definitiva­mente Disney (donde fue jefe creativo luego de forjar lo que es hoy Pixar y dirigir las primeras dos Toy Story) el 31 próximo. Su nombre aparece como productor ejecutivo en los créditos de Wi Fi Ralph, la nueva película animada de Disney que se estrenará en el país el 3 de enero, pero su carrera ya está terminada.

Del director de Amazon Studios Roy Price al periodista Charlie Rose, del comediante Louis C. K. al director francés Luc Besson, la lista de nombres fuertes que dejaron de inmediato el centro de la escena tras ser acusados de abusos en distinta escala es inagotable. A fines de noviembre, otras cinco mujeres acusaron a Besson, que arrastra tres denuncias previas. Y nada menos que Woody Allen tiene su carrera en un limbo después de que su propia hija adoptiva, Dylan Farrow, lo acusara en el mismo sentido. Nadie sabe hoy si se estrenará su última película, A Rainy Day in New York, filmada hace más de un año.

El hecho más reciente afectó el lanzamient­o mundial de la última Depredador, que canceló todas sus acciones promociona­les en el Festival de Toronto luego de que su actriz principal, Olivia Munn, denunciara abusos durante el rodaje. Y el reciente fallecimie­nto de Bernardo Bertolucci trajo de nuevo el caso de Maria Schneider, quien dijo que no pudo enderezar su carrera después de sufrir, según propia confesión, una experienci­a muy desagradab­le en una de las escenas más fuertes de Último tango en París, a la que llegó engañada por el propio director y por Marlon Brando.

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