Otro arrepentido comprometió a Soto Dávila al detallar el sistema de pagos de sobornos
El dinero habría sido entregado a un secretario del juez para obtener la libertad de un narco
No se calló nada y reveló detalles de los “arreglos”. Un nuevo arrepentido o imputado colaborador relató cómo se pagaban los sobornos al juez federal de Corrientes Carlos Soto Dávila y al secretario penal Pablo Molina para beneficiar a narcos de Itatí, una zona caliente del contrabando de marihuana. “Cuando habló de arreglos es la entrega de dinero a Molina y Soto Dávila para lograr beneficios para mis clientes”, afirmó el nuevo arrepentido de la megacausa por tráfico de drogas que está a cargo del juez federal porteño Sergio Torres.
Este arrepentido contó dónde y cómo se pagaban los sobornos. “La mujer [por la esposa de un narco] me llevó a la esquina donde siempre me encontraba con Molina, en Bolívar y Don Bosco. Eran las 13.20. En ese momento llegó Molina y me subí a su auto, un VW Vento blanco, y le di el dinero. Fue ahí cuando me dijo: ‘De esto va a cobrar su parte el viejo’, en referencia a Soto Dávila. La esposa del imputado vio todo desde su auto. Me observó cuando iba con la bolsa con el dinero y también cuando volví con las manos vacías”.
El caso al que hacía referencia el arrepentido era el secuestro de 327 kilos de marihuana por la que hubo dos detenidos. “Uno de ellos era de
apellido Sanabria y el otro, Medina. Me comuniqué con los imputados y le propuse a Medina, que era el que decidía: ‘Yo te saco. Me pagás el 50% antes y el 50% después’. Le cobré el 50% de $170.000. Luego me fui al juzgado y le dije a Molina: ‘Ya me entregaron el 50%. Lo guardo y cuando salgan y me paguen el resto te doy la plata’. Sanabria se reconoció como autor del hecho y dijo que a Medina lo había levantado en la ruta y que no tenía nada que ver. Entonces, Medina salió con falta de mérito y Sanabria después fue excarcelado”. Molina y otro secretario penal, Federico Grau, están presos desde el martes pasado. La Justicia los acusa de ser parte de una asociación ilícita liderada por Soto Dávila.
Ayer fue indagado Soto Dávila. Además de afirmar que es inocente y que lo va a demostrar en la causa, presentó un escrito de defensa, donde habló de los arrepentidos que hay en el expediente.
“Créame que le están mintiendo estos falsos arrepentidos señor juez [por Torres], de los que desconozco sus identidades, pero no tenga duda que algún interés creado tienen para tratar de involucrarme en esta basura de la que estoy siendo víctima”, sostuvo el magistrado acusado.
Soto Dávila también sembró dudas sobre la utilización de la figura del arrepentido: “El hecho que personas involucradas en causas donde yo investigué como juez de la Nación, muchas de ellas procesadas y hasta detenidas, hoy mejoren su situación involucrándome en hechos inverosímiles y falsos, constituye un grave precedente en contra de nuestro sistema judicial”.
El martes próximo el magistrado, que está imputado como jefe de una asociación ilícita, deberá presentarse en el Consejo de la Magistratura para empezar a responder por las 13 denuncias que existen en su contra desde 2016.
Soto Dávila pasó una situación similar en 2004 cuando finalmente ese cuerpo no tomó medidas en su contra. El magistrado fue imputado, junto a uno de sus exsecretarios, cuando un detenido hizo llegar un mensaje a su esposa que decía que había “un arreglo” por su causa. Luis Saez, el preso, reveló en la Justicia que el magistrado y su secretario le habían pedido $60.000 y que terminó pagando $15.000.
En este caso, el flamante imputado colaborador manifestó su deseo de acogerse a la figura del arrepentido en el Juzgado Federal porteño N° 12 y luego declaró ante el fiscal federal Carlos Stornelli. El representante del Ministerio Público tiene la colaboración de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), conducida por Diego Iglesias.
“Al principio, yo tuve que convencer a Molina, porque él quería cobrar $100.000 o $150.000 por las excarcelaciones, y yo le decía que teníamos que cobrarles menos, que el valor del mercado era menor. Si bien yo tenía el as de espadas que era el contacto con Molina, tenía que cobrar una cantidad similar a la que se pagaba en el mercado. No me podía exceder tanto, porque los narcos se iban con otro abogado”, aseguró el nuevo imputado colaborador, quien puso en foco los viajes de Molina.
“Viajaba a cada rato –agregó el arrepentido–, era impresionante, se iba a Europa, Nueva York y a Paraguay iba a cada rato a comprar electrónica. Yo le decía: ‘Pará un poco la mano, no podés viajar tanto, que la gente se va a dar cuenta, no podés tener ese nivel de vida’. De Soto Dávila sé que viajaba siempre a Punta de Este”.