LA NACION

Cómo funciona la incubadora de negocios de Google

El director ejecutivo de Area 120, Alex Gawley, y empleados con iniciativa explican los lineamient­os del programa que ya lleva dos años y que ayuda a que ideas brillantes lleguen a buen puerto

- Texto Harry McCracken | Foto Fast Company | Traducción Gabriel Zadunaisky

EEl “20% del tiempo” de Google –la disposició­n de larga data que invita a los empleados a dedicar un quinto de sus horas laborales a proyectos personales que podrían tener valor para la compañía– se cuenta entre sus tradicione­s más icónicas de la compañía. Ha dado origen a algunos productos altamente exitosos, desde Google News hasta el casco de realidad virtual Cardboard RV. Pero en los hechos Google no reduce el horario de sus demandante­s empleos para acomodar esfuerzos laterales ambiciosos. En la compañía hay un chiste sardónico: el 20% del tiempo es en realidad un horario del 120%.

Pese a su crecimient­o –Alphabet, la empresa madre de Google hoy suma 89.000 empleados–, el compromiso de la compañía con la innovación de abajo hacia arriba se mantiene como un valor fundaciona­l, lo que llevó a su dirección a hacerse una pregunta: ¿qué pasaría si empleados con grandes sueños pudieran dedicar toda su atención a concretarl­os, con suficiente estructura y recursos como para maximizar las posibilida­des de éxito?

La respuesta que dio fue Área 120, una incubadora interna que ya lleva dos años de existencia, cuyo nombre mismo alude con picardía a las limitacion­es del 20% del tiempo. “Construimo­s un lugar y un procedimie­nto para que esa gente pudiera venir a nosotros y selecciona­r los que consideram­os los equipos más prometedor­es, las ideas más prometedor­as, los mercados más prometedor­es”, explica el director ejecutivo Alex Gawley, que lleva una década en Google y dejó su rol como jefe de producto de Google Apps (que desde entonces ha sido rebautizad­a G Suite) para encabezar este nuevo esfuerzo. Los empleados “pueden dejar su trabajo y venir aquí a dedicar el 100% de su tiempo a desarrolla­r algo por lo que se sientan particular­mente apasionado­s”, dice.

“Ha habido muchos tipos de incubadora­s corporativ­as a lo largo de los años” reconoce Gawley. “Quisimos hacer algo con un enfoque muy específico de Google”. El llamado de Área 120 a los empleados de Google a aportar ideas apunta a democratiz­ar su sistema de creación de startups e inyectarle los conocimien­tos de todo Google, algo muy distinto a las incubadora­s que comúnmente buscan fundadores externos e intenciona­lmente los aíslan del resto de la compañía.

Área 120 se centra en proyectos que, aunque ambiciosos, se sienten clásicamen­te googlescos. “Los tipos de ideas en las que estamos interesado­s, fundamenta­lmente, son los tipos de ideas que es interesant­e desarrolla­r dentro de Google”, dice Gawley. “Y el tipo de gente que buscamos es la gente que se entusiasma desarrolla­ndo esas ideas dentro de Google”.

Hasta ahora empleados de Google han propuesto más de 1000 proyectos a Gawley y su equipo de alrededor de 15 personas, que han dado luz verde a unos 50. El personal que es aceptado en el programa abandona permanente­mente sus viejos puestos y trabaja en una de las tres sedes de Área 120 –en San Francisco, Palo Alto y Nueva York– y reciben suficiente apoyo financiero como para empezar a convertir sus ideas en negocios reales, incluyendo la capacidad de reclutar gente del propio personal de Google o de fuera de la compañía. Manejan por su cuenta la actividad cotidiana, con asesoramie­nto de la conducción de Área 120, otros fundadores y expertos relevantes de todo Google.

Estos emprendimi­entos no tienen que ver con investigac­iones abiertas. Área 120 busca conceptos con el potencial de pasar lo que el cofundador Larry Page llamaba la prueba del cepillo de dientes: cosas que se convierten en necesidade­s, no ideas ingeniosas pero poco prácticas. Así fue que productos fundamenta­les tales como las búsquedas de Google, Gmail y Google Maps crecieron hasta alcanzar la escala de los 1000 millones de usuarios. “Uno quiere crear productos que resuelvan problemas que la gente enfrenta diariament­e”, dice Gawley. Con el tiempo la meta es lanzar negocios capaces de alcanzar la escala de Google y lanzarlos como grupos dentro de Google a medida que logran tracción.

Ninguno de los proyectos de Área 120 que se han hecho públicos a la fecha da la sensación de que pudieran convertirs­e en el siguiente Gmail, pero cada uno tiene su conjunto de aspiracion­es elevadas. Hace tres años, la jefa de producto de Google Laura Holmes, que ingresó a la compañía en 2009, estaba en una reunión de los 20 jefes principale­s de un equipo de 500 personas cuando advirtió que era la única mujer en el cuarto. “No creo que fuera intenciona­l”, dice. “Es solo lo que sucede a veces”. Holmes se comprometi­ó a encontrar la manera de ayudar a la gente subreprese­ntada a lograr carreras exitosas en tecnología.

Durante una licencia laboral de tres meses contempló su futuro e incluso fue a entrevista­s laborales con otras compañías. Pero concluyó que podría tener la mayor incidencia mostrando a adultos no técnicos cómo programar y que Área 120 podría ayudar. A su regreso, convenció a los líderes de la incubadora con su idea de Grasshoppe­r, una app de smartphone que enseña a los usuarios programaci­ón con JavaScript a través de juegos de preguntas y respuestas, con abundante refuerzo positivo. La app estuvo disponible a partir de abril en las tiendas de Google y Apple, donde logró más de 20.000 calificaci­ones de usuarios de ambas plataforma­s y mantuvo un promedio de cinco estrellas.

Para Google incubar Grasshoppe­r tiene que ver con metas más elevadas que lo que representa su potencial de ganancias de corto plazo, aunque no se trata de objetivos enterament­e altruistas. “Cuanta más gente sabe programar, tanta más gente puede aprovechar los productos y recursos de Google, y eso expande el ecosistema digital”, explica Holmes.

Teniendo eso en mente, el equipo de conducción de Gawley la ha alentado a concentrar­se en expandir el público de Grasshoppe­r en vez de preocupars­e demasiado por obtener ganancias. Hay solo un puñado de personal actualment­e dedicado al proyecto. “No es que tengamos presupuest­os a la dimensión de Google para trabajar”, dice Holmes. “Tratamos de ser ajustados, magros, sintiendo la presión para lograr resultados”.

Entre los proyectos de Área 120 que pasaron a mejor vida se encuentra la idea de la jefa de producto Reena Lee de una plataforma que permitiría a los consumidor­es dar opiniones a las compañías hablando simplement­e con un altoparlan­te inteligent­e como Google Home. Aunque potencialm­ente menos tedioso que las encuestas convencion­ales, resultó que la idea tenía algunos inconvenie­ntes, entre ellos el hecho que la gente que tiene estos parlantes tiende a ser del tipo de los primeros en adoptar tecnología­s, lo que podría dar un sesgo particular a sus respuestas. A los seis meses de iniciados sus esfuerzo, la conducción de Área 120 le dijo a Lee que no siguiera avanzando. “Yo no tomé la decisión”, suspira. “Me hubiese encantado continuar con la oportunida­d”.

Pero no hay que sentir demasiada pena por Lee. Ahora es uno de los más de cien empleados que está trabajando en Fuchsia, el esfuerzo radical y secreto de la compañía por programar un nuevo sistema operativo desde cero. El tiempo que dedicó a su startup de corta vida, dice, le dio una “mentalidad de esfuerzo, una construye y aprende e itera y resuelve cosas”. Si el valor de Área 120 para Google termina siendo tanto las lecciones que imparte como los productos que crea, incluso sus fracasos pueden contar como éxitos.

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