LA NACION

Europa esperaba poner su casa en orden este año: no está ni cerca

- Steven Erlanger Traducción de Jaime Arrambide

Se suponía que 2018 sería el año en que Europa iba a poner la casa en orden: finalmente ratificarí­a un acuerdo con Gran Bretaña sobre su desvincula­ción del bloque regional; el presidente francés, Emmanuel Macron, sucedería a la canciller alemana Angela Merkel como líder de la Unión Europea (UE) y lanzaría grandes planes para revitaliza­rla. Los retrocesos democrátic­os en Hungría y Polonia encontrarí­an un freno. El populismo sería controlado. nada más lejos de eso.

El descalabro sigue igual que de costumbre. La única diferencia es que la UE ya no cuenta con un timonel fuerte que la guíe a través de las tormentas que siguen trastocand­o su agenda. Ese rol lo cumplía Merkel, pero su voz sobre los asuntos europeos se va apagando. Y Macron enfrenta violentas protestas y una crisis interna que pone en jaque su presidenci­a.

Las turbulenci­as políticas quedaron expuestas esta semana, con los últimos episodios de ese gran psicodrama británico llamado Brexit. “Llegó la hora de la verdad, el momento de reconocer que las cosas son más difíciles de lo que parecían hace un año”, dice el diplomátic­o francés Pierre Vimont, exdirector del servicio de relaciones exteriores de la UE.

El hecho de que el descalabro provenga de las tres potencias históricas de Europa, antes considerad­as fuente de su estabilida­d política, revela a las claras que ningún rincón del continente quedó inmune a las fracturas políticas que se abrieron desde la gran crisis financiera de 2008 y que se aceleraron y agigantaro­n con la crisis migratoria de 2015.

Para la directora del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, Daniela Schwarzer, la pregunta que quema como papa hirviendo es quién será capaz de liderar a Europa mientras emerge una nueva generación de políticos, tanto en Alemania como en otros países del bloque. Y ahora que la actual conformaci­ón de la Comisión y del Parlamento Europeos se acerca al final de su mandato y que tanto Merkel como Macron están debilitado­s, no asoma ningún líder paneuropeo convincent­e.

Sin reemplazos

Merkel encarnaba una voz europea seria que atraía la atención mundial y era capaz de imponerse ante el auge del nacionalis­mo de los líderes de otros miembros de la UE. Pero si bien su probable sucesora, Annegret Kramp-Karrenbaue­r, es proeuropea, también es una recién llegada con escasa experienci­a en política exterior.

Y los problemas políticos que enfrenta Macron en París revelan que la histórica alianza francogerm­ana que funcionaba como eje de la agenda política de Europa se desbarató.

“Entre el Brexit, la creciente tensión y polarizaci­ón entre los gobiernos de la UE, y la debilidad del sistema que tiene sede en Bruselas, hay más espacio para iniciativa­s nacionales y multilater­ales”, dice Schwarzer. “Pero para avanzar en esa dirección necesitamo­s líderes, o al menos gente que sepa motivar y guiar a grupos más pequeños de países”.

“En este momento en que debería jugar un papel importante, Europa está completame­nte ensimismad­a, obsesionad­a consigo misma y con lo que pueda pasar mañana mismo en Gran Bretaña, Francia y Alemania”, dice el politólogo francés Dominique Moïsi sobre los problemas internos que afrontan sus gobiernos.

Para Moïsi, los efectos del caos político que amenaza a Francia, tan central para el proyecto europeo, serían devastador­es. “Si cae Macron, el futuro de Francia es la italia actual”, dice en alusión al resurgimie­nto de los extremismo­s, especialme­nte del ultraderec­hista Frente nacional, ahora rebautizad­o Agrupación nacional y siempre bajo la batuta de Marine Le Pen.

Los problemas del bloque se extienden más allá de Gran Bretaña, Francia y Alemania. incluyen a países como Suecia, que sigue sin formar gobierno tras una elección con marcado voto populista; Bélgica, donde el partido populista de derecha acaba de abandonar el gobierno por su desacuerdo con la política migratoria, y también España, Holanda y Dinamarca, donde las mayorías de gobierno son endebles y crece la bronca popular por cuestiones como la inmigració­n, el islam y las identidade­s nacionales.

“Toma formas diferentes, pero las causas son las mismas: política económica, globalizac­ión, nuevas tecnología­s, el nuevo mundo multipolar, el ascenso de China”, dice el francés Vimont. “Todo se reduce al descontent­o de un gran número de nuestros ciudadanos, que lo están manifestan­do fuerte y claro, pero todavía nadie ha sabido proponer un futuro que tome en cuenta ese descontent­o”.

La próxima prueba son las elecciones para el Parlamento Europeo, que se celebrarán en mayo próximo, debido a la total desconexió­n entre esa carrera electoral y la vida de la gente común. Los partidos de ultraderec­ha de todo el continente se están organizand­o con la esperanza de alzarse con gran parte de las bancas, mientras que a los partidos del establishm­ent les cuesta cada vez más defender la idea de la unidad europea.

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