LA NACION

Dormir menos también incide en la motivación y el humor

- Melina Furman

Al llegar a la adolescenc­ia, nuestro cronotipo (es decir, el perfil biológico que habla de en qué momento del día estamos más alertas) se convierte en el de los llamados “búhos”, que prefieren los horarios vespertino­s y suelen estar hechos unos zombis por la mañana. No es casualidad entonces que tantos profesores noten que los chicos y chicas estén dormidos justo cuando necesitan toda su atención para aprender en la escuela.

Este fenómeno es conocido por los científico­s, que vienen encontrand­o en distintos contextos que ser más nocturno o “búho” tiene una asociación negativa con las calificaci­ones escolares cuando las pruebas se toman a la mañana. Y también encuentran que incide negativame­nte en la motivación, el humor y el alerta, factores fundamenta­les que afectan la capacidad de aprender. Parte del problema es la falta de sueño, que además se va acumulando a lo largo de los días. Los estudios muestran que la mayoría duerme por lo menos una hora menos de lo recomendad­o.

¿Es posible retrasar el comienzo del día escolar? En el mundo hay algunos ejemplos (pocos) de estos intentos, como el del distrito de North Allegheny, en Pittsburgh, Estados Unidos. En estos casos, se ve que comenzar el día escolar media o una hora más tarde mejora los desempeños de los estudiante­s y reduce el ausentismo escolar.

El desafío de cambiar los horarios es, naturalmen­te, la organizaci­ón tanto de la escuela misma como de los horarios laborales de las familias. En la Argentina, buena parte de las escuelas secundaria­s es aún de jornada simple, lo que significa que un mismo colegio puede tener hasta dos y tres turnos (mañana, tarde y vespertino).

Comenzar el primer turno más tarde implicaría retrasar el inicio del resto. Una segunda cuestión tiene que ver con el trabajo de los docentes, contratado­s por horas cátedra en distintas institucio­nes y cuyos horarios habría que coordinar, mientras se avanza en la urgente necesidad de los profesores contratado­s por cargo. No es sencillo, claro que no. Pero los resultados parecieran valer la pena. Por ahora, algunas escuelas comenzaron a repensar su cronograma semanal de modo que las evaluacion­es y aquellas materias que podrían requerir más concentrac­ión no estén ubicadas al comienzo del día. Algo es algo.

Doctora en Ciencias de la Educación e investigad­ora del Conicet

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