Un sueño hecho realidad
Nacimos hace ya muchos años. En ese tiempo, el padre Juan Torrella era vicario episcopal de educación y el padre Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Por aquel entonces, junto a Enrique Palmeyro, éramos un reducido grupo de rectores y directores de colegios; todos docentes que queríamos, nada más y nada menos, cambiar la educación. Parecía algo utópico e imposible a la vez. Algo inconmensurable para nuestras pocas fuerzas. Pero un día decidimos empezar a reunirnos con mayor frecuencia con la idea de pensar ese cambio y acordamos que, para lograr nuestro objetivo, íbamos a necesitar la ayuda de nuestros alumnos. Entonces convocamos a un grupo de ellos.
Estudiantes de secundario, directores y rectores de diferentes realidades sociales, económicas y religiosas, comenzamos a reunirnos en la biblioteca de uno de los colegios del barrio porteño de Saavedra, donde, entre desayuno y desayuno, intentábamos ponernos de acuerdo. Todo resultaba extraño. Alumnos y directores sentados juntos, pensando desde distintos lugares más por un mismo objetivo. Así nació la loca idea de hacer una Escuela de Vecinos, para que alumnos de colegios de gestión pública y privada, laica y religiosa, es decir, de diversos estratos sociales, se pudieran encontrar durante las horas de clases y, a partir de allí, abrir sus corazones para contar y compartir aquellas cuestiones que más les preocupaban y deseaban cambiar.
Enfrentamos dificultades –burocráticas e ideológicas– de todo tipo: de quienes preferían la división entre la escuela pública y la privada o laica y religiosa; quienes tenían miedo de sacar a los alumnos de las aulas o pensaban que los estudiantes iban a perder horas de clases, o de a quienes les alarmaba la posible reacción de los padres. No obstante ello, logramos concretar esta primera experiencia de otra educación, y nos sorprendimos de los resultados que empezaban a vislumbrarse.
Me conmovieron los rostros de estos adolescentes cuando llegaban a un aula distinta junto a otros estudiantes, vestidos de otra manera, de distintos credos y procedencias, para que desde lo más humano se pudieran encontrar. Todo esto hubiera sido imposible sin la confianza del padre Jorge, del aliento de Marcos Peña, del apoyo de Federico Recagno y de todo el equipo de APOC, del acompañamiento de las fundaciones de Clarín y la nacion, y de una inmensa lista de personas e instituciones a las que no nos alcanzarían las páginas de este diario para nombrar y agradecer su apoyo desde los inicios.
Así nacieron las primeras experiencias de esta revolución educativa, logrando hoy que jóvenes de todo el mundo se animen a ser ellos mismos, a percibir la belleza del otro y recuperar así la confianza en su propia comunidad. Imagínense qué alegría fue para nosotros, cuando hace unas semanas, junto y gracias a nuestros hermanos de ORT Mundial, reunimos a 500 estudiantes de más de 30 ciudades de África, Europa, América y Asia en la ciudad de Buenos Aires, donde se gestó Scholas, para que vivan esta experiencia educativa.
Como contaron emocionadas Christine y Christina, dos jóvenes de Scholas Haití, que por primera vez dejaron su país, tomaron un avión y llegaron a la Argentina para encontrase con jóvenes de todo el mundo: “Nuestros corazones estaban llenos de alegría de poder ver en persona, delante de nosotras, a una sobreviviente del Holocausto con una gran identidad y una enorme fuerza de carácter. Aprendimos de su historia la pasión, el coraje, la determinación que tenía para enfrentar la vida. Aprendimos con todo eso a ser más fuertes día a día, a trabajar duro para lograr nuestras metas a pesar de las dificultades. Gracias a ella y a su historia, lucharemos para lograr ser la mejor versión de nosotras mismas en cada situación que se nos presente a lo largo de esta vida”.
Hoy seguimos trabajando con la firme convicción de que circulamos por el camino correcto. Porque, después de todo este tiempo, todo el equipo de Scholas continúa manteniendo el mismo compromiso y la pasión para hacer realidad la Cultura del Encuentro y lograr así que más jóvenes sigan día a día “soñando despiertos”.
Presidente de Pontificia Scholas Occurrentes