LA NACION

Altercados entre hinchas y policías en un estadio que nunca celebró

Con la Bombonera cerrada, un grupo que intentó ingresar fue desalojado por la fuerza

- Franco Tossi

El fanático boquense, finalmente, no pudo tener su celebració­n del día internacio­nal del hincha de Boca. La Bombonera no abrió sus puertas: en el club responsabi­lizaron a la seguridad de la ciudad de Buenos Aires, por las restriccio­nes que impuso. Si los concurrent­es iban a utilizar la ocasión para sacarse la bronca de la final de la Copa Libertador­es aquella medida los enrojeció aún más: muchos vinieron desde lejos y mostraron su enojo en los ingresos cerrados del estadio.

“El club permanecer­á cerrado. El día del hincha no se realizará por disposicio­nes del Ministerio de Seguridad”, rezaba el cartel electrónic­o con el que se toparon los que llegaron a Brandsen 805 con la intención de protestar y, por qué no, darle inicio al festejo que más tarde se trasladarí­a a los alrededore­s del Obelisco. El fastidio popular fue enorme. El club decidió repartir entradas a los no socios y habilitar carnets de activos y adherentes y el deseo siempre alocado del hincha por estar presente hizo que varios esfuerzos hayan sido en vano.

Es el caso, por ejemplo, de un matrimonio de no socios que viajó desde San Antonio de Padua y se acercó ayer, temprano, a las boleterías del Complejo Pompilio para retirar los tickets y ya quedarse para hoy ir a la Bombonera a celebrar. O también el caso de dos hermanos que se movieron desde San Nicolás.

A Daniel Angelici la cancelació­n le dio una gran tranquilid­ad. El presidente iba a abrir un estadio con la intención de que la gente alentara al equipo y al club, pero se encontrarí­a con insultos hacia él. Entonces creció un rumor: el martes, desde temprano, en Boca sabían que la fiesta no se haría, que se trató de una jugada del presidente, que nunca quiso esta celebració­n en el estadio.

La imagen final fue lamentable. Cerca de las 17, un grupo que estaba en el Obelisco, el otro punto de encuentro para festejar, se trasladó a la esquina de Aristóbulo del Valle y Del Valle Iberlucea, el ingreso que generalmen­te utiliza la barra brava en los días de partido.

La policía comenzó a desalojarl­os con balas de goma y golpes en cualquier parte del cuerpo: se vio a un adolescent­e con la boca hinchada y a otro con un hematoma en la pierna, producto del impacto de la bala. Así, los efectivos los fueron conduciend­o hacia el lado de Parque Lezama: cuadras y cuadras de hinchas, algo que daba la pauta de que la convocator­ia había sido grande.

Pese al dolor inmenso del domingo. Pese a que le quitaron la ilusión de festejar su día, en su segunda casa.

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