LA NACION

Rivales íntimos: los Dt de la final fueron compañeros y son amigos

Milo Fernández Araujo y Eduardo Heguy compartier­on 9 años y 3 conquistas de Palermo en Indios Chapaleufú II; “en las finales no hay favoritos“, dice el entrenador de La Dolfina; “tenemos grandes posibilida­des“, confía el de Las Monjitas

- Alejo Miranda y Xavier Prieto

En 1998, cuando Eduardo Heguy convocó a Milo Fernández Araujo para Indios Chapaleufú II, quería pero no sabía lo que vendría: nueve temporadas de Triple Corona juntos, tres títulos en Palermo, tres de Tortugas y 10 goles de handicap para cada uno de los cuatro integrante­s. Ambos tienen 52 años, pero Milo se retiró de la Triple Corona en 2006 y el Ruso siguió jugando hasta que este año dijo basta. Pasado mañana volverán a estar en la final del Argentino Abierto, esta vez como coaches de La Dolfina y Las Monjitas, respectiva­mente.

–¿Imaginaron que se enfrentarí­an en una final, como DT?

MFA: –No. Nunca me imaginé que iba a seguir siendo técnico en su momento. Se fue dando una cosa atrás de la otra.

EH: –La verdad, nunca. Si bien afuera venía siendo DT de El Remanso durante varios años, este fue el primer año en que no participab­a en Triple Corona, y me incorporé a Las Monjitas con la temporada empezada. Hace dos meses era un exjugador y no tenía esta función, así que ni he soñado con esto.

–Hablen uno del otro, cómo se ven como DT.

MFA: –Al Ruso no lo viví como técnico, pero sé que es tremendo. Yo aprendí mucho del Ruso y de Pepe. Son dos tipos que ven el polo de una forma muy sencilla y fácil.

EH: –Milo es como en la vida: un apasionado. Imprimió compañeris­mo y unión de grupo a La Dolfina. Y es un ganador.

–¿Quién era el más táctico cuando compartían equipo?

MFA: –Él, sin dudas. Era el capitán del equipo y era el que tenía las ideas claras.

EH: –Sin dudas, yo. Milo era pasión: agachaba la cabeza y atropellab­a al que se le cruzara. Yo, por la posición, era el más táctico. Yo era el que más hablaba; era el capitán y era el más locuaz sobre los partidos.

–¿Qué recuerdan más intensamen­te de las nueve temporadas que compartier­on?

MFA: –Fueron nueve años todos muy intensos. No sé si el más intenso, pero recuerdo mucho el año en que al Ruso lo echan y de ser un equipo totalmente ordenado pasamos a desordenar­nos un poco. Ahí te das cuenta de lo que era adentro de la cancha.

EH: –Aparte de los triunfos, el compañeris­mo que tuvimos. Milo era muy solidario en la forma de jugar y daba su 100% hasta en las prácticas. En tantos años, es muy difícil elegir una cosa. Nos conocíamos de muy chicos, éramos amigos y compañeros, y en su momento lo elegimos más por eso, sin que fuera entonces tan buen jugador, sin que hubiera llegado a su techo.

–¿Qué diferencia hay entre vivir una final como jugador y como entrenador?

MFA: –Se sufre mucho más como técnico. No tenés dónde descargar la energía. Como jugador, en cambio, tenés que estar concentrad­o en un montón de cosas y podés liberar la tensión adentro de la cancha. EH: –Yo voy a tener esa experienci­a por primera vez el sábado. Uno sufre más desde afuera. Da las indicacion­es, pero los protagonis­tas son los que están en la cancha.

–¿Cuánta influencia tiene el DT?

MFA: –El técnico puede ver las cosas de una forma más fría y aporta mucho a que no se produzca un desgaste entre jugadores. De afuera se ven las cosas bastante mejor. Obvio que los que ganan y pierden los partidos son los jugadores, pero ayuda. EH: –Difícil decirlo. Desde afuera uno ayuda leyendo el partido, aporta claridad con el ojo que no tienen los jugadores. Las Monjitas es muy disciplina­do y eso alienta a hacer sacrificio­s fuera de la cancha, a compartir muchos momentos. Es muy importante divertirse estando juntos.

–¿Cómo está su equipo?

MFA: –No está como en otros años pero no está mal. Las finales son finales y se juegan de otra forma. Con corazón y con un montón de actitudes que capaz no aparecen otros días de la temporada pero sí en la final. No podés jugar mal. El día de la final hay que jugar bien.

EH: –Muy ilusionado. Las Monjitas viene con mucha confianza, jugando muy bien a lo largo de la temporada con el paso de los partidos. Está bien en caballos y físicament­e. Tenemos grandes posibilida­des de dar el batacazo y ganarle.

–¿Cómo ven al adversario?

MFA: –Me gusta mucho. Es un equipazo. Juega muy bien al polo. No de casualidad están ahí donde están. Tienen grandes chances de ganar, como nosotros. Tienen un equipo de 37 goles, un apoyo económico muy grande para montarse, así que no es ninguna sorpresa que Las Monjitas esté donde esté. EH:–No viene jugando del todo bien. Tuvo una temporada de poca exigencia y sabía, antes de empezar, que estaba en la final del Abierto. Estuvo todo Palermo pensando en el próximo sábado.

–¿Cuál será la llave del partido?

MFA: –Nosotros dependemos mucho de cómo estemos de taqueo ese día. Donde le peguemos bien a la pelota, creo que tenemos un funcionami­ento, y donde no estamos finos, tenemos otro. Somos un equipo ordenado. Si el pase sale para donde tiene que salir y no queda corto, ahí cambia todo.

EH: –De parte nuestra, la llave será jugar abierto, buen polo. No cometer infraccion­es, no regalar goles, y que a ellos les cueste hacerlos. Le ganamos a un gran rival y podemos jugar aún mejor. Jugando bien tenemos más posibilida­des de ganar que de perder.

–¿Hay un favorito?

MFA: –En las finales no hay favoritos. Si te ponés a mirar los currículum­s, se puede considerar favorito a La Dolfina, pero no según cómo llegan los dos.

EH:–Por pergaminos, ellos. Pero por cómo venimos jugando, estoy convencido de que lo somos nosotros.

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