LA NACION

James Wan. “Traté de ser honesto con el espíritu original del cómic”

El director del film cuenta los secretos para llevar a la pantalla una historia que se ubica entre el universo subacuátic­o y el terrestre

- Textos Sebastián Tabany para LA NACION

Han pasado nueve películas y 14 años desde que James Wan, australian­o de nacimiento, irrumpió con su ópera prima, El Juego del Miedo (Saw). Si bien tuvo varias secuelas de las que no participó, Wan no se alejó del género y creo las películas de El Conjuro y su universo que comprende las Annabelle y La Monja. El poder que le dio el éxito de la franquicia lo usó para producir MacGyver en televisión y dirigir Rápido y Furioso 7, donde aparece Paul Walker por última vez al haber fallecido en la mitad del rodaje de un accidente de auto. Wan utilizó técnicas digitales y hasta al hermano del actor para completar el film que fue uno de los más exitosos de la saga.

Las ofertas de blockbuste­rs le siguieron llegando y Wan se decidió por Aquaman, la tercera aparición del hombre de Atlantis, interpreta­do por Jason Momoa (Karl Drogo de Game of Thrones), después de un pequeño cameo en Batman v Superman y la Liga de la Justicia.

Batman v Superman fue un éxito comercial, pero aún así no cumplió con las expectativ­as que los dos pesos pesados de los cómics significa. La Liga de la Justicia fue directamen­te un fiasco. El director de ambas, Zack Snyder, se tuvo que bajar un poco tiempo antes de finalizar el rodaje por el suicidio de su hija y DC lo llamó a Joss Whedon, el realizador de las dos primeras Avengers, para completar el film y sacarlo un poco de la oscuridad estética de Snyder. El resultado fue un engendro, con el ya famoso bigote borrado digitalmen­te de Henry Cavill como Superman debido a que en ese momento estaba filmando Misión: Imposible Repercusió­n. A la que le fue bien, por lo menos en los Estados Unidos y no tanto en el resto del mundo fue a La Mujer Maravilla, quien en 2019 ya tiene su secuela situada en la década del 80.

A este mundo convulsion­ado llega James Wan y su versión de Aquaman. Situada después de los sucesos de La Liga de la Justicia, la historia se centra en la belicosida­d del Rey Orm (Patrick Wilson), el medio hermano de Arthur “Aquaman” Curry y villano de los cómics conocido como Ocean Master, quien desde las profundida­des del océano planea una invasión al mundo de la superficie, o sea, todos nosotros. Curry, quien se ha mantenido ajeno a la política y a reclamar el trono, se tiene que involucrar cuando maremotos destruyen varias ciudades costeras de todo el planeta. Junto a Momoa, Wan convocó a Amber Heard como Mera; Willem Dafoe como Vulko, el visir de Orm y mentor de Arthur en su juventud; Temuera Morrison como el padre humano de Aquaman; Yahya Abdul-Mateen II como Black Manta, otro de los villanos clásicos del superhéroe y en pequeños papeles Dolph Lundgren, el famoso Ivan Drago de la serie Rocky y Nicole Kidman como Atlanna, la madre de Aquaman.

James Wan recibió a la nacion en julio durante el proceso de edición de la película en los estudios de Warner Bros. en Burbank, California. Mientras mostraba escenas de la película el director contaba su visión del personaje, del cómic y de lo que espera sea, por fin, un éxito global para los superhéroe­s de DC.

–¿Tomaste algún arco particular de los cómics?

–¿Cómo inspiració­n general? Traté de tomar todo lo que pude de la fuente original. Adaptar algo así significa tener muchos años de material de dónde buscar. Traté de ser honesto con el espíritu original del cómic que es como una aventura clásica de acción y espadas. Los padres de Arthur tienen esa historia clásicas del marinero que viaja y se enamora de una sirena. En este caso tienen un hijo que se llama Aquaman. El mayor artista japonés que me inspiró fue Akira Kurosawa. Williem Dafoe y yo queríamos interpreta­r a su personaje, Vulko, como Toshiro Mifune: un guerrero cuyos días de gloria pasaron y ahora es un mentor para Arthur.

–Jason Momoa se ve perfecto en el rol pero si vamos al cómic hay una gran diferencia.

–Antes de empezar la película él ya había sido elegido como Aquaman. A algunos les costó adaptarse porque en los cómics se ve distinto. Nadie iba a burlarse de esta visión de Aquaman porque nadie iba a burlarse de Jason. Punto. Que tenga raíces de Polinesia está perfecto para un héroe subacuátic­o porque toda su vida estuvo en el agua. Además, Jason es mitad hawaiano y lo que sea la otra mitad y se nota en el personaje de Arthur que es mitad atlante y mitad humano. Jason creció sintiéndos­e fuera de lugar en Hawai, donde la gente lo molestaba por ser demasiado blanco y en los Estados Unidos lo molestaban por ser demasiado marrón. Nunca se sintió en un lugar y de eso en gran parte se trata la película.

–La película tiene mucho humor. De todas las de DC es la que más tiene.

–Así es Jason Momoa: un tipo grandote y divertido aunque no lo ves así en el resto de lo que hace. En Game Of Thrones es un tipo grandote y ruen do pero yo quiero mostrar su lado encantador y simpático además de darle un tono más liviano al personaje. Para usar una palabra adecuada él es un pez fuera del agua en la sociedad subacuátic­a y en el mundo terrestre es Mera la que está fuera de su elemento. Quería demostrar esos dos mundos distintos tratando de adaptarse en el viaje y en el camino poner cosas divertidas y algo de humor.

–¿Las críticas y el resultado de

La Liga de la Justicia afectó cómo encaraste esta película?

–Técnicamen­te establecie­ron algo del lenguaje. Pero mi película es su propio mundo así que cualquier cosa que hayan mostrado en esa película es una pequeña porción. Hay cosas que debí cambiar pero son muy pequeñitas porque si tuviera que cambiar todo no quedaría tan bien o sería un elemento que distrae.

–¿Qué podés contar sobre Mera?

–Mera en el cómic es muy fuerte y uno de los personajes femeninos más interesant­es en el Universo DC. Queríamos mantener eso, así que en la película ella lo salva a Arthur todo el tiempo porque no es la clásica dama en peligro. Crecí viendo las películas de Indiana Jones de Spielberg, en especial la relación entre Indy (Harrison Ford) y Marion (Karen Allen). Mi intención era capturar esa calidad romántica entre ellos, que sea divertida. En los cómics están casados y acá yo quería ir más despacio; que se odien al principio y aprendan a quererse.

–¿Cómo llegaste a elegir a Nicole Kidman para la madre de Arthur?

–Es algo que quería hacer hace mucho tiempo. Con ella tuvimos un proyecto hace unos años pero nunca se concretó aunque éramos fans del trabajo del otro. Cuando llegó este proyecto fue la primera persona en la que pensé. Tenerla en el set es increíble. Fui muy respetuoso sin tratar de ponerla en un pedestal. Pero ella le gusta dar todo y hace todo de buen humor. Me preguntaba, ‘James, ¿necesitas que vuelva a subir esa roca?’ y yo tenía que decirle que sí, que era la roca donde tirábamos litros de agua y llovía encima suyo. Hay otra escena donde se mete en la boca un pez vivo. Ningún animal resultó herido, por suerte, pero la pobre Nicole igual no paraba de eructar. Así que en la toma doce le dije que no tenía necesidad de engullirlo y podía cortar la toma antes para que ella pudiera escupir pero ella quería hacerlo igual.

–También está Dolph Lundgren, que parece una decisión contra intuitiva en una película de gran presupuest­o.

–¡No, para nada!

–Lo digo como algo bueno.

–Es un rol de reparto. Lo interesant­e es que él interpreta a un rey más viejo y con Dolph uno cree que en algún momento fue un rey glorioso y guerrero y ahora es más bien como un jefe de Estado. Cuando pensé en el personaje no sé por qué de inmediato pensé en Dolph. Él toma su trabajo de manera muy seria. Recuerdo haber visto hace un tiempo Johnny Mnemonic donde sobresalía por su carisma.

–¿Cómo es para vos mirar hacia atrás cuando filmaste El Juego

del Miedo? ¿Podés hablar de las diferencia­s de filmación?

–Por el presupuest­o es un salto enorme que tiene muchos ceros al final del número. Pero el proceso es el mismo: cuando hacés una película más chica no tenés el presupuest­o pero tenés más libertad. En una película más grande sí tenés el presupuest­o pero tenés que considerar muchas cosas. Fui muy afortunado por estar donde estoy mi carrera en la que la gente confía en mí. De cierta manera extraña hacer esta película no se sintió tan distinto de hacer las películas de bajo presupuest­o que solía hacer. Desde ese punto de vista es similar salvo que ahora tengo mucha más gente, más recursos y más poder de fuego. Pero el proceso es el mismo y tenés los mismos dolores de cabeza para que algo funcione. Mientras filmás te das cuenta de qué cosas funcionan y cuáles no. Refinás algunos elementos. Filmar es un proceso orgánico. Podés planear un diseño, las secuencias de acción y todo, pero no querés encasillar­te en algo. Me gusta sentirme suelto como en las películas independie­ntes que hacía.

–¿Cómo filmaste las escenas debajo del agua?

–El proceso se llama “seco por mojado”. Es una técnica que crea la ilusión de escenario subacuátic­o. Teníamos que considerar cómo se iba a ver en la edición y en el proceso de efectos visuales. Es un desafío físico para los actores porque deben ponerse unos trajes que no son lo más cómodo del mundo y Jason es un tipo muy grandote así que era doloroso, en especial, para él. Hay algunos trajes que son 100 % generados por computador­a. Son cosas nuevas para mí porque nunca trabajé en una película con tantos efectos visuales.

–¿Y cómo fue trabajar el sonido?

–¿Cómo vas a lograr que hablen bajo el agua? Solo hablan; no quería pensar demasiado. Son una raza de gente que vive bajo el agua: se ven como nosotros pero quizás su fisiología sea distinta por eso no salen burbujas porque no tienen aire en los pulmones. Con el diseñador de sonido tratamos de buscar sonidos acústicos y después pensamos en sus movimiento­s, cómo nadan. Nosotros nos movemos muy lento pero ellos se mueven rápido como delfines o tiburones. Son movimiento­s elegantes que quería plasmarlos en la pantalla y en el sonido. Nuestro equipo de sonidistas se tomó el trabajo de recrear algunos sonidos bajo el agua y crearon un mundo muy particular así que no se trata solo de lo visual sino también de lo auditivo.

“Nosotros nos movemos muy lento, pero ellos se mueven rápido como delfines o tiburones”

“Nunca trabajé en una película con tantos efectos visuales”

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