EL DIARIO EL NACIONAL PUBLICÓ SU ÚLTIMA EDICIÓN IMPRESA
Agobiado por las trabas para adquirir papel y las amenazas del gobierno, El Nacional salió hoy por última vez a la calle tras 75 años; varios medios también sufren bloqueos en sus sitios digitales
CARACAS.– El diario El Nacional, uno de los pocos vestigios de periodismo independiente en Venezuela, salió hoy a la calle en su edición impresa por última vez, asfixiado por la hegemonía ideológica del todopoderoso gobierno chavista.
En su despedida, su presidente editor, Miguel Henrique Otero, describió cómo fue el acoso sufrido por el diario, y que además también forzó su exilio a España. La revolución no solo impidió el acceso libre al papel, sino que también bloquea su página web con herramientas sofisticadas de control digital.
“Esto es un paréntesis”, vaticinó Otero, esperanzado como buena parte del país en un próximo retorno a la democracia. El editor, hijo del escritor Miguel Otero Silva, fundador del diario hace 75 años, pormenorizó el plan chavista contra la cabecera emblemática del periodismo venezolano: restricciones publicitarias, amenazas tributarias, uso arbitrario de los tribunales, la agresión física de los colectivos (paramilitares revolucionarios) y, sobre todo, las conocidas trabas para adquirir papel.
“Nosotros duramos más que los demás porque hubo solidaridad de otros periódicos latinoamericanos para que siguiéramos imprimiendo, pero al final no pudimos resistir”, dijo Otero al diario español ABC.
El sistema revolucionario para asediar a la prensa libre es demoníaco. El monopolio de la materia prima que ejerce el revolucionario Complejo Editorial Alfredo Maneiro, sumado a la monumental crisis económica y social, limitan el acceso a papel de tal forma que los diarios fueron perdiendo páginas en esta especie de anorexia inducida por el poder. Según la ONG Espacio Público, al comienzo del mandato de Nicolás Maduro, en 2013, circulaban 134 diarios impresos. En la actualidad son menos de 60.
El Nacional también sufre la persecución de Diosdado Cabello –presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y hombre fuerte del chavismo– y de los tribunales revolucionarios, que amenazan con castigar a su empresa editorial con una multa millonaria, inabarcable para cualquier empresa del país. Esta persecución provocó el exilio de Otero y también del padre de Leopoldo López, directivo del diario. Su hijo, líder de la opositora Voluntad Popular, permanece en arresto domiciliario, condenado a 13 de años de cárcel en un proceso lleno de irregularidades.
“Seguiremos defendiendo lo que defendimos desde hace 75 años, tan duramente estos años. Combatiremos la censura y retrataremos el país que otros diarios no ven. Ese es nuestro compromiso”, detalló a la nacion Patricia Spadaro, gerente general de El Nacional.
“La esperanza es que el país cambie y El Nacional vuelva a aparecer en los quioscos”, añadió Spadaro. Los periodistas de la edición impresa continuarán trabajando en el sitio web. Otros periodistas, opositores y la sociedad civil mostraron su solidaridad hacia un medio que fue escuela para muchos de ellos.
“Nos enfrentamos a una situación bestial: la desaparición del periodismo impreso en Venezuela. De esta forma se debilita la posibilidad de acceso a la información”, sostuvo Carlos Correa, presidente de Espacio Público. En Caracas ayer solo se podía comprar el diario 2001, el único que mantiene una línea editorial independiente; Últimas Noticias, y El Universal, comprados por testaferros chavistas, y El Correo del Orinoco, “concebido y fundada por Hugo Chávez”, como reza su portada.
A la restricción de papel hay que sumar los bloqueos selectivos de los principales medios digitales independientes, como La Patilla y El Pitazo, una herramienta sofisticada que convierte el derecho de información en una carrera llena de obstáculos. El gobierno controla canales y radios. Incluso hace dos semanas Raúl Gorrín, dueño de Globovisión, otrora la única plataforma claramente opositora, fue enjuiciado en Estados Unidos por blanquear capitales obtenidos en sus relaciones financieras con el chavismo.
Por el contrario, el chavismo mantiene una poderosa plataforma informativa, que incluye canales públicos y Telesur, un sinfín de radios y diarios, y medios neutralizados y puestos a su servicio. Además, Maduro, que perfeccionó esa famosa “artillería del pensamiento” creada por su padrino político, usa de forma indiscriminada las cadenas nacionales obligatorias.
Pese a la evidente desigualdad informativa, el gobierno y sus aliados no dudan en ondear la bandera de la guerra mediática contra su gobierno, inexistente en Venezuela. El presidente aprovechó anteayer para acusar a la prensa de Estados Unidos de publicar noticias supuestamente en contra de su país.
“Que El Nacional deje de estar en las calles es una obra de la tiranía, que criminaliza la verdad”, sentenció la exfiscal rebelde Luisa Ortega desde el exilio.