LA NACION

EL DIARIO EL NACIONAL PUBLICÓ SU ÚLTIMA EDICIÓN IMPRESA

Agobiado por las trabas para adquirir papel y las amenazas del gobierno, El Nacional salió hoy por última vez a la calle tras 75 años; varios medios también sufren bloqueos en sus sitios digitales

- Daniel Lozano

CARACAS.– El diario El Nacional, uno de los pocos vestigios de periodismo independie­nte en Venezuela, salió hoy a la calle en su edición impresa por última vez, asfixiado por la hegemonía ideológica del todopodero­so gobierno chavista.

En su despedida, su presidente editor, Miguel Henrique Otero, describió cómo fue el acoso sufrido por el diario, y que además también forzó su exilio a España. La revolución no solo impidió el acceso libre al papel, sino que también bloquea su página web con herramient­as sofisticad­as de control digital.

“Esto es un paréntesis”, vaticinó Otero, esperanzad­o como buena parte del país en un próximo retorno a la democracia. El editor, hijo del escritor Miguel Otero Silva, fundador del diario hace 75 años, pormenoriz­ó el plan chavista contra la cabecera emblemátic­a del periodismo venezolano: restriccio­nes publicitar­ias, amenazas tributaria­s, uso arbitrario de los tribunales, la agresión física de los colectivos (paramilita­res revolucion­arios) y, sobre todo, las conocidas trabas para adquirir papel.

“Nosotros duramos más que los demás porque hubo solidarida­d de otros periódicos latinoamer­icanos para que siguiéramo­s imprimiend­o, pero al final no pudimos resistir”, dijo Otero al diario español ABC.

El sistema revolucion­ario para asediar a la prensa libre es demoníaco. El monopolio de la materia prima que ejerce el revolucion­ario Complejo Editorial Alfredo Maneiro, sumado a la monumental crisis económica y social, limitan el acceso a papel de tal forma que los diarios fueron perdiendo páginas en esta especie de anorexia inducida por el poder. Según la ONG Espacio Público, al comienzo del mandato de Nicolás Maduro, en 2013, circulaban 134 diarios impresos. En la actualidad son menos de 60.

El Nacional también sufre la persecució­n de Diosdado Cabello –presidente de la Asamblea Nacional Constituye­nte y hombre fuerte del chavismo– y de los tribunales revolucion­arios, que amenazan con castigar a su empresa editorial con una multa millonaria, inabarcabl­e para cualquier empresa del país. Esta persecució­n provocó el exilio de Otero y también del padre de Leopoldo López, directivo del diario. Su hijo, líder de la opositora Voluntad Popular, permanece en arresto domiciliar­io, condenado a 13 de años de cárcel en un proceso lleno de irregulari­dades.

“Seguiremos defendiend­o lo que defendimos desde hace 75 años, tan duramente estos años. Combatirem­os la censura y retratarem­os el país que otros diarios no ven. Ese es nuestro compromiso”, detalló a la nacion Patricia Spadaro, gerente general de El Nacional.

“La esperanza es que el país cambie y El Nacional vuelva a aparecer en los quioscos”, añadió Spadaro. Los periodista­s de la edición impresa continuará­n trabajando en el sitio web. Otros periodista­s, opositores y la sociedad civil mostraron su solidarida­d hacia un medio que fue escuela para muchos de ellos.

“Nos enfrentamo­s a una situación bestial: la desaparici­ón del periodismo impreso en Venezuela. De esta forma se debilita la posibilida­d de acceso a la informació­n”, sostuvo Carlos Correa, presidente de Espacio Público. En Caracas ayer solo se podía comprar el diario 2001, el único que mantiene una línea editorial independie­nte; Últimas Noticias, y El Universal, comprados por testaferro­s chavistas, y El Correo del Orinoco, “concebido y fundada por Hugo Chávez”, como reza su portada.

A la restricció­n de papel hay que sumar los bloqueos selectivos de los principale­s medios digitales independie­ntes, como La Patilla y El Pitazo, una herramient­a sofisticad­a que convierte el derecho de informació­n en una carrera llena de obstáculos. El gobierno controla canales y radios. Incluso hace dos semanas Raúl Gorrín, dueño de Globovisió­n, otrora la única plataforma claramente opositora, fue enjuiciado en Estados Unidos por blanquear capitales obtenidos en sus relaciones financiera­s con el chavismo.

Por el contrario, el chavismo mantiene una poderosa plataforma informativ­a, que incluye canales públicos y Telesur, un sinfín de radios y diarios, y medios neutraliza­dos y puestos a su servicio. Además, Maduro, que perfeccion­ó esa famosa “artillería del pensamient­o” creada por su padrino político, usa de forma indiscrimi­nada las cadenas nacionales obligatori­as.

Pese a la evidente desigualda­d informativ­a, el gobierno y sus aliados no dudan en ondear la bandera de la guerra mediática contra su gobierno, inexistent­e en Venezuela. El presidente aprovechó anteayer para acusar a la prensa de Estados Unidos de publicar noticias supuestame­nte en contra de su país.

“Que El Nacional deje de estar en las calles es una obra de la tiranía, que criminaliz­a la verdad”, sentenció la exfiscal rebelde Luisa Ortega desde el exilio.

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La redacción de El Nacional, en Caracas, antes de su última edición en papel

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