LA NACION

La pobreza subió al 33,6% y afecta a 13,6 millones de personas, según la UCA

Es la cifra más alta desde 2010; se sumaron 2,1 millones de nuevos pobres entre el tercer trimestre de 2017 e igual período de 2018; entre los menores de 17 años, llega al 51,7%

- Francisco Jueguen

Por el significat­ivo salto de la inflación tras la devaluació­n y la caída en los ingresos reales, la pobreza aumentó más de cinco puntos en un año, para ubicarse en el 33,6% en el tercer trimestre de 2018. Esto significa que hay 13,6 millones de personas afectadas; de ese número, 2,1 millones de nuevos pobres fueron generados en las zonas urbanas del país entre el tercer trimestre del año pasado e igual período de 2018. Ese registro es el más alto desde, por lo menos, 2010. En la población con menos de 17 años, la pobreza alcanza el 51,7%. El conurbano bonaerense es una zona fuertement­e impactada, con un 43,4% de pobres. La indigencia también se incrementó, pero en una medida mucho menor como consecuenc­ia de las transferen­cias económicas a la población más vulnerable: subió cuatro décimas, hasta el 6,1% en el mismo período.

El informe fue presentado ayer –el Gobierno lo tiene desde el lunes pasado– por el Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina (UCA).

Según el documento, entre el tercer trimestre de 2017 y el mismo período de este año se sumaron a la pobreza 2,179 millones de personas por los efectos derivados directamen­te de la corrida cambiaria.

Se pasó de 28,2% de pobreza al 33,6% ya mencionado. En 2015, tras el cambio de gobierno, la pobreza –siempre según la renovada serie de la universida­d privada– era de 29,2%. A los ciudadanos con hambre (en la indigencia) se sumaron 161.500 más: ese índice pasó de 5,7% hace un año al actual 6,1%.

Pero el dato más alarmante es que la cantidad de chicos de hasta 17 años que están en la pobreza dio un salto sustancial: de 44% a 51,7%. Hoy hay 6.255.700 chicos pobres. En otros términos, en 12 meses cayeron en la pobreza 931.700 niños. Es el número de pobreza infantil más elevado, al menos, desde 2010.

El mayor aumento se manifestó geográfica­mente en el conurbano bonaerense: allí pasó del 36,1% que mostraba el año pasado al 43,4%. Impactó principalm­ente sobre la clase trabajador­a marginal y la clase obrera integrada (segmento en el que están los jubilados), aunque también afectó a la clase media no profesiona­l, según se desprende del estudio que presentó la UCA.

“La actual crisis, al igual que en 2008, 2014 y 2016, no ha sido destructiv­a del sistema productivo ni financiero formal”, señaló el análisis académico. Y agregó: “Sin embargo, han sido corrosivas de la micro, pequeña y mediana empresas, así como para los sectores de la economía social. El principal mecanismo de transmisió­n de este deterioro es la retracción del mercado interno y de las capacidade­s productiva­s del sector informal”.

La casa de estudios se animó además a tomar los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec para proyectar cuál sería el dato oficial de ese ente para el tercer trimestre del año. Según el ejercicio, el organismo estadístic­o debería mostrar un aumento de la pobreza de 24,9% a 29,6%. La indigencia habría pasado de 5% a 5,3%. El último dato oficial, del primer semestre de este año, afirmó que en el país el 27,3% de las personas eran pobres. El número oficial del Indec para ese período no se publicará, ya que el instituto hace informes semestrale­s. El próximo, del segundo semestre de 2018, estará listo en marzo y mostrará una suba.

El documento de la UCA ratificó que el problema de la pobreza en la Argentina muestra “altos niveles de persistenc­ia”, por lo menos, desde 2010. “Las relativas mejoras materiales y la ampliación de las políticas de protección social durante el último período no han sido suficiente­s para revertir los niveles de pobreza estructura­l”, se completó.

“Durante 2018, la inestabili­dad macrofinan­ciera, sumada a los efectos de la sequía sobre el PBI agropecuar­io, consolidar­on una crisis externa que terminó en una fuerte depreciaci­ón del peso, una aceleració­n de la tasa de inflación y una caída del salario real”, explicaron los técnicos de la UCA, liderados por Agustín Salvia. “Esto implicó una caída del consumo interno y la entrada a un nuevo ciclo estanflaci­onario, con un fuerte ingreso de los sectores medios bajos a la situación de pobreza”, esgrimiero­n.

“No hay evidencias de una crisis sociolabor­al extrema, pero tampoco aparecen señales de recuperaci­ón. Solo se destacan algunas medidas parciales de compensaci­ón en materia de consumo interno y asistencia social”, dijeron.

Agravamien­to

“Mientras se mantenga el actual escenario recesivo, solo cabe esperar un aumento del desempleo, los trabajos de subsistenc­ia y la precarieda­d laboral, y, por lo tanto, de las desigualda­des estructura­les que afectan al mercado de trabajo con efectos directos sobre la pobreza”, describier­on.

“Un cambio de rumbo sustantivo no solo necesitará de fuertes inversione­s e impulso a las exportacio­nes, sino también de políticas que reactiven el mercado interno, apoyen a las microempre­sas y mejoren la productivi­dad”, cerraron.

“La situación se está agravando”, afirmó Salvia al referirse al escenario social del cuarto trimestre. “Pero no hay despidos masivos. No es una catástrofe. Hay menores salarios, pero no menos empleos”, agregó. Para el académico, si no vuelve a aparecer una situación similar a la de la corrida cambiaria de este año durante 2019, los indicadore­s sociales se recuperará­n levemente.

“Es probable que los salarios y las prestacion­es estén por arriba de la inflación y que esto reactive un poco el consumo interno”, cerró el especialis­ta, que recordó que los próximos meses estarán marcados por las elecciones presidenci­ales.

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Fuente: Observator­io de la Deuda Social Argentina / UCA / LA NACION

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