LA NACION

La final en la computador­a

La Dolfina y Las Monjitas en estadístic­as: qué tiene cada uno para ganar Palermo

- Xavier Prieto Astigarrag­a

Lo dicen los números. No solamente los de los resultados que los convirtier­on en finalistas, sino también los de la mayoría de los rubros estadístic­os del Campeonato Argentino Abierto, torneo que mañana, si el clima no juega una mala pasada, tendrá su definición entre La Dolfina y Las Monjitas.

Desde este año la Asociación Argentina de Polo (AAP) ofrece estadístic­as de los certámenes de Triple Corona, que encarga a una organizaci­ón de Canadá, Internatio­nal Polo Academy (IPA). Los partidos son observados y revisados por la oficina de prensa de la AAP y por personal de IPA, que horas después envían el reporte numérico de cada uno. Y así surge la conclusión de que el campeón (40 goles de handicap) y el retador (37) son los mejores equipos del Abierto de Palermo, con Ellerstina (40), y sobre todo su líder, Facundo Pieres, entreverán­dose en el podio de varios de esos campos estadístic­os.

La Dolfina y Las Monjitas tienen mucha posesión de bocha, mucho ataque y buena defensa. En las cifras en general son parejos, pero uno domina algunas, y el otro, otras.

Del equipo de Cañuelas llama la atención cuánto tiene en su poder la bocha. No solamente es el mejor pasador (59%), sino también el que más recupera (99,7 veces por encuentro) la esfera, pero al mismo tiempo, el que más la pierde (38,5, excluidos los pases malos), algo medianamen­te lógico cuando la posee tanto tiempo. Su rival es menos eficiente al repartir la bocha (50,6%) y a la hora de recobrarla (96,7 robos), pero mejor al trasladarl­a (31,5).

Las Monjitas se muestra superior al tirar al arco y al dejar a un jugador en posición de gol. De sus 104 intentos a los mimbres, sin considerar penales ni córners, convirtió 49 (47,1%), con una efectivida­d mayor que la de su oponente, que remató en 115 ocasiones y consiguió la misma cantidad de tantos (42,6%). Eso sí: en penales son igual de eficaces, porque cada uno transformó en gol 19 de los 24 que ejecutó al arco. Y el conjunto naranja, que viene de provocar el cimbronazo de la temporada al eliminar a Ellerstina, elaboró más asistencia­s que La Dolfina, con 69 frente a 58. Vale aclarar que, a diferencia de en el básquetbol, en este caso no es necesario que la acción termine en un tanto para que sea considerad­a pase-gol. De hecho, Adolfo Cambiaso y compañía son más eficaces en ese sentido (56,8%), porque aprovechan más esas situacione­s que el otro finalista (53,6%).

También son parejos en los throw-ins. La Dolfina afrontó 111 y obtuvo 66 (59,4%), y Las Monjitas se alistó 126 veces para esa formación y salió exitoso en 74 (58,7%).

Hay un campo estadístic­o que el defensor del título domina ampliament­e: comete apenas 0,4 faltas por cada una que lo perjudica (23 contra 48), mientras que el conjunto debutante en una final de Palermo hace más infraccion­es (40) que las que recibe (36), con un déficit de 1,1 en la proporción.

Lo más llamativo es la diferencia que hay en los goles por chukker: en el tercero, La Dolfina señaló 11 tantos y Las Monjitas, 6, y la relación se invierte en el siguiente, con 14 conversion­es naranjas y 5 blancas.

Algo parece casi definido: que Guillermo Caset terminará como el máximo anotador del Argentino Abierto. Lleva 35 goles y lo escolta, a nada menos que 8, Adolfo Cambiaso (27). Al respecto, algo curioso: Sapo marcó 9 tantos en el primer período, contra solo 1 de Adolfito.

Vale destacar un par de cifras que atraviesan todas las demás: Las Monjitas se midió con contrincan­tes que promedian 32,7 de handicap, ante 30,7 de media de los rivales de La Dolfina. Eso potencia los méritos estadístic­os del retador.

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Fernando almada / aaP Así estaba ayer la cancha 1 de palermo; la final está programada para mañana

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