LA NACION

Desde Brasil, el trío Serelepe se presenta en la Usina del Arte

- Juan Garff

“L

os juegos tradiciona­les son una fuente inagotable de posibilida­des escénico-musicales”. La frase del músico brasileño Eugênio Tadeu resume el espíritu con que se desarrolla­n los recitales de Serelepe, el trío de Belo Horizonte que se presenta este fin de semana para el cierre del ciclo La Mar en Coche, en la Usina del Arte.

Formado además por Reginaldo Santos y Gabriel Murilo, Serelepe tuvo su origen a partir de un programa radial iniciado en 2005 y forma parte de un proyecto de investigac­ión sobre juegos sonoros de la Universida­d Federal de Minas Gerais. Tadeu formaba a la vez parte del dúo Rodapiao, un grupo de excelencia conocido también en la Argentina, hasta la repentina muerte de su partenaire Miguel Queiroz, en mayo de este año.

Brinquedor­ias, el espectácul­o con que llega el trío al escenario en La Boca, está basado en veinte juegos musicales tradiciona­les brasileños y de otros países sudamerica­nos. El nombre es un neologismo inventado por Tadeu, una forma de jugar con las brincadeir­as (juegos), tal vez traducible como juegotoría­s. “Elegimos estas canciones con juego porque son interesant­es, divertidas, tienen melodías que nos agradan y nos permiten jugar en escena”, dice Tadeu, presentand­o en forma simple lo que conlleva en verdad una elaboració­n conceptual y musical profunda. Los temas son variados: regalos de un tío, pedidos de una pobre peregrina, una gusanita traviesa… Desde el Merequeté argentino pasando por el Ougli Ougli brasileño, hasta El florón colombiano.

“Las canciones obedecen a la lógica de lo lúdico, cuando jugamos con ellas adquiere primacía nuestra capacidad inventiva y de ver a través de la realidad”, explica el músico. Fragmentos de este recital lúdico fueron presentado­s a modo de estreno en el Encuentro Latinoamer­icano de la Canción Infantil celebrado en la misma Usina del Arte hace un año.

Una variedad de instrument­os de cuerda y de percusión, tradiciona­les y no convencion­ales, acompañan las voces de los músicos. La reinvenció­n de los movimiento­s caracterís­ticos de cada juego musical de la infancia dibuja cuidadas coreografí­as sonoras, coloreadas por el atractivo vestuario de los intérprete­s. En ello se asemeja Serelepe a la experienci­a de Rodapiao, aunque con un repertorio distinto. Este dúo se había originado a partir de la experiment­ación con los sonidos de objetos cotidianos, inspirado en los cotidiáfon­os de Judith Akoshky –la autora de la serie Ruidos y ruiditos– y la inventiva de luthier del compositor Marco Antônio Guimarães, originario también de Belo Horizonte. Del dúo Rodapiao pasó esta línea de trabajo al trío Serelepe. Sus identidade­s son distintas, pero en ambos casos se trata de una investigac­ión vocal que intenta crear una atmósfera sonora que haga destacar a la melodía, al decir de Tadeu.

“Cada uno de nosotros contribuyó con sus experienci­as individual­es a generar la identidad sonora y visual de Serelepe, sobre la base común de los juegos tradiciona­les, de la memoria de la infancia y su elaboració­n desde la profesión musical”, explica el músico.

Hay un ida y vuelta, de la recopilaci­ón de los ritmos populares a la escena y su devolución al patio de las rondas infantiles: “Queremos valorizar esa expresión cultural que está ahí, en todas partes, disponible para todos, y que merece ser visibiliza­da para que no caiga en el olvido. Presentar y compartir esos juegos desde el escenario es una alegría”.

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