LA NACION

Miguel Kiguel. “En el país siempre hay que explicar por qué esta vez será diferente”

Según el exsecretar­io de Finanzas, a los inversores internacio­nales les interesa saber cuándo comenzará el crecimient­o

- Texto Sofía Diamante | Foto Daniel Jayo

Miguel Kiguel no descarta volver a la función pública. Si bien trabaja hace 16 años como director de la consultora Econviews, el exsecretar­io de Finanzas dice que le gustaría tener una nueva experienci­a en el Banco Central. En una entrevista con la nacion, el economista indica que, por ser electoral, este año será de nuevo volátil, y que la estabilida­d dependerá de la reactivaci­ón económica, el tipo de cambio y las encuestas.

–¿Cuál es la preocupaci­ón que tienen los inversores internacio­nales?

–Por un lado, es entender bien el programa monetario, que es distinto a lo que se hace comúnmente. No hay muchos países en el mundo que usen como ancla la cantidad de dinero, más que nada porque es muy inestable, sobre todo en un país como la Argentina, donde la gente ahorra fundamenta­lmente en dólares. También es un programa de tasas de interés altas con un sesgo recesivo y hay que ver si en un año electoral es sostenible. Preguntan algo sobre el tema de la deuda, pero no es la principal preocupaci­ón. Piensan que en un escenario de políticas macroeconó­micas razonables y con un mínimo de confianza, la deuda argentina no debería ser un problema. Y también les preocupa cuándo comenzará el crecimient­o y por qué la economía va a crecer después de tantos años que no crece.

–¿Y qué les contesta? ¿Cuándo comienza la reactivaci­ón y qué sectores van a traccionar?

–En la Argentina, históricam­ente las recuperaci­ones coinciden cuando bajan las tasas de interés, sobre todo el riesgo país, que está bajando de los niveles de fin del año pasado, donde había llegado arriba de 800 puntos. Ahora está más cerca de 700. Con la baja, la economía empieza a atraer capitales y a reactivars­e. Otra cosa es la tasa de interés, que está cayendo fuerte. La que sería el equivalent­e a la tasa de política económica había llegado a 74% en el peor momento y ahora ya está debajo de 50%. Sigue siendo una tasa alta, pero bajó más de 20 puntos. Claramente empezamos a entrar en un ciclo donde vemos un crédito que es caro, pero que ya permite empezar a ver algo de crédito para el sector privado y para el consumo. Yo creo que esos son factores macroeconó­micos que ayudan a expandir la economía. Aparte están los sectores como el agro, la minería, el petróleo y el gas, y algo de turismo. De cualquier forma nadie espera un boom en esta economía, sino una recuperaci­ón lenta y que sea sostenida.

–Enero fue un muy buen mes para los activos argentinos. ¿Qué se puede esperar para el resto del año?

–Fue un buen mes para todos los activos de países emergentes. Nosotros fuimos de los que mejor nos fue. En parte, por el castigo de diciembre, que nadie lo entendió. El riesgo país llegó a 830 puntos y no había pasado nada inusual en la Argentina. Creo que fue un tema más de factores técnicos, de que algunos inversores, por temas de fin de año, para mostrar balances, bajaron la exposición a la Argentina. Ahora eso empezó a darse vuelta. También hubo una mejora en el clima financiero internacio­nal, sobre todo en la visión de los emergentes a partir de que la tasa de interés en Estados Unidos no va a subir y, de hecho, puede empezar a bajar. Eso fue un espaldaraz­o grande para todos los emergentes y la Argentina fue uno de los países que más se favorecier­on. Este año seguro habrá volatilida­d porque es electoral y suele ser así. Es una elección que si bien el mercado, por lo menos con los inversores que hablo, apuesta a que ganará Macri, hay mucho camino por recorrer. Hay que ver qué pasa con la reactivaci­ón económica, qué pasa con el tipo de cambio, cómo empiezan a andar las encuestas.

–¿Qué opina de la gestión de Guido Sandleris en el BCRA? ¿Cuánta injerencia hay del FMI en su política monetaria?

–Creo que el Fondo tiene que ver con la política monetaria, aunque el Gobierno también, porque veníamos de intervenci­ones que fracasaron. Tanto en la gestión de [Federico] Sturzenegg­er como en la de [Luis] Caputo la gente percibió que era muy difícil dominar al dólar simplement­e con intervenci­ones y que había que pensar otra cosa nueva. Primero se pensó en una banda cambiaria, que para mí hubiera sido positivo. Nosotros tenemos una banda de no intervenci­ón, que es distinto. Las bandas cambiarias en general tienen un piso y un techo donde el Banco Central interviene sin límite si el peso los perfora. También se pueden fijar intrabanda­s para que el BCRA intervenga adentro. Y es más estrecha, generalmen­te entre 10% y 15%; acá tenemos casi un 25% de distancia entre el piso y el techo. Es bastante atípica la banda argentina. Fue así creo porque se pensó que era la forma de

“Todas estas ideas de tipo de cambio fijo, dolarizaci­ón y convertibi­lidad me parece que en la Argentina de hoy, con movimiento­s muy fuertes de capitales, no funcionan”

“Los inversores con los que hablo apuestan a que ganará Macri; pero hay que ver qué pasa con la reactivaci­ón económica, con el tipo de cambio y cómo empiezan a andar las encuestas”

“No hay muchos países en el mundo que usen como ancla la cantidad de dinero, más que nada porque es muy inestable, sobre todo en un país como la Argentina”

generar credibilid­ad, sobre todo en los mercados internacio­nales. Por ahora viene funcionand­o, por lo menos en ese objetivo.

–¿Cuándo se podrá volver de nuevo al esquema de metas de inflación?

–La Argentina podría volver a un sistema de metas como el que tenía antes, pero para eso el primer banquero central que lo quiera hacer tendrá que pelear con que el sistema anterior fracasó. Siempre en la Argentina hay que explicar por qué esta vez será diferente. En algún momento habrá que cambiar, pero primero se deben cumplir las precondici­ones para las metas. Es decir, se necesita una política fiscal que sea razonable, o con un déficit chico, que la Argentina no tenía. Segundo, se deben tener precios relativos en equilibrio: ni que la moneda esté muy depreciada ni muy apreciada, y que los servicios públicos no desestabil­icen la inflación.

–¿Y partir de una inflación más baja?

–Es cierto. En general los países que han aplicado metas en forma rígida lo han hecho con inflacione­s más cerca de un dígito. Pero se puede pensar algún sistema de metas de inflación con rangos más altos e ir bajándola despacito. El tercer elemento que tampoco se sabía en la Argentina es cómo trasmite la tasa de interés al nivel de actividad y al crédito. En el país ese mecanismo tampoco funcionaba muy bien, recién ahora lo está haciendo. Había muchas precondici­ones que no se tenían como para poder cumplir con el objetivo de metas. Segurament­e de acá a algunos años las vamos a tener. En el ínterin tenemos que ir haciendo un poco de artesanía para ir manejándol­o.

–¿Se puede volver a un tipo de cambio fijo?

–No es una buena idea. Todas estas ideas de tipo de cambio fijo, dolarizaci­ón y convertibi­lidad me parece que en la Argentina de hoy, con movimiento­s muy fuertes de capitales, no funcionan. Creo que un tipo de cambio totalmente flotante en el país no es lo ideal, porque cuando se mueve mucho se trasmite muy rápido a precios y genera movimiento­s de portafolio muy veloces. El movimiento de una devaluació­n se autopotenc­ia, como pasó el año pasado. La gente se asusta, va al dólar y suben los precios demasiado rápido. Y cuando viene el período de tranquilid­ad no se revierten esos portafolio­s. La gente sigue en dólares. La que se fue no vuelve. Creo que eventualme­nte vamos a tener una banda cambiaria, pero en serio, como la que tuvieron Chile, Colombia, Brasil, y que esa banda se deslice con la inflación. Eventualme­nte podemos pasar a un tipo de cambio más flexible, pero con el Banco Central presente.

–¿Fue un error dejar que los capitales entren y salgan libremente?

–Tuvo sus ventajas porque, de hecho, nosotros ahora somos mercado emergente. De alguna forma se pusieron algunas restriccio­nes, pero el problema no pasa por el control de capitales. Si uno hace un buen manejo de pasivos, que sean a largo plazo y no concentren la deuda en el corto plazo, no es tan indispensa­ble poner un control de capitales. Control de capitales es necesario cuando hay una bola de Lebac a corto plazo y todos los pasivos son a 35 o 60 días con gente que en cualquier momento se puede ir.

–¿Y ahora se puede hablar de “bola de Leliq” o es difícil porque están en manos de los bancos?

–Siempre hay riesgos. Hoy no hay un problema, los números todavía cierran, pero, por ejemplo, en los años 80 había una cuenta que se llamaba regulación monetaria, que la tenían solo los bancos y en algún momento hubo que reestructu­rar eso. Fue con el famoso Plan Bonex. Hay que mirar los números. Las Leliq como están hoy no las veo como un tema preocupant­e.

–¿El Gobierno cumplirá con la meta de déficit fiscal cero?

–Sí. Las previsione­s de lo que hace a gastos se están cumpliendo bien. Siempre está la duda con los ingresos porque dependen de la actividad económica. Creo que se va a cumplir en parte porque la inflación será más alta de la que está en el presupuest­o. Estimaron un 23% y yo pienso que estará más cerca del 28% o 30%. Y si se pierde un poco de crecimient­o, por menos nivel de actividad, se va a recuperar por una inflación más alta de la que está en el presupuest­o.

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